29/2/08

El rescate de la utopía, por Leonardo Boff


Leonardo Boff es teólogo, filósofo y escritor.

En el desamparo en que se encuentra la humanidad actual se hace urgente rescatar el sentido libertador de la utopía. En verdad, vivimos en el ojo de una crisis de civilización de proporciones planetarias. Toda crisis ofrece oportunidades de transformación y riesgos de fracaso. En la crisis, se mezclan miedo y esperanza, especialmente ahora que estamos ya dentro del proceso de calentamiento planetario. Necesitamos esperanza, la cual se expresa en el lenguaje de las utopías. Éstas, por su naturaleza, nunca van a realizarse totalmente, pero nos mantienen caminando. Bien dijo el irlandés Oscar Wilde: «Un mapa del mundo que no incluya la utopía no es digno de ser observado, pues ignora el único territorio en el que la humanidad siempre atraca, partiendo enseguida hacia otra tierra aún mejor». En Brasil, el poeta Mário Quintana observó acertadamente: «Si las cosas son inalcanzables… ¡oye! / No es motivo para no quererlas / ¡Qué tristes los caminos si no fuera / la mágica presencia de las estrellas!».

La utopía no se opone a la realidad, mas bien pertenece a ella, porque ésta no está hecha solamente de aquello que es, sino de lo que todavía es potencial y que un día puede ser. La utopía nace de este trasfondo de virtualidades presentes en la historia y en cada persona. El filósofo Ernst Bloch acuñó la expresión principio-esperanza. Por principio-esperanza, que es más que la virtud de la esperanza, él entiende el inagotable potencial de la existencia humana y de la historia, que permite decir no a cualquier realidad concreta, a las limitaciones espacio-temporales, a los modelos políticos y a las barreras que cercenan el vivir, el saber, el querer y el amar.

El ser humano dice no porque primero dijo sí: sí a la vida, al sentido, a los sueños y a la plenitud ansiada. Aunque de manera realista no entrevea la plenitud total en el horizonte de las concretizaciones históricas, no por eso deja de anhelarla con una esperanza que jamás se apaga. Job, casi a las puertas de la muerte, podía gritar a Dios: «aunque me mates, aun así espero en Ti». El paraíso terrenal narrado en Génesis 2-3 es un texto de esperanza. No se trata del relato de un pasado perdido que añoramos, es más bien una promesa, una esperanza de futuro hacia cuyo encuentro caminamos. Como comentaba Bloch: «el verdadero Génesis no está al principio sino al final». Sólo al término del proceso evolutivo serán verdaderas las palabras de las Escrituras: «Y vio Dios que todo era bueno». Mientras evolucionamos no todo es bueno, sólo es perfectible.

Lo esencial del Cristianismo no reside en afirmar la encarnación de Dios −otras religiones también lo hicieron−, sino en afirmar que la utopía (aquello que no tiene lugar) se volvió eutopía (un lugar bueno). Hubo alguien en cuya muerte no sólo fue vencida la muerte, lo que todavía sería todavía poco, sino en quien irrumpieron interior y exteriormente todas las virtualidades escondidas en el ser humano. Jesús es el «novísimo Adán», en expresión de san Pablo, el homo absconditus ahora revelado. Pero él es sólo el primero entre muchos hermanos y hermanas; nosotros le seguiremos, completa san Pablo.

Anunciar tal esperanza en el actual contexto sombrío del mundo no es irrelevante. Transforma la eventual tragedia de la Tierra y de la Humanidad, debida a amenazas sociales y ecológicas, en una crisis purificadora. Vamos a hacer una travesía peligrosa, pero la vida estará garantizada y el Planeta todavía se regenerará.

Los grupos portadores de sentido, las religiones y las Iglesias cristianas deben proclamar desde lo alto de los tejados semejante esperanza. La hierba no creció sobre la sepultura de Jesús. A partir de la crisis del viernes de la crucifixión, la vida triunfó. Por eso la tragedia no puede tener la última palabra. La tiene la vida, en su esplendor solar.


Fuente: Koinonia

Más información sobre Leonardo Boff en Wikipedia y en su blog

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Vídeo: Usa protector solar

Un vídeo que te sorprenderá.



Visto en el blog Ande yo libre ríase la gente

28/2/08

Adhesiones al Manifiesto contra el voto xenófobo

El pasado día 18 publicábamos en este blog el Manifiesto contra el voto xenófobo cuando estaba en su fase de borrador y recogida de firmas. La iniciativa ha surgido del mundo académico pero tiene también adhesiones del mundo asociativo. Presentamos la versión final difundida ayer a los medios de comunicación y la relación de adhesiones.

MANIFIESTO CONTRA EL VOTO XENÓFOBO

La población que ha inmigrado en España en las últimas décadas lo ha hecho atendiendo, entre otras razones, a la fuerte demanda de mano de obra que nuestro mercado laboral ha planteado. Su inserción laboral ha corregido determinados desajustes y carencias que se producían en este mercado, y con ello ha permitido el mantenimiento de unos índices de crecimiento económico que han sido los mayores de nuestra historia reciente. Las aportaciones de la inmigración van mucho más allá de las económicas, pero éstas han de ser hoy afirmadas con claridad a la luz del debate que se está produciendo.

Esta inmigración ha sido recibida con unas políticas restrictivas que respondían a la idea de que aquí no necesitábamos inmigrantes, las mismas que rigen en toda Europa desde hace tres décadas. El resultado ha sido que la mayor parte de las personas no comunitarias establecidas en España no han podido inmigrar por un cauce legal y han pasado por largos períodos de situación administrativa irregular, períodos en los que han carecido de derechos y han sido fácilmente explotables en el terreno laboral. Nuestra sociedad no ha dado la bienvenida a unas personas de las que tanto beneficio ha sacado, y el trato que éstas han recibido no puede ser calificado de ningún modo como integrador.

Por otra parte, la ausencia de políticas de integración, que no aparecen en el ámbito del gobierno español hasta 2004, y la falta de adaptación de los servicios públicos al crecimiento demográfico que la inmigración ha supuesto (especialmente desde mediados de los noventa), han generado déficit de los que sólo las administraciones públicas son responsables. De tales déficit, las víctimas son tanto la población autóctona como la inmigrada.

Los planteamientos realizados en la presente campaña electoral por parte del PP, tales como el contrato de integración, la obligación de los inmigrantes a adaptarse a las costumbres españolas, o la vinculación entre inmigración y delincuencia, constituyen una nueva agresión contra unas personas que no han recibido un trato integrador y a las que se ha mantenido en situación de inferioridad de derechos en muchos aspectos. Tales propuestas culpabilizan a los inmigrantes de falta de integración y acentúan los prejuicios populares que también los culpabilizan de casi todos los males que afectan a nuestra sociedad: de las carencias de los servicios públicos, de los bajos salarios, de la delincuencia, etc.

La intencionalidad de estas propuestas responde a lo experimentado en los últimos 20 años en casi todos los países europeos: el mensaje xenófobo da votos. Muchos son los partidos conservadores que han ganado elecciones recurriendo a este mensaje. No importa el daño que se le hace a la sociedad, el quiebro que se produce en la cohesión social, los conflictos sociales que se incentivan. Todo vale para ganar las elecciones.

Quienes subscribimos este manifiesto queremos afirmar que no todo vale, y que quien recurre a incentivar la xenofobia para ganar unas elecciones debe pagar un precio por ello.

