Reproducimos este magnífico artículo del filósofo Daniel Innerarity (ver en wikipedia), publicado hoy en El País.
Los conflictos, las crisis y las catástrofes tienen muchos inconvenientes, pero al menos algo positivo: una función integradora, porque ponen de manifiesto que no cabe sino encontrar soluciones mundiales, algo que no es posible sin perspectivas, instituciones y normas globales.
Los desastres desafían la autosuficiencia de los sistemas, los límites y las agendas nacionales, distorsionan las prioridades y obligan a que los enemigos establezcan alianzas. A los espacios comunes amenazados les corresponde un espacio de acción, coordinación y responsabilidad comunes. Es así como suele realizarse el descubrimiento de que la estrategia unilateral resulta excesivamente costosa, mientras que la cooperación plantea soluciones más eficaces y duraderas.