¿Quién no ha sospechado alguna vez que la economía que hoy impera es una locura? Se rescatan bancos con grandes sumas de dinero público, mientras se recortan servicios de interés general. Se da prioridad a los intereses financieros por delante del bien común. Todo ello, se nos dice, está avalado por la "racionalidad económica", que el autor califica de "inhumana". En el mundo de la economía, "racionalizar" significa "recortar". Pero ¿qué hay de racional en valorar el dinero más que las personas?
Es como si la mirada tecnocrática, limitada por anteojeras como las que llevan los caballos, sólo viera cifras y abstracciones que tiene enfrente, y no la realidad viva que pisa con sus herraduras y el sufrimiento que genera.
Hay sin embargo, otra posibilidad, más inquietante y más certera. ¿Y si en el núcleo del pensamiento económico convencional hay un trastorno de la percepción y del entendimiento? ¿Una verdadera psicopatología, hábilmente disfrazada de racionalidad?. Pocas cosas son hoy más urgentes que su diagnóstico y su remedio.
Jordi comienza el libro con un capítulo titulado "Lo áspero y lo fructífero" que nos dice que "la palabra austeridad es una palabra de mal gusto, como revela su etimología. En latín clásico austeritas significa "aspereza". Este término a su vez viene del griego clásico austeros (áspero, seco, amargo, rígido, rudo, severo), que aludía principalmente al mal gusto: se aplicaba por ejemplo a la mala uva, que provoca una desagradable sensación en la lengua. Muy de mal gusto es el hecho de que quienes imponen la austeridad económica no sepan lo que es padecerla".
En cuanto al tacto, "la sensación de aspereza se produce cuando una parte sensible de nuestro cuerpo roza contra una superficie llena de desigualdades. Los planes de austeridad económica, en la medida que exacerban las desigualdades, generan aspereza".
Sin embargo "frugalidad es la esencia de todo lo agradable, sano y bueno. En latín frugalis ("frugal, moderado") deriva de fux (fruta), y está por tanto emparentado con todo lo que da fruto, lo que no es infructuoso sino fructífero, lo que nos hace disfrutar (de exfructuare: arrancar la fruta de un árbol)."
"Se decía en la Grecia clásica que lo bello, lo sano y lo bueno tienen a ir juntos. La fruta, que es bella y sana (hasta hace poco era siempre ecológica y a menudo gratuita y de libre acceso), es un modelo de lo sencillo y bueno en todos los sentidos. En latín la fruta y la frugalidad implican honestidad: frugem facere (obrar honestamente), homo frugi (hombre honesto), bonae frugi esse (ser hombre de bien). Fructífera es la existencia de quien sabe estar satisfecho con lo que la vida le ofrece."
Pigem analiza en el libro la "incierta ciencia económica" y compara el síndrome de negligencia, en el que un paciente no es consciente de la parte izquierda de su cuerpo, con las diferentes negligencias del pensamiento tecnocrático neoclásico, que ignora lo que tiene delante.
Para el autor, los principales síntomas de negligencia del pensamiento económico actual surgen de la inconsciencia de los tecnócratas respecto a las desigualdades sociales y hacia los límites ecológicos y geológicos del planeta creadas por una disciplina que, aunque se basa en la abstracción económica y la racionalidad, contiene un alto grado de irracionalidad.
Según el autor, las negligencias de los tecnócratas responden a que el pensamiento económico que
impera en la actualidad sufre la patología del "racionalismo malsano", que se basa en "el exceso de
racionalidad y la pérdida de la sensibilidad que nos vincula a los demás y al mundo", síntomas
compartidos con los pacientes esquizofrénicos.
Pese a la gravedad del diagnóstico, Pigem abre una puerta a la esperanza, ya que, para él, "las negligencias del pensamiento económico convencional están desde hace tiempo empezando a ser superadas por los economistas" y aunque éste es un "sistema que corre hacia el suicidio, una nueva
realidad está naciendo poco a poco". Porque, al fin y al cabo, según el autor, " alternativas hay muchas, como las que proponen cada semana cientos de personas (incluídos, por supuesto, muchos economistas) con la cabeza clara y el corazón limpio".
"Lejos de la áspera austeridad, y tras las estructuras obsoletas de un sistema que corre hacia el suicidio, una nueva realidad, lentamente, va naciendo. Una nueva realidad donde podremos disfrutar y fructíficar desde la abundancia frugal que a cada momento nos regala el mundo".
El libro termina con agradecimientos, entre otros a "todos los que nacen en el siglo XXI, que algún día viviran en un mundo más lleno de sentido. Y a tí, que habrás contribuido a hacerlo posible".