Es necesario que los votantes demos una lección a los partidos políticos, demostrándoles que el discurso xenófobo también puede servir para perder elecciones. Si bien en Europa hasta ahora siempre había sucedido lo contrario, el año 2008 comenzó con un cambio de signo: fue precisamente el discurso xenófobo lo que hizo perder las elecciones en el Estado alemán de Hesse al candidato conservador. El electorado alemán mostró, en esta ocasión, una madurez que se ha convertido en una lección para todos los europeos y que nos ha de guiar en España en las elecciones del 9 de marzo.

Frente al discurso xenófobo reivindicamos unas políticas relacionadas con la inmigración cuyos ejes sean el avance en las medidas antidiscriminatorias, la inversión en servicios públicos acorde con los incrementos de población producidos y la equiparación efectiva de derechos para todas las personas que residen en nuestro país. Emplazamos a todas las fuerzas políticas a concluir, de una vez por todas en la próxima legislatura, las reformas que sean necesarias para la concesión del derecho de voto a todas las personas mayores de edad con residencia estable en España.

El 9 de marzo la xenofobia ha de sufrir una derrota y hemos de encaminarnos hacia la construcción de una sociedad más integradora. Quienes han apostado por el discurso xenófobo para ganar las elecciones deben perderlas. Es mucho lo que está en juego, y es por ello por lo que convocamos, a cuantas personas se quieran sumar a esta iniciativa, a ser activas en la lucha contra el voto xenófobo.


Suscrito por:

Albert Recio Andreu. Universitat Autónoma de Barcelona
Alberto Hidalgo. Universidad de Oviedo
Alessandra Olivi. Universidad de Sevilla
Alfonso Dubois. Universidad del País Vasco
Alfredo Blanco Andray. Universidad Politécnica de Madrid
Ángel G. Chueca Sancho. Universidad de Zaragoza
Antolín Granados Martínez. Universidad de Granada
Antonia Olmos Alcaraz. Universidad de Granada
Antonio Izquierdo Escribano. Universidad de Coruña
Arantzazu López de Luzuriaga. Universidad Rey Juan Carlos
Artur Aparici Castillo. Universitat Jaume I
Asunción Cifuentes. Universidad de Burgos
Asunción Colás Turégano. Universitat de València
Beatriz Macías Gómez-Stern. Universidad Pablo de Olavide de Sevilla
Beatriz Pérez Galán. Universidad de Granada
Carlos Arrabal Miguel. Universidad Politécnica de Madrid
Carlos Mario Gómez. Universidad de Alcalá de Henares
Carlos Morla Juarista. Universidad Politécnica de Madrid
Casimir Nalda Auxina. Universitat Politècnica de València
Claudia Pedone. Universitat Autónoma de Barcelona
Concepción Carrasco Carpio. Universidad de Alcalá de Henares
Dolores Juliano. Universitat de Barcelona
Eduardo Terrén. Universidad de Salamanca
Elena Ruiz Ruiz. Universidad de Valladolid
F. Javier García Castaño. Universidad de Granada
Félix Etxeberria Balerdi. Universidad del País Vasco
Fernando González Alonso. Universidad Pontificia de Salamanca
Francisco Fernández Buey. Universitat Pompeu Fabra
Gemma Santa Olalla Mariscal. Universidad de Burgos
Gregorio Aragón Rubio. Universidad Rey Juan Carlos
Héctor Silveira. Universitat de Lleida
Ignacio Nadal Perdomo. Universidad de Las Palmas de Gran Canaria
Inma Antolínez Domínguez. Universidad de Granada
Inmaculada Cebrián. Universidad de Alcalá de Henares
Jaime Cervera Bravo. Universidad Politécnica de Madrid
Jaime Ferri Durá. Universidad Complutense de Madrid
Javier de Lucas. Universitat de València
Javier Esguevillas. Universidad Rey Juan Carlos
Javier Martínez Peinado. Universitat de Barcelona
Jesús Montoya Juárez. Universidad de Granada
Jesús Muñoz. Universidad de Burgos
Joaquim Sempere. Universitat de Barcelona
Joaquín Arango. Universidad Complutense de Madrid
Joaquín Seoane Pascual. Universidad Politécnica de Madrid
Jorgelina Barrera. Universidad de Barcelona
José A. Estévez Araújo. Universitat de Barcelona
José Alfredo Bravo Fernández. Universidad Politécnica de Madrid
José Antonio García Fernández. Universidad Complutense de Madrid
José Fernández Echeverría. Universidad de Granada
José Luis Ceresuela Soria. Universidad Politécnica Madrid
José Luis Martín Sanz. Universidad Europea de Madrid
José M. Iriondo. Universidad Rey Juan Carlos
José Manuel Palacios Alberti. Universidad Politécnica de Madrid
José Miguel Rodríguez. Universidad Autónoma de Madrid
Joseba Achotegui. Universitat de Barcelona
Josep Miquel Palaudarias. Universitat de Girona
Juan B. Martínez-Laborde. Universidad Politécnica de Madrid
Juan José Bueno Aguilar. Universidad de A Coruña
Laura Zúñiga Rodríguez. Universidad de Salamanca
Liliana Suárez Navaz. Universidad Autónoma de Madrid
Lorenzo Capellán de Toro. Universidad de Granada
Lourdes Gaitán Muñoz. Universidad Complutense de Madrid
Luis Giménez Benavides. Universidad Rey Juan Carlos
M. Rosa Terradellas. Universitat de Girona
Maite Alemany. Universitat de València
Marcelino de la Cruz Rot. Universidad Politécnica de Madrid
María Antonieta Delpino. Universidad de Salamanca
María Dolores Pérez Grande. Universidad de Salamanca
María Felicidad Bógalo Román. Universidad de Burgos
María García-Cano Torrico. Universidad de Granada
Maria Jesús González Fernández. Universidad Politécnica de Madrid
María Luisa Iglesias. Universidad de Las Palmas de Gran Canaria
Maria Margarita Echeverri Buriticá. Universidad Complutense de Madrid
Maria Vega Asensio Herrero. Universidad del País Vasco
Martín Rodríguez Rojo. Universidad de Valladolid
Mayte Bejarano. Universidad de Castilla-La Mancha
Miguel A. Bernabé. Universidad Politécnica de Madrid
Miguel Ángel Ibáñez Ruiz. Universidad Politécnica de Madrid
Miguel Pajares. Universitat de Barcelona.
Miquel Izard. Universitat de Barcelona
Mónica Ortiz Cobo. Universidad de Granada
Natalia Moraes Mena. Universidad de Granada
Natividad Fernández Sola. Universidad de Zaragoza
Nieves González Delgado. Universidad de Burgos
Olga Jubany Baucells. Universitat de Barcelona
Paola Carolina Solís Rojas. Universidad Pablo de Olavide de Sevilla
Patricia Laurenzo Copello. Universidad de Málaga
Patricia Onieva. Universidad Complutense de Madrid
Rafael Domínguez Martín. Universidad de Cantabria
Rafael Grasa Hernández. Universitat Autónoma de Barcelona.
Rafael Muñoz de Bustillo. Universidad de Salamanca
Rafaela Díaz Villalobos. Universidad de Extremadura
Ricard Zapata-Barrero. Universitat Pompeu Fabra
Rosalinda Sánchez Hípola. Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid
Rubén Milla. Universidad Rey Juan Carlos
Rubén Pérez Rodríguez. Universidad de Granada
Rubén Torices Blanco. Universidad Rey Juan Carlos
Ruth Ferrero. Universidad Complutense de Madrid.
Ruth M. Mestre i Mestre. Universitat de València
Sandra Gil Araujo. Universidad de Granada
Sergio Barba-Romero. Universidad de Alcalá
Silvia Carrasco Pons. Universitat Autónoma de Barcelona
Teresa Alario. Universidad de Valladolid
Ubaldo Martínez Veiga. Universidad Nacional de Educación a Distancia
Virginia Martínez Lozano. Universidad Pablo de Olavide de Sevilla
Virtudes Albertos Pérez. Universitat Politècnica de València
Xavier Pedrol Rovira. Universitat de Barcelona.
Xosé Manoel Núñez Seixas. Universidad de Santiago de Compostela


