8/1/09

El virus de la deflación, por Marc Vidal

Cuando me preguntan el porqué es tan mala la deflación siempre respondo lo mismo: porque estructuralmente es un ciclo económico que funciona en bucle. Diferentes consecuencias son los motivos. Lo que, aparentemente, son los frutos de una situación deflacionaria son a la vez las causas de que ésta se acentúe. Es muy difícil atacarla pues no se puede identificar claramente sus elementos más débiles y no es tanto una fase como un estadio. Lo que si sabemos actualmente es que los responsables de que estemos en la sala de espera de una gravísima deflación son la caída de los precios del petróleo y la detracción del consumo ante el miedo de los trabajadores a perder el empleo, cuando no lo han perdido ya. También tenemos claro que lo malo de una caída de los precios generalizada es que dicho descenso no se produce en pleno crecimiento económico y de creación de empleo sino que en plena recesión y en algunos casos en pleno embrión de algo peor. La deflación es el síntoma más evidente de que una economía está entrando en Depresión o, en algo que yo considero aun peor, una parada técnica de la economía.

Es habitual que cuando desde algún espacio de debate, alguien advierte que la deflación es el peor de los escenarios económicos posibles, surjan las voces discordantes y las alabanzas a un escenario que, a criterio de éstos, es bueno en algunos aspectos. Dicen que, en teoría, aumenta la capacidad adquisitiva de los sueldos fijos, pero la verdad es que una situación deflacionaria no sólo es un desastre sino que está en el ADN de los peores territorios de la historia económica. Pero ¿que pasa cuando entramos en deflación? ¿Cómo se produce?

  1. Todo empieza con una expectativa aparente de caída de precios. Primero motivado por algún factor determinante y luego por sus enlaces. En este caso el petróleo ha sido el detonante tras una gran especulación de divisas que se ha transformado en descenso de su coste. Sus enlaces, otras materias y productos dependientes también han empezado a caer. Las expectativas de que se va a consumir menos aumenta esa sensación de previsible caída futura a niveles desconocidos hace décadas.
  2. La gente deja de consumir por lo que la expresión “el dinero es arroz” toma todo su sentido. Al no haber consumo, no hay dinero y si no hay “materia prima monetaria” el valor que se le da al dinero es exageradamente alto y a la voluntad de gasto aun más debido a una falta de demanda evidente. El que está dispuesto a gastar se convierte en un bien preciado, el que tiene dinero y está en condiciones de querer usarlo es alguien con poder.
  3. La falta de demanda provoca quiebras y el cierre de algunos negocios por falta de facturación.
  4. La falta de facturación provoca negociaciones a la baja en plantillas y se establecen criterios de saneamiento laboral por lo que el paro aumenta.
  5. Al aumentar el paro se acentúa la caída de la demanda y se evidencia que una de las partes del “ciclo deflacionario” se convierte también en uno de sus motivos.
  6. El aumento de paro se produce por una caída de facturación. La caída de facturación se genera a partir del descenso demanda. El descenso de demanda viene dado por una expectativa de coste inferior. La expectativa de coste inferior se presenta a partir de recortes en los precios evidentes. El recorte de precios de un modo evidente se sucede cada vez más y con mayor claridad. 
  7. La caída libre de precios generalizada dificulta las opciones de cancelación de deudas y la tasación de activos se elimina. Nadie es capaz de gestionar patrimonios sin tener claro cuales son sus valores reales. Me he dedicado a la gestión patrimonial muchos años y siempre supe que en un estadio de pérdida de valor objetivo de las propiedades o activos es imposible determinar estrategias. Sin estrategias de inversión, o no hay inversión o esta se deteriora. El deterioro de la inversión destruye empleo y volvemos a otra de las fases intermedias y a retroalimentar el problema absoluto de caída de precios.
  8. La caída de valores patrimoniales o de establecimientos de inversión aumenta la falta de pago y a la larga reduce las solvencias.
  9. Ante un escenario de mora y falta de solvencia, los bancos que tampoco están para muchas bromas y donde la desconfianza sigue siendo el escenario en el que trabajan, extreman su prudencia y establecen como criterio la reducción de crédito. La diferencia de esta deflación con otras que se han vivido en otros momentos de menor intensidad es que el sistema financiero no entró en quiebra sistémica como ahora. En la actualidad va a ser mucho más complejo puesto que la inyección de líquido no garantiza, por que así se ha demostrado en la crisis financiera, pueda generar flujos económicos creíbles.
  10. La gente retiene el efectivo y deja de depositar, los fondos bancarios se ven afectados y se evidencia que el sistema financiero no tiene uso de una cantidad de dinero que no existía. El planeta tiene lo que tiene y no puede tener más. En plena deflación esa evidencia que parece ridícula se muestra con toda su crudeza. Pero lo peor es el traspaso de valor que la gente da a su dinero. Guardar el dinero se convierte en algo prioritario pues las circunstancias deflacionarias aumentan el poder adquisitivo del dinero real. Mejor lo mantengo ante una expectativa de que con lo que tengo, mañana pueda comprar más.
  11. Volvemos a tener una consecuencia que es un motivo. No gasto pensando que con lo que ahora compro uno, mañana compraré dos. Se genera una gran expectativa de caída de precios, por lo que se inicia el ciclo una vez más.
La deflación es un virus. El virus debe contar con un hospedero vivo para reproducirse, invaden las células y alteran el material genético responsable de su funcionamiento normal, con la finalidad de reproducirse en su interior. Un virus no actua hasta estar bien instalado en el interior del sistema, lo mismo pasa con la Deflación, no se evidencia y no se pone en marcha hasta que el sistema ya está técnicamente sin defensas. La inmunodeficiencia económica que provoca una recesión aumenta el riesgo de la deflación, y ésta, a su vez, ayuda, una vez está ya en el interior del problema, a que la crisis aun sea más dura. Durante un ciclo deflacionario la demanda empresarial y particular cae en picado por culpa de una expectativa de pagos más reducida a medio plazo. Además, mientras los productores se empeñan en vender sin tomar medidas alternativas, quiebran aumentando el paro lo que reduce aun mas la demanda. Y finalmente en fase deflacionaria se llega al colapso técnico de la economía pues a medida van cayendo los precios, el valor de cada unidad monetaria aumenta. La distorsión del sistema nunca fue más evidente que en una Deflación Sistémica como la que ya empezamos a notar y que está en una fase muy inicial. Digamos que si la deflación que nos espera fuese un 10, actualmente estamos en el 0,5.

En el ámbito doméstico sabemos que el gobierno ya sabe que vamos a entrar en esa fase. Por un lado ya ha actuado sobre el aumento de precios públicos injustificadamente para atacar artificialmente esa tendencia a la baja de los precios y por otro por primera vez, ha deflactado la tarifa del IRPF, las deducciones familiares, personales y de trabajo. Esta situación hará que Hacienda recaude de menos. Esa menor recaudación aumentará el agujero que están escarbando con esmero, pero esa es otra historia.

En este orden de cosas, en el sentido de los errores dispuestos ya irremediables está la actitud del BCE. El próximo 15 de enero recortará el precio del dinero que pasará del 2,5% actual al 2%. Error porque lo que tiene que empezar ya a disponer es lo contrario, pues esta entidad puede dejar que la inflación descienda muy por debajo del 2% a medio plazo y durante un largo periodo. Si no cambian de actitud serán cómplices de esta deflación en plena recesión europea.

Fuente (texto y foto): Blog del economista Marc Vidal

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