15/8/10

Política y Espiritualidad: un encuentro necesario, por Pablo de la Iglesia

Compartimos este oportuno artículo de nuestro amigo Pablo de la Iglesia, Coordinador de la Universidad por el Despertar. Los últimos escritos de Pablo insisten en la necesidad de una "espiritualidad socialmente comprometida", idea que compartimos en el blog. Agradecemos su permiso para reproducir el artículo. Los enlaces son añadidos, no están en la versión original:

La espiritualidad, de acuerdo a nuestra vieja visión del mundo, es un compartimiento estanco; igual que lo es la economía, la ecología, la medicina... ¡y la política!

La espiritualidad, con frecuencia, nos sigue pareciendo cosa de gente buena y ajena a lo mundano. El estereotipo de la política es que es algo sucio y para gente dudosa de reputación. ¡Y así creamos esta realidad! Predicamos la Unidad y estamos enfermos de separación.

La política, etimológicamente ética de la polis, debe nutrirse de los mejores ciudadanos elegidos por sus congéneres para guiar a la sociedad hacia sus mejores destinos; muchos de nosotros, hemos abandonado nuestro deber cívico y eso sin duda es un escollo en nuestra evolución.

Si no podemos abrazar la “POLITICA - ESPIRITUALIDAD”, al menos animémonos a aceptar que la política debe tener en cuenta a la espiritualidad y viceversa. Como sostiene el pensador catalán, Antoni Gutiérrez Rubí, “Todo estriba en hacer lo que el filósofo Peter Singer define como ‘ampliar el círculo del nosotros’, aumentando la cantidad de personas que consideramos parte de nuestro grupo.”


La Carta de la Tierra, por citar un valioso instrumento creado para afianzar este encuentro, es una declaración de principios orientadores para promover una sociedad global justa, sostenible y pacífica; el enfoque de este documento apunta a despertar un sentido de interdependencia global y de responsabilidad compartida.

Los valores que impulsa la Carta de la Tierra responden a valores espirituales universales que son el producto de un profundo diálogo intercultural en el proceso de su redacción; por ser un documento político que llama a la acción, sobresale el sentido de esperanza en la humanidad en tanto su capacidad de crear bienestar para todos los que vivimos en este planeta y para las futuras generaciones.

La Carta de la Tierra establece pautas generales basadas en principios universales necesarios para establecer alrededor de todo el planeta estilos de vida sostenibles y eficaces para responder a los grandes desafíos de nuestro tiempo, tales como el calentamiento global, la pobreza o la inequidad en la distribución de los recursos; no se trata de reglas, sino más bien de principios éticos globales que nos pueden guiar en un mundo complejo a la hora de tomar decisiones.

La Unidad es un concepto que estimula la búsqueda de muchos movimientos espirituales en nuestro tiempo y refleja ese anhelo de “aumentar el círculo de nosotros” y la Carta de la Tierra la promueve políticamente enfatizando la gran comunidad de la vida con la cual la gran familia humana se desarrolla en forma interdependiente.

Uno de los pensadores más estimulantes en este sentido es Leonardo Boff, quien sostiene que “dos principios son fundamentales en la superación de la crisis actual por la que pasa el planeta Tierra: la sostenibilidad y el cuidado.”

Define la sostenibilidad como el resultado del uso de la razón analítica y procura lo necesario para garantizar la vida para el presente y el futuro. Por otra parte, el cuidado, tiene que ver con lo que emana de nuestra inteligencia emocional y espiritual y está definida por la forma en que nos relacionamos con las otras personas y la naturaleza.

Este pensador brasileño sostiene que articulando estos dos principios podemos devolver el equilibrio y la vitalidad a la tierra desde la toma de conciencia de nuestros propios actos cotidianos como base para un cambio total de todo el sistema.

Sin lugar a dudas, más allá de una crítica superficial a cualquier sistema económico y político, ha sido la falta de una conciencia integral en la toma de decisiones la que nos indujo a crear el escenario actual; la humanidad, a través de las búsquedas espirituales emergentes pareciera estar resolviendo este punto, aunque nos queda la duda si llegaremos a tiempo.

Ha sido fundamentalmente la visión polarizada en el aspecto puramente materialista y el olvido del propósito de nuestra existencia lo que nos condujo a esta situación; con todo, habiendo sido nuestra amputada visión materialista lo que provocó el desastre, son muchos los que aún insisten en resolverlo desde la misma lógica que lo ha creado.

En las cosas de la gente común hay un muchas iniciativas transformadores que nos ofrecen respuestas, sin embargo esto aún apenas se ve reflejado en los actos de la vieja dirigencia mundial que sigo sosteniendo lo que el pensador italiano Antonio Gramsci describió como que “lo viejo se resiste a morir y lo nuevo no consigue nacer”. Sin embargo, la dirección del futuro parece aclararse cada día más, tan sólo es nuestra resistencia la que impide que se exprese plenamente aquí y ahora.

Será imposible superar la crisis de representatividad política hasta que no permitamos que se ilumine con el amor que pone el sello a los actos más trascendentes de la humanidad; si la política no nos gusta simplemente recordemos que "es la condición humana de cada individuo la que resulta en la condición del colectivo" y hagámonos cargo de lo que nos toca.

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