Se adhieren

Del tejido asociativo:

Àgata Sol Rueda (secretaria general de la Comissió Catalana d'Ajuda al Refugiat). Alejandro Ezaro (Associació de Suport a les Organitzaciones Populars Xilenes). Ana Bermejo Arteagabeitia (Asociación de Especialistas en Prevención y Salud Laboral). Ana Terrazas (Secretaría de inmigración de Comisiones Obreras de La Rioja). Aurora Maciá González (Asociación Elche Acoge). Azahara Leal del Pozo (Federación Andalucía Acoge). Blanca Ruiz (coordinadora de Red Acoge). Boris Hernández Malmierca (Fundación Sevilla Acoge). Carlos Sanchos (ACSUR-Las Segovias-Catalunya). Carmela Mateos (Foro Social de Cáceres). Cristina Mesa Tovar (Asociación Yirkala). Cristóbal Cervantes Flores (Espiritualidad y Política). Daniela P Slavlova (Fundación Pablo Iglesias). Diana Dinu (presidenta de Quórum, asociación de mediadores rumanos). Eduardo Hernando (Asociación Teatro Kuku Bazar Antzerkia). El Hassane Jeffali (Associació Adib Biladi). Esteban Tomás Navarro (AESCO, América-España, Solidaridad y Cooperación). Esther Alonso Marín (Geólogos del Mundo). Eva Martínez Ambite (Anzadeia). Francisco Solans Puyuelo (Sos Racismo País Valencià). Gemma Bové Pañach (Fundación Món). Gilmer Alarcón Requejo (presidente de Asociación Iberoamericana Constitucionalismo y Democracia). Guillermo Meza Luzuriaga (Tvmaslatino, canal on line Madrid). Isabel Huete García (adjunta Secretaría de Migraciones de CC.OO). J. Vidal García Alonso (director de Alides, Alianzas para el Desarrollo). Javier Aguirregabiria Povedano (Sodepaz Nafarroa). Jesús Pecharroman Hernández (Foro Social de Cáceres). Jordi Roglà (director de Cáritas Diocesana de Barcelona). José Antonio Jiménez Gálvez (adjunto Secretaría de Migraciones de CCOO). José Blanco (Revista Metamorfosis). Josep Bertomeu Curto (abogado de Comisiones Obreras de Barcelona). Julio Ruiz Ruiz (secretario de Migraciones de CCOO). Karina Pacheco Medrano (Asociación de Investigación y Especialización sobre Temas Iberoamericanos). Katia Cascante Hernández (Fundación Alternativas). Marcela Ciobanu Sarbusc.( presidenta de Asocrom). Miguel Angel de Prada (Colectivo Ioe). Mohammed Anouar Haidour (Secretaría de Migraciones de Comisiones Obreras). Nuria Álvarez Agüí (Tlaxcala). Olga Recio Gil (Secretaría de Migraciones de Comisiones Obreras). Ousseynou Niang (asociación Media África). Raquel Guerola Bravo (Primera acollida Scai-Sabadell). Raúl Martínez i Ibars (Gabinet d'Estudis Socials). Rómulo Correa (presidente de la Asociación de Uruguayos en Cataluña). Salomé Acuña Benítez (USO Canarias). Salva Lacruz (CEAR País Valencià). Samia Sanan (Creativity Center). Santiago González Hernández (Adobes). Simón Rosado Sánchez (secretari d'Acció Sindical i Política Sectorial de la Comissió Obrera Nacional de Catalunya). Teresa Froilán (Comité de Solidaridad con África Negra de Talavera). Victoria Elizabeth Villagómez Morales (Almenara Estudios Económicos y Sociales). Virginia Tapia Hompanera (Cruz Roja). Xavier Vallvé i Duaigües (Gabinet d'Estudis Socials). Yolanda Juarros Barcenilla (Asociación Educarueca). Aesco Barcelona. Asociación Casal Colombiano. Asociación Socio Cultural de mujeres "Ellas cuentan". Aula de Paz y Desarrollo de la Universidad de Burgos. Comité de Solidaridad con África Negra de Talavera. Comité de Solidaridad con el África Negra de Valladolid. Comité Oscar Romero de Madrid. Comunidad de Vanguardia Obrera. Comunidades Cristianas Populares. Federación de asociaciones de SOS Racismo en el Estado español. Federación de Comités de Solidaridad con África Negra.

De otros ámbitos:

Adoración Camacho Blázquez. Alberto Hidalgo Hermoso. Ángeles Benito de Benito. Ángeles Leal Pardo. Ángeles Marta Vallejo Aparici. Antonio Mas Colom. Antonio Ortiz López-Cámara. Bashkim Shehu. Beatriz Jiménez Hernández. Bixente Serrano Izko. Carles Jardí Pinyol. Carmen Mateos Caballero. Carmen Rodríguez Espiña. Caty R. Concha Cirujano. Consuelo Sánchez González. David Lozano. David Vidarte. Elena Sánchez Garrido. Emilia Paz Pérez Aparicio Enrique Sánchez Airas. Enrique Santiago Romero. Ernesto Carrión Sablich. José Martín. Ernesto Páramo. Estrella Nicolás. Federico Javier Duo Martín. Ferran López i Abad. Francisco Acedo Fernández Pereira. Guillermo Escolano Felip. Isabel Mohino. Jacqueline Edwards Gutierrez. Joan Francesc Marco. Joan R. Puig Pellicer. José Carlos Illan Sailer. José Luis Gallego de Cáceres. José Luis Ramos Morcillo. José Luiss Villegas Saugar. José María García. José Redondo de Francisco. José S. Cardona Torres. Juan José García Martínez. Juan Segovia Martínez. Juana Lorenzo Montero. Loli Tobio Sueiro. Mª Victoria Díaz Palacios. Manuel Cardós Torres. Manuel Cerezo Lasne. María Enguix. María Jesús Sánchez Garrido. Martín Bolívar Belgrano. Matilde Fernández Sanz. Mercedes del Olmo García. Miguel Ángel Herrero. Mónica A. Carrión Gualdo. Montserrat Díaz Palacios. Nora Mendoza Izquierdo. Nuria Sobrino Hijosa. Oleg Bondar. Oleksander Voronyuk. Olga Serrano Arévalo. Otilio Sánchez Palomares. Paloma Pola. Paz Rodríguez Tato. Pilar Felipe Martínez. Rafael Monroy González. Ramón González Orta. Ricardo López Dusil. Roberto Labandera Ganachipi. Roxana Delpino Goicochea. Sagrario Arana Ariz. Salah Jamal. Sergio Salaverry. Sonia Alcázar Cano. Tomàs Biosca i Esteve. Vicente Marzo Galarza. Víctor Manuel Casco Ruiz. Virginia Ibáñez Rodríguez. Virginia Portal. Yolanda Villavicencio Mapy.

Han manipulado hasta la crispación, por Benjamín Forcano

Benjamín Forcano es sacerdote y teólogo

Los humanos podremos parecernos a un rebaño, pero no somos un rebaño. Que lo seamos es lo que buscan los mastines de la cosa pública. Ellos conocen muy bien las leyes de los comportamientos gregarios; las claves para dominar con el menor costo posible.

