22/6/07

Vivir en infinito, por José Carlos García Fajardo


En cada ser humano tenemos que ser capaces de ver lo absoluto, la creación entera. Dios, de cualquier forma que lo concibas. Es posible vivir en armonía, en la paz nacida de la equidad y de la justicia. Somos una red que sostiene espacios de libertad. Y cada uno de nosotros somos un nudo imprescindible.

Los esclavos fugitivos de Cartagena de Indias que se acogían a la comunidad de Palenque, en la selva, sobrevivieron durante siglos porque tenían unas ideas muy sencillas: la tierra es un cuerpo hecho de montes, selvas, aires y gentes. Que respira por los árboles y llora por los ríos. Y que es preciso vivir con pleno goce esta existencia. Que en el Paraíso recibirán recompensa los que han disfrutado de la vida y que en el infierno arden los que han desobedecido las sagradas voces que mandan vivir gozando con alegría y pasión.

Esta vida es un “quilombo”, no en el sentido de burdel que le hemos dado los blancos, sino en su sentido originario de la lengua bantú: campo de iniciación. Los quilombos eran espacios de libertad que fundaron en la selva los esclavos fugitivos. Tenemos que fundar quilombos a nuestro alrededor, encender un fuego para ti, quienquiera que seas, nacer de nuevo cada día y a cada instante. Un quilombo es una red que sostiene espacios de libertad. Y nosotros, cada uno, es un nudo imprescindible en esa red.

En cada ser humano tenemos que ser capaces de ver lo absoluto, la creación entera. Dios, de cualquier forma que lo concibas. Es posible vivir en armonía, en la paz nacida de la equidad y de la justicia. Del mismo modo que nos hicieron abjurar de los dioses “paganos” tenemos que liberarnos de los dioses groseros que espían y condenan y castigan y ahogan la vida.

Quizás todo sea más sencillo, como se dice en el Zen: “cuando como, como; cuando bebo, bebo; cuando me siento, me siento; cuando gozo, gozo; cuando lloro, lloro”. De ahí que no quepa pretender hacer el bien, pues eso ya encierra la búsqueda de un mérito. Vivir en infinitivo podría ser una ayuda para el camino. Porque éste sí que hay que andarlo, adaptándonos a las señales de la circulación que imponen las diferentes culturas... pero sabiéndonos libres de toda ley, excepto de la que vibra en el corazón.

Guardémonos de intentar cambiar a nadie ni de predicar doctrina alguna. Bástenos con transformar la sociedad por todos los medios. En cuanto se pueda, meteremos fuego al viejo quilombo y nos iremos, selva adentro, o mar afuera, a edificar nuevos Palenques, una vez puestos a salvo con la humanidad entera del otro lado del río. Pues los puentes no separan, unen y abrazan las dos riberas del río.

Las personas que buscan la justicia no pretenden hacer el bien. Se equivocarán o acertarán. Da igual, si no se aferran a sus prejuicios, a sus ideas ni tan siquiera a su desapego. Quien se ha puesto en camino en busca de la justicia que produce la paz no está seguro de tener siempre razón ni de saber más que los demás. Se ha puesto en camino con los brazos abiertos y con el corazón a la escucha.

Por eso es fundamental formarse, analizar las causas de la injusticia, desalienarse del bombardeo de los medios de comunicación y de una sociedad consumista que nos induce a actos compulsivos de tener, poder, triunfar... que derivan en ira, en codicia y en apego a los propios deseos.

No concibo una vida en busca de acciones virtuosas para invertir en un futuro donde me recompensen hasta el ciento por uno. Eso es una trampa que aprovecha a quienes detentan el poder, a los ricos, a los poderosos. Mientras ellos gozan de los bienes de la tierra y de las dulzuras de la amistad y de una vida familiar y comunitaria plena... los pobres deben consolarse pensando en que atesoran méritos para una vida de ultratumba, por eso les animan a que sigan caminando en este “valle de lágrimas”.

El mundo se ha hecho una aldea global, las comunicaciones nos unen en redes por las que circula la energía vital en forma de mensajes.

Las sociedades cambian al impacto de las civilizaciones y producen culturas. Las ideas degeneran en ideologías. Las intuiciones religiosas se las apropian los secuaces para dominar mediante el miedo. Es posible convivir en paz unos pueblos con otros, unas personas con otras, unas culturas con otras: el mestizaje cultural.


Fuente: José Carlos García Fajardo. Profesor de Pensamiento Político y Social (UCM) y Director del Centro de Colaboraciones Solidarias

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Por favor, no hagas comentarios insultantes o injuriosos, ni difames o acuses de faltas o delitos no probados

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.