13/12/11

Hacia un ascenso radical de la conciencia política. La vía del espíritu integral, por Salvador Harguindey

Nuestro amigo Salvador Harguindey que ha traducido el capítulo de Ken Wilber del libro Espiritualidad y Política, tiene un magnífico artículo publicado sobre el mismo tema del libro que compartimos, comienza así:

“La sabiduría consiste en seguir dos caminos opuestos al mismo tiempo”.
Lao Tse

“La espiritualidad es la forma más elevada de conciencia política.”
Ángeles Arrién

Resumen

El enfoque de una política integral acogedora de la totalidad, también llamada política postconvencional, señala las limitaciones de las estrategias convencionales de la política actual para resolver los principales problemas en nuestras sociedades. Como alternativa, se ofrece una nueva aproximación de raíz dirigida a una praxis política psicológicamente más abierta, madura y evolucionada. Este paradigma exige un nuevo tipo de conciencia dirigida al espíritu y la conciencia humana de carácter universalizador. Desarrolla también un lenguaje diferente que a su vez es válido para todos los estadios de conciencia previos, un esperanto psicológico-político que está en condiciones de materializar una nueva visión lo suficientemente profunda y amplia para acoger, negociar y relacionar sana y pacíficamente las diferentes realidades, estados de conciencia y cosmovisiones en juego, llegando a poder aplicarse tanto a los conflictos dentro de una sociedad, a los diversos nacionalismos, e incluso a las relaciones entre civilizaciones completamente diferentes, ya sea en sus aspectos culturales, religiosos o evolutivos.

Introducción

Toda solución genuinamente superadora ha de pertenecer, por definición, a una dimensión por encima del nivel de conflictividad de un determinado problema. En este sentido, desde Albert Einstein a John White han concluido que ningún problema se resuelve en verdad al mismo nivel que se originó (Harguindey, 2000a). En consecuencia, para salir al encuentro de condiciones y soluciones verdaderas en la esfera sociopolítica, el desarrollo humano ha de progresar, ascendiendo a través de una serie de estados o estadios psicológicos de creciente madurez evolutiva, competencia emocional, sofisticación, empatía y compasión (Combs, 2000). De ahí que una nueva perspectiva radicalmente distinta es necesaria para integrar de forma sincrética cosmovisiones confrontadas, creadas y mantenidas por conciencias limitadas y valores contrapuestos, que tratan de imponerse desde sus respectivas posiciones parciales sobre la totalidad de la realidad, tanto interna como externa.

Las tres principales estructuras de la conciencia humana, junto con sus correspondientes valores y centros de gravedad, se resumen en la Figura 1. Dichos estadios, realidades o cosmovisiones distintas son: el modelo ancestral/colectivista/preconvencional o estadio II, el moderno/ individualista/ convencional o estadio III, y el integral/transpersonal/postconvencional o estadio IV. Cada uno de ellos acoge desde lo intrapersonal y subjetivo a lo social, objetivo y externo (Figura 1) (Harguindey, 1999b, p. 47).

Son cada uno de estos tres estadios o dimensiones los que predeterminan las bases de las diferentes agendas políticas (Wilber, 1995; Jordan, 1997, 1998a, Harguindey 1999). Condicionan asimismo las prioridades, escalas de valores, motivaciones y comportamientos de los individuos (Beck y Cowan, 1996). Llegan incluso a configurar la constitución anímica y los diferentes aspectos “religiosos” o espirituales del individuo: el ancestral-animista (estadio II), el moderno, propio de las civilizaciones mayormente cristianas de las democracias occidentales (III), y el adualista-panenteísta o unitivo e integral (IV). Este último resume en nuestro tiempo el espíritu detrás de la más honesta, bondadosa y sabia de gobernar y reinar, de clara influencia filosófica taoísta, según se explica de forma magnífica en recientes publicaciones (Lao Tse, 1994). Desde el punto de vista evolutivo, dichos estadios del espíritu humano conforman las diversas formas de ver el mundo a través de los llamados memes, a modo de estructuras de la conciencia que determinan, cual genes psíquicos, la forma en la que conforman toda la realidad externa (Beck, Cowan, 1996).

El estadio evolutivo convencional en el que se mueve la política oficial de nuestros días demuestra que su nivel de la conciencia, colectiva e individual, sobre todo en lo que atañe a lo intelectual, cultural y espiritual, no ha logrado mostrarse lo suficientemente amplio y elevado para acoger la globalidad de los complejos problemas existentes. Muchas de las desesperantes realidades del mundo actual piden un cambio pacífico, pero a su vez radical, basado en una nueva actitud que pueda ver más allá de los límites de cualquier realidad parcial y limitante, que al mismo tiempo sea capaz de acoger y defender las esencias básicas de cada una de ellas (Mindell, 1995; Beck y Cowan, 1996; Combs, 2000, Wilpert, 2000).

Seguir leyendo el artículo completo en el blog de Salvador Harguindey



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