El hombre tiene el privilegio de ser libre, aun cuando infinitud de veces ignore que es esclavo de sí mismo y de la sociedad. Y es que llegar al ejercicio de una libertad personal no es nada fácil. En toda sociedad la realidad se interpone entre nuestro yo y el poder informativo. Lo que pasa es que a nadie se le ofrece directa la cara de la realidad; cuando creemos apresarla, hay otros que ya lo han hecho –los dueños del poder mediático–, y nos la muestran modificada con colores del propio interés e ideología.

La vida política, especialmente ahora en nuestro país, es un escenario-reflejo de lo dicho. Lo ha mostrado hasta la saciedad el PP.

El atentado del 11-M es un hecho superclaro del terrorismo islámico. Las elecciones de marzo de 2003, ganadas por el PSOE mediante decisión soberana y mayoritaria del pueblo, es un hecho superclaro. La ilegal, injusta e inmoral participación de España en la guerra de Irak autorizada por el presidente y Gobierno de entonces es un hecho superclaro. La frustración, el rencor y la voluntad del PP, con Aznar a la cabeza, de no aceptar de facto la derrota de las elecciones, es un hecho superclaro.

El acierto de Zapatero de sacar las tropas españolas de Irak es un hecho superclaro. El carácter democrático y moral de las leyes promulgadas por el actual Gobierno: LOE, Matrimonios Homosexuales, Igualdad entre Hombres y Mujeres, Inmigración y Políticas de Normalización, Dependencia y Estado de Bienestar, etc. son hechos superclaros.

Son hechos superclaros el aumento de las pensiones, el descenso progresivo del desempleo, el crecimiento de la economía, la consensuada imparcialidad de la televisión pública, la superaumentada participación de la mujer en puestos de la vida política, etc. Hecho superclaro es la voluntad del Gobierno, debatida y aprobada en su momento por el Parlamento, de abrir negociación con ETA para erradicar para siempre toda amenaza, extorsión, agresión, secuestro y muerte en el País Vasco.
Pues bien, aún siendo así, hay que seguir negando y deformando los hechos y reafirmar que en el presidente del Gobierno sólo ha habido desaciertos.

Es mentira, pero no se ha dejado de repetir, que Zapatero era un débil, un insustancial, un ignorante, un descerebrado en política, un rompedor de España, un juguete de los terroristas etarras, un vendido, un enemigo declarado de la religión católica y de los valores del matrimonio y de la familia, un urdidor de leyes inmorales, un desastre para la imagen de España en su política exterior, un colmo de desaciertos. Zapatero es el responsable de todo, el tirano democratizado, el tonto elegido por más de doce millones de españoles engañados, hay que acabar con él, destruirlo, es el anti-cristo.

Y llegó el lunes el debate más esperado. No fue una sorpresa. El sr. Rajoy volvió con su obsesiva negatividad: Vd., sr. Zapatero, no ha hecho nada en economía, no tiene ninguna idea sobre España, ha hecho de la inmigración un coladero, no le han importado los problemas reales de la gente, no ha hecho sino dividir y crispar, ha negociado con ETA, ha agredido a las víctimas, ha mentido y engañado… Ya podía el presidente desgranarle con datos comparativos la distancia abrumadora entre lo que el PP hizo en sus dos legislaturas y lo hecho por el PSOE en la actual. El sr. Rajoy cero vista y cero oídos. Saltaba a la vista la mejora en todos los campos, cero percepción; ningún reconocimiento, ni una mínima aprobación. No le interesaba el bien de España, sino negar y negar, descalificar, arreglárselas para volver al poder. ¡Qué horror de nihilismo!

Quienes desde fuera contemplan lo que ocurre en nuestro país se quedan pasmados ante las barbaridades que se profieren contra Zapatero.

Los hechos son superclaros. Es obvio que el presidente Zapatero ejerce políticamente un estilo respetuoso, dialogante, humilde y a la vez firme, que aplica desde un Gobierno representado y apoyado por la mayoría. Y es mérito suyo el aguante que ha demostrado ante tanta y tan zafia agresividad.

Si buscamos una explicación a lo descrito, encontraremos que viene de atrás. Los pueblos tienen su historia y el pasado cuenta en el presente. Lo explica en parte un hecho histórico fundamental: en la vida política de España, la Iglesia de la cristiandad o del nacionalcatolicismo siempre anduvo de mano del capitalismo y de la derecha. Se habló de la herejía de cristianos por el socialismo, pero nunca de la herejía de cristianos por el capitalismo. Al socialismo se lo tenía bien marcado por ateo, anticlerical, laicista, perseguidor de la Iglesia y marginador de la Religión. Tras él se esconde –se vuelve a afirmar hoy– el enemigo que pretende arrinconar a la Iglesia y borrar toda huella de Dios en la sociedad. Su meta es sustituir a la Iglesia con una nueva doctrina, unas nuevas leyes, unos nuevos valores y un nuevo credo.

Este es el leitmotiv de ciertos eclesiásticos actuales. El Vaticano II reconoció que la Iglesia, atrincherada en la Edad Media, resultó en buena parte antimoderna, anacrónica, incompatible con la libertad y el progreso, obstaculizadora de la democracia y de los derechos humanos.

Desgraciadamente, los fantasmas reviven y siguen asustando: “el socialismo es un peligro para la Iglesia, una degradación ética, una claudicación de la unidad de España”.

Hoy, sin embargo, estamos en tiempos nuevos. Creyentes y no creyentes estamos destinados a entendernos como personas y ciudadanos. Todos compartimos una fe común en el ser humano, y unos y otros asumimos una perspectiva política laica, sea cual sea el partido que esté en el Gobierno. Esa perspectiva se hace operativa estableciendo leyes que regulen la convivencia de todos, aplicando una ética y leyes comunes, vinculantes para todos.

Sin privilegios ni discriminaciones, caminamos hacia la casa común de la dignidad humana, de la razón, de la libertad, de la ética natural, del respeto y confianza mutuas. Las religiones, hechos naturales y legítimos, se erigen sobre esa base y están en su derecho de ofrecer valores, promesas y horizontes específicos que consideren importantes para la felicidad del hombre. Pero libremente.


Fuente: Público


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27/2/08

Lejos del debate, por Koldo Aldai

Dicen que fue un éxito, que el estado de derecho salió fortalecido. Apuntan los comentaristas que el debate electoral televisado entre Rajoy y Zapatero fue toda una lección de democracia. Por lo visto esa catarata de insultos, descalificaciones, estadísticas infladas a beneficio del interesado y algún que otro argumento peregrino, es un ejemplo de civismo encomiable. No deseo medir a los dos por el mismo rasero, simplemente apuntar que nadie debiera vanagloriarse de tan poco didáctico y edificante espectáculo. No hubo ganador, ni vencedor en ese interminable cruce de reproches. El 25/F perdimos todos, al constatar el grado de confrontación de estas dos Españas, por cierto no las únicas. En el plató de IFEMA se escenificó un fracaso colectivo, perdimos todos al observar tanta agresividad exportada al mundo, al contemplar a los líderes nacionales hasta tal grado enzarzados.

Rajoy no merece ser presidente, no es preciso siquiera repasar su programa, después del grado de crispación, cuando no de odio, que él y su partido vienen desde muy atrás, hasta el día de hoy generando. Ojalá revalide Zapatero en la presidencia, pero que nadie, tampoco los socialistas blandan victorias. Son batallas gratuitamente duras, cargadas de mucha agresividad, para que nadie se pueda enorgullecer de haber triunfado. En medio de todo el destrozo verbal, no puede haber ganadores.

