27/4/07

Somos todos africanos, por Leonardo Boff


Siempre que las civilizaciones entran en crisis comienzan a mirar hacia su pasado buscando inspiración para el futuro. Hoy estamos en el corazón de una fenomenal crisis planetaria que afecta a todas las civilizaciones. Puede significar un salto rumbo hacia un estado superior de hominización, o bien una tragedia amenazadora para nuestra especie. En un momento tan radical tiene gran interés sondear nuestras raíces más ancestrales y aquel comienzo seminal en el que dejamos de ser primates y pasamos a ser humanos. Aquí debe haber lecciones que pueden sernos muy útiles.

Hoy es consenso entre los paleontólogos y antropólogos que la aventura de la hominización se inició en África, hace cerca de siete millones de años. Se aceleró pasando por el homo habilis , erectus , neandertalense hasta llegar al homo sapiens hace cerca de cien mil años. De África, éste se propagó hacia Asia, hace sesenta mil años, a Europa, hace cuarenta mil años, y para las Américas, hace treinta mil años.

África no es solamente el lugar geográfico de nuestros orígenes. Es el arquetipo primitivo, el conjunto de marcas impresas en el alma del ser humano, presentes todavía hoy como informaciones indelebles a semejanza de aquellas inscritas en nuestro código genético. Fue en África donde el ser humano elaboró sus primeras sensaciones, donde se articularon sus crecientes conexiones neurales (cerebralización), brillaron los primeros pensamientos, se fortaleció la juvenilización (proceso semejante al de un joven que muestra plasticidad y capacidad de aprendizaje) y emergió la complejidad social que permitió el surgimiento del lenguaje y de la cultura. Hay un espíritu de África, presente en cada uno de los seres humanos.

Veo tres ejes principales del espíritu de África que pueden significar una verdadera terapia para nuestra crisis global.

El primero es la Madre Tierra . Al extenderse por los vastos espacios africanos, nuestros antepasados entraron en profunda comunión con la Tierra, sintiendo la conexión que todas las cosas guardan entre sí. Incluso víctimas de la explotación colonialista, los actuales Africanos no perdieron ese sentido materno de la Tierra, también representado por la keniana Wangari Mathai, ganadora del premio Nóbel de la Paz por plantar millones de árboles y devolver así vitalidad a la Tierra. Necesitamos reapropiarnos de este espíritu de la Tierra para salvar a Gaia, nuestra Madre y única Casa Común.

El segundo eje es la matriz relacional ( relational matrix, al decir de los antropólogos). Los Africanos usan la palabra ubuntu que significa la fuerza que conecta a todos, formando la comunidad de los humanos. Es decir, yo me hago humano a través del conjunto de conexiones con la vida, la naturaleza, los otros y lo Divino. Lo que la física cuántica y la nueva cosmología enseñan acerca de la interdependencia de todos con todos es una evidencia para el espíritu Africano. A esa comunidad pertenecen también los muertos. Ellos no van al cielo, se quedan en medio del pueblo como consejeros y guardianes de las tradiciones sagradas.

El tercer eje son los rituales . Las experiencias importantes de la vida personal, social y estacional se celebran con ritos, danzas, músicas y presentaciones de máscaras, portadoras de energía cósmica. Es en los rituales donde las fuerzas negativas y positivas se equilibran y donde se profundiza el sentido de la vida.

Si reincorporamos el espíritu de África, la crisis no tendrá que ser una tragedia.


Leonardo Boff

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