Libro ¿Dijo usted austeridad? Psicopatología de la (ir)racionalidad económica.
Autor; Jordi Pigem.
Editorial Proteus. Colección Repensar –32 pàg. – 4.99€.
Jordi Pigem es, además de amigo y coautor del libro Espiritualidad y Política, pensador interdisciplinar especializado en cuestiones contemporáneas. Doctor en Filosofía por la Universidad de Barcelona, fue profesor del Master in Holistic Science del Schumacher College (Inglaterra). Entre sus libros destacan GPS: Global Personal Social (Kairós, 2011), La odisea de Occidente (Kairós, 1994), y Buena crisis: Hacia un mundo posmaterialista (Kairós, 2009), obra "de lectura imprescindible para quienquiera que se interese por el futuro de la humanidad" según Fritjof Capra, en la que ya señalaba muchas de las contradicciones de la economía actual.
Estoy de acuerdo en que hay economistas que creen que hay que cambiar de modelo; el actual es inhumano, injusto e insostenible. Pero estoy de acuerdo con quien dijo que el siglo XXI será de la sociedad civil o no será. La sociedad civil debe de tomar conciencia de su responsabilidad y empezar a actuar, porque hay muchos seres humanos (unos en los países ricos y otros en los países pobres) que lo estan pasando muy mal y no pueden esperar.
ResponderEliminarun saludo
Muy interesante la reseña, leeré el libro.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo con lo que comenta el autor, añadiría algo más: muchos de estos economistas y seguidores de esas políticas económicas que no hacen más que conducir a la ruina del país, y por ende de la mayoría de sus habitantes (hay una minoría que se beneficia) son psicópatas.
Por alguna razón en este país no hablamos, ni queremos oir hablar de ellos, pero la psicopatía (se calcula que 1 de cada 10 hombres y cada 100 mujeres es psicópata)existe, y además aunque los solemos imaginar como asesinos del estilo de Anibal Lecter lo que persiguen es el poder, y creo que viendo ciertos comportamientos en algunos políticos todos podemos coincidir en que, al menos, parecen psicopáticos.
NO es un blog ni una web de mi propiedad, es una entrevista en mi opinión interesantísima:
ResponderEliminarhttp://www.diariodemallorca.es/nacional/2012/10/19/espanoles-son-ratas-laboratorio-ver-castigo-toleran-rebelarse/801947.html
Gracias Tony, da la casualidad que ayer leí la entrevista a Susan George y me pareció excelente, gracias por compartirla, pongo de nuevo el enlace directo:
ResponderEliminarhttp://www.diariodemallorca.es/nacional/2012/10/19/espanoles-son-ratas-laboratorio-ver-castigo-toleran-rebelarse/801947.html
La enfermedad que veo en mi hermano es la enfermedad que yo, el id, el id-iota lleva en su interior, en su sombra; la enfermedad que proyecta en los demás. Sabio es aquel que no ve la enfermedad que el otro ve en sí mismo y que al no verse reflejado me provoca la sanación. Cuando a un imbécil se le deja de tratar como tal, entonces comienza a no serlo.
ResponderEliminarNuestra enfermedad es aquella que pretende que 7.000 millones de seres humanos quieran cambiar a los otros 6.999. -"Cambiar yo es difícil que cambien los demás es fácil" Y es esa manía(siendo muy educado) y no otra, la que provoca psicopatología. Esos que llamamos psicópatas son coherentes con la sociedad en la que viven, la incoherencia es la madre de la enfermedad. Un tal Cristo ya dijo todo esto con anterioridad y también otro que etimológicamente es muy parecido "Krishna".
Mientras quede un pequeño resquicio de psicopatía en nuestro interior eso será lo que proyectemos.
La llama del iluminado no hace distinciones. No juzga, sólo calienta a aquel que se le acerque.
abrazos...
Me entusiasma este blog. Pareciera que en nuestro aporreado planeta la gente tiene miedo de ver para no sufrir. Y cuando despertamos y salimos a las calles para exigir justicia social y económica nos ataja la policía anti disturbios. Porque pensar es un disturbio, una perturbación y "debemos" volver al orden. Al orden económico establecido.
ResponderEliminarExcelente post, desde ahora los seguiré.
ResponderEliminarCuando uno piensa en qué puede derivar todo esto le entra cierta congoja. A veces creo que esas películas futuristas que plasman un sistema cruel, capitalista más allá de todo extremo imaginable, donde no se puede opinar nada "políticamente incorrecto" si uno aprecia su pellejo no anda muy lejos de la realidad. Después de todo, es el camino que esta sociedad está siguiendo. Buen post.
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