Ni siquiera los socialistas se vanaglorien de victorias, después tan tímidas apuestas en el ámbito de la vivienda, de la defensa de la Tierra, de la paz en el País Vasco, de la ampliación de libertades… Muchos deseamos que Zapatero vuelva a formar gobierno, que la reacción y su visión cerril de la vida, su política de cercenamiento de libertades, su fatal lógica de contundente violencia de Estado…, no alcancen el poder, pero no pueden hablar los socialistas de victoria brillante, eso es otra cosa. Eso es cuando los líderes logran unir a un pueblo en torno a grandes ideales, a más ambiciosas visiones, cuando las palabras “encuentro”, “diálogo”, “referéndum” no suscitan espanto…

Mientras que discurría el enconado pugilato discursivo, en la “2” echaban una bellísima película portuguesa sobre una madre, profesora de historia, que junto a su niña recorre en un crucero el Mediterráneo, mostrándole a la pequeña las mil y un maravillas que guardan sus ciudades. Yo también acabé subiéndome a ese barco. Cada vez me alejaba más y más de esa mesa de la discordia nacional. Poco me ataba a unos discursos agotados. A la hora del ansiado macro-debate me sorprendía a mí mismo en medio del mar inmenso abierto y generoso, lejos de la batalla que se libraba en el recinto ferial madrileño.

De vuelta de las pirámides de Egipto, nada había cambiado. Rajoy había desplegado su artillería más hiriente y se permitía al final el lujo de evocar a la niñas españolas que están naciendo y augurarles un futuro de felicidad con él en el poder. Pero las niñas ponen su mirada en otro horizonte diferente, más alegre, creativo y fraterno, que el que promete el jefe de una demoledora y violenta oposición. Navegan por el Atlántico y el Mediterráneo con todos los vientos de la libertad a sus espaldas.

Zapatero aguantó un bombardeo verbal injustificado y arrasador y aún sacó fuerzas, yo no sé de dónde, para concluir ante las cámaras con un discurso de esperanza, imprescindible final de alivio. Si el presidente volcara más al horizonte, si estuviera menos atado a los escrutinios, si incluyera a Itaca en su mapa…, muy probablemente la niña también le haría sitio en su barco.



Fuente: Autor

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24/2/08

Dios y césar, por Manuel Castells

Jesucristo, además de Dios, era muy listo. Y sabía que su reino estaba en los cielos, o sea, en la mente de las personas, el verdadero lugar de residencia de los dioses de cada uno. De ahí su admonición a dar al césar lo suyo y a Dios lo que le corresponde. O sea, que prescribió, sin ambigüedad, la separación entre la Iglesia y el Estado.

Pero, igual que ocurrió con otros revolucionarios, sus enseñanzas, aún vivas para quien lea los Evangelios en su contexto y sin sectarismo, fueron traicionadas a lo largo de la historia por quienes se erigieron en poder teocrático sobre los cuerpos mediante la imposición de su monopolio en el negocio de almas. Porque la Iglesia, según el cristianismo pata negra, no son ellos (los obispos), sino nosotros (los creyentes, cada uno a su manera). Y así fue en los orígenes y así sigue siendo. Por eso hay mil millones de católicos y otros cientos de millones de cristianos en el mundo, para la mayoría de los cuales su espiritualidad, su refugio y su búsqueda de sentido y de moral no dependen de edictos jerárquicos, sino del diálogo íntimo que sus redes neuronales establecen con el dolor de la existencia y el misterio de la esperanza. Tal es la razón por la cual el cristianismo ha sobrevivido dos mil años, superando incluso la más grave amenaza, la que vino de sus peores enemigos: los que mataron, torturaron, saquearon, censuraron y abusaron en su nombre, haciendo de ello su Santo Oficio. Pero hasta las raíces más profundas se van debilitando con el viento de la historia cuando la experiencia interior de las ovejas (blancas y negras, todos a una) contrasta con los berridos de sus pastores.

Por eso la Iglesia católica como aparato va perdiendo influencia en la práctica de la gente en un contexto mundial en el que, al contrario, Dios está más vivo que nunca y la religiosidad en sus distintas manifestaciones (incluidas formas nuevas de espiritualidad panteísta) está en alza en la mayor parte del planeta.

Estudios como los de Inglehart y Norris, sobre la base de los datos del World Values Survey de la Universidad de Michigan, muestran el auge de la religión en el mundo, con una gran excepción: Europa Occidental, precisamente la cuna del catolicismo. Y otros análisis muestran que en América Latina, el área con el mayor número de católicos del mundo, las distintas confesiones evangélicas cristianas están desplazando la influencia de la Iglesia católica entre los sectores más populares de la sociedad. Y es que a pesar del testimonio y el heroísmo de tantos y tantos curas de base siguiendo a la gente en su vida tal como es y proporcionándoles consuelo y guía sin recurrir al ordeno y mando, la colusión de la jerarquía con los poderes fácticos de siempre y la hipocresía de quienes defienden la familia y encubren a sus legionarios pederastas van minando poco a poco la influencia de quienes interpretan a Dios según sus intereses económicos, políticos y personales, reproduciendo a la Iglesia como aparato de poder.

Ello no implica que la Iglesia deje de defender principios morales y religiosos fundamentales, como la familia o la defensa de la vida del feto o la condena de la manipulación genética, aunque estos principios deban ser adaptados a cada situación.

Los líderes religiosos tienen perfecto derecho (un derecho constitucionalmente protegido) a posicionarse en temas éticos centrales y constituirse en referencia con respecto a sus fieles. En lo que puede parecer una paradoja, cuando el conservador cardenal Ratzinger se convirtió en Benedicto XVI, escribí un artículo esperanzado en este mismo diario porque me pareció que representaba un papado de valores, por discutibles que esos valores sean para muchos, sobre todo los jóvenes. Porque ese es el dominio propio de Dios. Y para que esos valores puedan progresar en contra del individualismo competitivo y el consumismo destructor que caracterizan nuestra cultura, es necesario recurrir a la autoridad moral, al ejemplo, al testimonio. Todo eso queda en agua de borrajas, sobre todo para los jóvenes, cuando se mezcla con consignas políticas, con la intervención directa en los asuntos del Estado, con la bendición de guerras sucias y el silencio ante la opresión. Afortunadamente, el contexto español actual es menos dramático que todo eso. Pero sigue presente el reflejo eclesiástico de instrumentalizar a los creyentes en aras de causas políticas no sólo terrenales sino controvertidas, en conflictos que tienen cristianos sinceros y menos sinceros de los dos lados. ¿O es que quienes están por plantear pacíficamente la independencia de Euskadi o de Catalunya son menos católicos que los otros? ¿Se le va a negar la comunión a los ciudadanos en función de su voto?

E incluso cuando gobiernos legislan en temas como el matrimonio homosexual, aunque contradiga principios tradicionales (no está claro que sean los de Jesucristo), el respeto a lo que decida el césar democratizado es una cuestión fundamental de coexistencia pacífica entre nuestras diversas lealtades internas.

Entrando descaradamente en la batalla política en torno a temas que no competen al apostolado, los obispos españoles se distancian aún más de la sociedad del siglo XXI y alejan a la gente de un Dios que sin embargo necesita con urgencia en un tiempo de incertidumbre.

Por eso en estas elecciones yo voto Jesucristo, o sea, en contraposición directa a lo que nos dictan los encopetados fariseos que usan su nombre en vano.


Fuente: La Vanguardia

Más información de Manuel Castells en Wikipedia

22/2/08

Mi visión de las elecciones

Ha comenzado la campaña electoral, y como editor de este blog quiero hacer una breve reflexión pública desde mi visión personal de estas elecciones.

Lo que más me cuesta asumir de la política electoral es el dualismo. En las campañas se exageran las diferencias y no se buscan las coincidencias entre los partidos. Comprendo que la lógica electoral funciona así, pero me cuesta comprender que esta campaña se vaya a basar en "un partido que necesita imperiosamente movilizar a los suyos y que busca desesperadamente identificar al otro como derecha extrema perniciosa y otro que pinta un panorama negro de crisis y de pactos con ETA para ofrecerse como solución de orden."

La realidad no funciona así, no es tan dual, una persona puede coincidir con el PSOE en unas cosas y con el PP en otras. Una misma persona puede ser de izquierdas por la mañana en el trabajo con el sindicato, y ser de derechas en el bar cuando opina sobre lo que habría que hacer con los inmigrantes. Todos tenemos cosas buenas y malas, y los políticos deberían fomentar las actitudes positivas y buscar el bien común sumando y no restando. No debería estar mal visto buscar las coincidencias entre partidos y llevarlas a cabo.

Dicho esto, creo que el PP ha hecho un cambio importante en esta campaña, ha escondido al sector duro (Acebes, Zaplana, Aznar, etc) y se centran en un Rajoy que da ahora una imagen suelta, relajada, amable. Tienen garantizado el voto de la derecha sociológica por sus terribles cuatro años de tensión y ahora suavizan formas para atraer el voto del centro, que es por donde pueden crecer. Esto no es incompatible con un programa de derecha sin complejos: mano dura con los inmigrantes, rebaja de impuestos, endurecimiento del Código Penal, defensa de la lengua castellana frente a los supuestos ataques nacionalistas, defensa de la familia tradicional y discriminación a los homosexuales, apoyo a la jerarquía católica, etc.

El PSOE, por contra, se puede presentar con un resultado de cuatro años de gobierno de avances sociales y reconocimiento de derechos, y acciones de gobierno en sintonía con la mayoría social, como la retirada de las tropas de Irak. Pero no consigue ilusionar lo suficiente a la gente porque basa su campaña en el miedo a la vuelta de la derecha al poder, y aunque eso es movilizador, necesita también ilusionar con un cambio a mejor, no basta decir que se va a seguir la misma línea de estos últimos años, hay que hacer propuestas más innovadoras, darle a la gente realmente "motivos para creer" en un futuro mejor.

No quiero parecer equidistante, personalmente prefiero que gane el PSOE de Zapatero, y si es posible con una mayoría que no le haga depender de los partidos nacionalistas conservadores que serían, en mi opinión, una rémora en su actuación de gobierno. Pero lo que decidan los españoles será lo correcto.

No puedo terminar sin expresar mi deseo de que esta campaña no se vea teñida de sangre como la anterior del 2004 con el fatídico 11-M. Probablemente ETA lo va a intentar, y quizá también el terrorismo internacional, esperemos que no lo consigan.

Seres de luz, por Leonardo Boff

La luz es uno de los mayores misterios del universo. Solamente entendiéndola a la vez como partícula material y como onda energética podemos comprenderla más o menos adecuadamente. Hoy sabemos que todos los seres vivos emiten luz, biofotones, a partir del ADN de las células. Por eso todos irradian una cierta aura.

No sin razón la luz y el sol se han convertido en símbolos poderosos de todo lo que es positivo y vital. Especialmente el sol radiante es visto como el gran arquetipo del héroe y del luchador que vence las tinieblas con los monstruos que eventualmente se esconden en ellas. Su aparición cada mañana no es una repetición, sino que cada vez es una novedad, pues siempre es diferente. Es un teatro cósmico que comienza da cappo, como si Dios dijese al sol cada mañana: «Vamos, ¡hazlo otra vez! ¡Vuelve a nacer! Irradia tu luz sobre todos y en todas las direcciones».

En la mayor parte de los pueblos existía el temor de que el sol tal vez pudiese ser tragado por las tinieblas y no volviera a nacer y a iluminar la Tierra y a cada uno de nosotros. Se crearon rituales y fiestas que celebraban la victoria del Sol sobre las tinieblas. Por ejemplo, la fiesta romana del Sol Invictus, del «Sol Invencible», que posteriormente dio origen a la navidad cristiana, la fiesta del nacimiento de Dios encarnado, llamado «el Sol de Justicia». Las fiestas de junio con sus hogueras tienen tras ellas la experiencia del sol, pues tiene lugar el solsticio (de invierno en Sur, de verano en el Norte).

Se tenía, y se tiene todavía hoy la experiencia emocionante de que el Sol, con sus rayos de luz, nace como si fuera un niño. A medida que sube en el firmamento va creciendo como un adolescente hasta llegar a la edad adulta al mediodía. Por la tarde va languideciendo y envejeciendo, hasta morir tras la línea del horizonte. Pero, pasada la noche, vuelve a nacer, limpio, brillante, sonriente como un niño. ¿Cómo no celebrarlo festivamente? ¿Cómo no entenderlo como signo de la Realidad origen de todas las cosas?

De hecho, es una imagen poderosa de Dios, como lo cantó san Francisco en su «Cántico al Hermano Sol». Ninguna metáfora de la divinidad es más poderosa que la de la luz y la del Sol. La experiencia misma de la luz hizo surgir la palabra Dios. Ésta deriva de la palabra di del sánscrito, que significa brillar e iluminar. De di viene «día» y «Dios», como expresión de una experiencia de luz y de iluminación. Como dice san Juan: «Dios es luz» (1Jn 1,5). Como dice san Pablo, «Él habita en una luz inaccesible» (1Tim 6,16). Jesús se autopresenta como luz: «Yo, la luz, he venido al mundo para que todo el que crea en mí no ande en las tinieblas» (Jn 12,46). El Verbo encarnado es «vida y luz de los seres humanos», «luz verdadera que ilumina a toda persona que viene a este mundo» (Jn 1.4.9). Con razón es presentado por eso como «la luz del mundo» (Jn 9,5). Los que siguen a Cristo como luz deben vivir «como hijos de la luz» (Ef 5,8). Y «el fruto de la luz es todo lo que es bueno, justo y verdadero» (Ef 5,9). Más aún, cada seguidor debe ser también «luz del mundo» (Mt 5,14).

Como tan bien reza la liturgia de los funerales: «Que las almas de los fieles difuntos no caigan en las tinieblas, sino que el arcángel San Miguel las conduzca a la luz santa. Y brille sobre ellos la luz perpetua».

Todos nosotros somos seres de luz. Fuimos formados originalmente en el corazón de las grandes estrellas rojas, hace miles de millones de años. Llevamos luz dentro de nosotros, en nuestro cuerpo, en el corazón y en la mente. Sobre todo, la luz de la mente nos permite comprender los procesos de la naturaleza y penetrar en lo íntimo de las personas, hasta en el misterio luminoso de Dios.


Fuente: Koinonia

21/2/08

"Vota con todas tus fuerzas"

Esta noche comienza la campaña electoral que nos llevará a las elecciones generales y andaluzas del 9 de marzo. Me gusta el primer vídeo de campaña del PSOE, llama a votar "con todas tus fuerzas", incluso al PP.

Vídeo: Las 7 leyes espirituales del éxito, de Deepak Chopra (tráiler)

Este DVD basado en el Best-Seller del mismo nombre, nos ofrece una perspectiva alternativa sobre el camino hacia el éxito. La cantante Olivia Newton-John o el actor de Hollywood Bill Duke, entre otros, colaboran con el Dr. Chopra compartiendo sus experiencias personales y el uso de las Siete Leyes Espirituales. Una serie de preceptos de la naturaleza para hacer que nuestros deseos se materialicen.


Por problemas del vídeo, los primeros 30 segundos se ven en negro, a partir de ahí comienza


Fuente: ISAAN Entertainment

Vídeo: Conocer a Dios, de Deepak Chopra (tráiler)

¿Es posible tener una experiencia directa de la divinidad, incluso si no creemos en Dios?. El cerebro está equipado para ello porque asimilamos que existe un universo infinito y deseamos averiguar su significado. Cuando lo hacemos, encontramos a Dios. A través de un extraordinario viaje por diferentes lugares simbólicos del planeta y mediante una sabia mezcla de ciencia y filosofía, en este DVD el Dr. Deepak Chopra nos deja entrever el camino que nos hará descubrir que la búsqueda de Dios es en realidad un viaje hacia el auto-conocimiento.



Fuente: ISAAN Entertainment

Obama, una razón para creer, por Koldo Aldai

No sólo en la política, también en nosotros mismos. Ese espíritu de invitación al empoderamiento (enpowerment) personal y colectivo se manifiesta con frecuencia en sus discursos electorales y preside incluso su página web: “Te invito a creer, no únicamente en mi habilidad para llevar a Washington un cambio real, ahí va también mi invitación a creer en ti mismo.” Obama da pruebas de verdadera voluntad para devolver el poder al ciudadano, empoderarlo para que piense más allá de sus pequeños intereses personales, de su filiación política particular y así poder atender a los enormes desafíos comunes.

Hacia falta un catalizador de esperanzas, tras la agonía de ocho años con Bush. Las fuerzas de progreso, no sólo de Norteamérica, sino del planeta entero, tienen centrada la mirada en este hombre de pequeña estatura y ancha sonrisa, que ha logrado rescatar la confianza y la fe en la política. No es una peligrosa aventura, una revolución al uso histórico, es el máximo cambio posible. Tras larga noche de desatinos presidenciales y sus consiguientes frustraciones colectivas, se consolidan las posibilidades de un relevo ilusionante.

El avance sustancial que propone este joven político no tiene precedentes. A estas alturas de la fascinante carrera por la candidatura demócrata a las presidenciales norteamericanas, cada vez más analistas de progreso observan que Barack Obama inaugura definitivamente una nueva forma de hacer política más abierta, amable e incluyente.

"Decían que el día de hoy nunca llegaría, que este país estaba demasiado dividido, demasiado desilusionado para unirse en torno a un propósito común, pero esta noche (...) estamos escogiendo la unidad sobre la división y enviando un poderoso mensaje de que el cambio está llegando a Estados Unidos”, declara Obama con ese discurso fresco y arrollador, que sus adversarios republicanos se apresuran a tachar de ingenuo y trivial, pero que sin embargo encarna la sed de hondo y real cambio de buena parte de la ciudadanía norteamericana. A esos mismos adversarios emplaza para superar toda una tradición de división partidaria, afinar compromisos y así poder atender juntos problemas aparentemente insuperables.

Buscar la “nueva mayoría nacional” es también una actitud de progreso, habida cuenta de que los titánicos retos que hoy los pueblos encaran, sólo es posible superarlos fomentando las más amplias alianzas, con ese tipo de grandes acuerdos solidarios que desbordan los límites de clase, color, credo, ideología... Avanzar en la conquista del máximo bien posible para el mayor número de personas, con el mayor respaldo, consolidar la lógica de la conciliación y el pacto, establecer líneas de cooperación entre diferentes…, son pasos previos para una convivencia más armoniosa, para el ulterior establecimiento de relaciones cada vez más fraternas.

Los cambios son graduales y Obama representa el más ambicioso que es capaz de asimilar la población norteamericana, la apuesta más valiente de su desarrollo colectivo. El candidato demócrata personifica una viva invitación a recuperar el alma grupal, alma grupal patriótica, nacionalista norteamericana, pero alma tras objetivos de claro progreso y destinada también a expandirse más allá de sus fronteras. No es aún una conciencia declaradamente alternativa, firmemente solidaria, pero la constante llamada de Obama a la suma de fuerzas para atender los desafíos fundamentales, transmite una fuerte convicción en valores superiores. El espíritu de unidad nacional que ahora inyecta a la sociedad americana puede, una vez presidente, contagiarse a nivel más amplio y alimentar una mayor conciencia global.

No es que con Obama la mayoría de los norteamericanos vayan a adoptar, de un día para otro, una conciencia planetaria, pero, por de pronto, se apuntarían maneras. Con el actual senador de Illinois en la Casa Blanca, Guantánamo pasaría a ser un triste recuerdo, el Tribunal de la Haya sería reconocido por la primera potencia mundial y las energías renovables se desplegarían en el país a una mayor escala, con lo que ello supondría de aliento para la lucha global contra el cambio climático.

Si Barack Obama ganara la nominación y después la presidencia, las tropas norteamericanas comenzarían a salir de Irak y su ingente presupuesto militar sería invertido en mejoras para las clases más desfavorecidas. En pleno fervor en contra de Sadam Hussein en el 2003, el senador ya se opuso a la entonces bastante popular guerra.

Obama no saca músculo bélico. Si dirigiera los destinos de los EEUU, Irán dejaría de ser demonizado y se tenderían puentes de diálogo hacia la república islámica. El político demócrata declara abiertamente que no desea atacar el feudo de los ayatolads, que no le “pone” lanzar bombas atómicas sobre enclaves terroristas. Si Obama ocupara el despacho oval, rebajaría también el embargo para con Cuba.

El abogado de color encarna un poderoso testimonio que nos anima a volver a creer en la política como el arte de unir y armonizar a la ciudadanía en toda su diversidad. Presenta pruebas sólidas de aspirar a desarrollar un tipo de gobierno que comience por fin a superar el sistema partidario, tan extendido por todas las latitudes, de implacable y feroz beligerancia. Desde lejanas geografías agradeceríamos el triunfo de esa otra forma de entender el ejercicio del mandatario. Obama llama una y otra vez a la suma de voluntades por encima de las diferencias para dar la batalla contra la pobreza, la crisis económica, a favor del seguro médico universal, la defensa del medio ambiente...

¿Al oír a Obama en su larga carrera hasta la Casa Blanca, cuántas gentes de uno y otro signo han vuelto a creer en el “sueño americano”? Un hombre de raza negra que habla de cambio, reconciliación y esperanza, que pregona el tender puentes “entre todas las creencias, etnias, clases y formaciones políticas” puede ser el presidente de la nación más poderosa del mundo. Saludemos a este hombre, saludemos su esperanza. Volvamos nosotros también a creer ahora en el ejercicio tan desprestigiado de la política, aquel ancestral, sacrificado y supremo arte de servir incondicionalmente al pueblo.


Fuente: Koldo Aldai

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20/2/08

Las palabras sí importan, por José Carlos García Fajardo


El último argumento de la campaña en EEUU es el de que Obama sabe pronunciar discursos, pero no ofrece soluciones. "No se trata de pronunciar discursos", dijo ayer la senadora Clinton en Wisconsin, "no se trata de estar siempre bajo los focos; se trata de ser capaces de hacer los cambios que permitan mejorar la vida de los ciudadanos".

Obama le ha añadido algo de prosa a sus discursos, pero ha defendido también el valor de las palabras como instrumento revitalizador del entusiasmo de una nación:

"¡No me digan que las palabras no importan!
'Tengo un sueño', ¿qué son, sólo palabras?
'Todos los hombres son creados iguales'. ¿Son sólo palabras?
'No tenemos que tener miedo a nada más que al miedo mismo'. ¿Son sólo palabras?, ¿sólo discursos?".

"Por supuesto que los discursos por sí mismos no sirven", dijo en Wisconsin, "pero también es cierto que si no conseguimos inspirar al país para que vuelva a creer, no importa cuántas propuestas presentemos ni cuántos planes propongamos en marcha".

Preparémonos para la campaña en nuestro país, España, la de todos, la que nadie va a romper... que se tranquilicen.


Fuente: Blog de J.C. García Fajardo Jubilatería

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5 razones para votar a Obama


1. Por significar una tercera vía política: no ideológica, y no sólo política, sino de una pragmática flexibilidad que le permite moverse de izquierda a derecha, y en definitiva, a través de, los problemas globales..

2. Por su cognición, su auto-identidad, y su moral que parecen de nivel verde a turquesa o superior, lo que significa que cumple con el requisito de la altitud de cara a manejar las complejidades del siglo XXI tanto en política interior como exterior.

3. Como resultado de ello, su deficit de experiencia o de edad (las dos principales críticas que se le hacen) lo compensa con su juicio e intuición política, como lo demuestra con su decisión de no autorizar la invasión de Irak, y su actual postura respecto a Irán.

4. Por su imagen. O más concretamente, por su cara y su nombre. Como hombre de color de procedencia musulmana, Obama tiene el potencial de reorientar la lucha mundial contra el extremismo desde una perspectiva auténtica e imparcial con el objetivo de minimizar el sufrimiento humano, en lugar de tener motivaciones imperialistas o fundamentalistas.

5. Por su fe, o mejor por su "humanismo secular". Con tanto terrorismo en nombre de la religión y con unos EE.UU. en situación similar de tensión creciente, la espiritualidad madura y compleja de Obama significa un gran activo tanto en política interior como exterior.

Podría dar otras cinco razones, pero con estas me conformo de momento. Probablemente mejor que cualquier otro candidato a la presidencia, Obama ofrece una manera de trascender varios dualismos y dicotomías: liberales contra conservadores; ateo vs. fundamentalista; negro contra blanco; cristiano vs. musulmán. Que pueda hacer valer ese potencial queda por ver, pero las elecciones presidenciales son siempre un juego de azar, no importa por quién votes. Así que, tal como está ahora, Obama cuenta con mi voto si obtiene el nombramiento, ya que es el que tiene más papeletas de ser "un líder integral."


Fuente: Artículo de Matt Rentschler publicado originalmente en Holons en inglés, y traducido por Alberto J. Revolware en su blog INTEGRAL-es, que ha sido la fuente de esta entrada.



Otros artículos en este blog sobre "lo integral":


Dinámica Espiral y Evolución de la Conciencia Humana, por Ken Wilber



Una Espiritualidad Integral, por Ken Wilber

Inmigración: evitar el racismo y la demagogia, por Sami Naïr

Cuatro años después de la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero al poder, es necesario echar un vistazo retrospectivo a su actuación en materia de política inmigratoria. Este balance es tanto más útil cuanto que algunos pretenden, una vez más, hacer de la inmigración uno de los caballos de batalla de la contienda electoral.
Evidentemente, no se trata aquí de pasar revista a una legislatura que ha tenido, como todas, altos y bajos. Sin embargo, cabe afirmar que las decisiones tomadas por el Gobierno español en cuestiones fundamentales, que comprometen el futuro del país y conciernen al refuerzo de la cohesión social, sorprenden por su audacia y su rigor.

En el fondo, y posiciones partidistas aparte, desde fuera, está claro para muchos que estos cuatro últimos años han sido los de la entrada de España en el club de los países más avanzados de Europa, e incluso que, en lo que atañe a las cuestiones denominadas "de sociedad", se ha colocado simple y llanamente a su cabeza. De hecho, las leyes sobre la igualdad hombre-mujer, sobre la violencia conyugal, sobre la dependencia y el matrimonio entre personas del mismo sexo han propulsado a España a la primera fila de la democratización de las sociedades europeas. Se trata de una ineluctable modernización de las relaciones sociales para afrontar los desafíos del siglo XXI a la que tendrán que enfrentarse, quieran o no, todas las sociedades democráticas europeas.

Sin volver sobre la retirada de la aventura en la que el anterior presidente del Gobierno involucró al país -pese a que él mismo tenía serias dudas sobre los argumentos de la Administración de Bush-, y que el desventurado pueblo iraquí cifra en cientos de miles de muertos, es el terreno de la inmigración, tal vez el mayor desafío de cara al futuro, el que da la verdadera medida del alcance de esta responsable manera de concebir la cohesión social.

La llegada al poder de Zapatero, en marzo de 2004, se produjo en condiciones difíciles. Los atentados del 11-M enmascararon durante algún tiempo los cuatro años precedentes, en los que la situación de la inmigración se había degradado brutalmente. Las razones que explican esa degradación son muy diversas, pero todas ellas participan de una misma problemática fundamental: España, nuevo país de inmigración, se estaba inclinando peligrosamente hacia una gestión cínica e instrumental de los flujos migratorios, en particular con el rechazo a la regularización de varios cientos de miles de trabajadores sometidos a la ilegalidad -y explotables a voluntad-, y con la tendencia a utilizar a la inmigración legítima como chivo expiatorio de los problemas de convivencia del país.

La inseguridad, el racismo proyectado sobre el inmigrante, todo en este terreno, no podían sino inquietar al observador. Ahora bien, al regularizar rápida y masivamente a los inmigrantes, el nuevo Gobierno levantó un verdadero dique jurídico contra la tendencia a la intolerancia y la exclusión social. Por otra parte, y no es poca cosa, contribuyó a ingresar en las arcas del Estado unos enormes dividendos, apuntaló la Seguridad Social universal y permitió que una gran parte de los jubilados españoles se beneficie de la participación activa de los inmigrantes en los fondos de pensiones -sin contar, por supuesto, la le-galización de sectores enteros de la economía del país-. En este plano, el balance es muy positivo.

Los Gobiernos europeos que criticaron al español por aquella regularización no pueden darle lección alguna: al año siguiente, Gran Bretaña regularizó sin consultar con nadie a decenas de miles de personas, lo mismo que Italia, Alemania e incluso, de forma más alambicada, Francia.

Pero no hay que perder de vista los desafíos pendientes.

Ante todo, si la política de control de flujos en las fronteras es indispensable, la actuación a favor de una política europea más abierta en materia de inmigración no lo es menos. Las corrientes migratorias no sólo existen, sino que van a intensificarse. Naturalmente, no sirve de nada convertir esta idea en un tema de comunicación gubernamental, pero, en cambio, es esencial que España, situada a las puertas de un continente africano minado por una fuerte demanda migratoria, haga comprender a la Unión Europea que no puede gestionar sola esos flujos ni, aún menos, verse reducida al ingrato papel de gendarme de la fortaleza europea.

Dicho de otro modo, España debe situar las cuestiones del desarrollo global de África y del codesarrollo vinculado a los flujos migratorios en el centro de su estrategia europea. Para dotar de contenido a la noción de "diálogo de civilizaciones", también convendría colocar en el centro de ésta la cuestión de las migraciones.

La regularización de los flujos migratorios sólo puede llevarse a cabo mediante acuerdos y políticas bilaterales con los países de origen, aprovechando el efecto masa de la riqueza europea para establecer una dinámica de solidaridad económicamente beneficiosa para todos. Desde este punto de vista, toda política basada sólo en objetivos cuantitativos de expulsión o negación de la acogida haría cada vez más difícil la gestión compartida de los flujos y, por tanto, el desarrollo. Hay que trabajar con los Estados de origen, apoyándose en Europa.

A continuación, la integración de los inmigrantes presentes en el país representa otro gran desafío. No es tarea fácil, y menos cuando algunos parecen decididos a servirse de la inmigración para enfrentar a unos ciudadanos con otros. Es indispensable articular políticas de lucha contra la xenofobia y el racismo, y, sobre todo, estrategias de mestizaje en todos los ámbitos, para que los ciudadanos se mezclen por medio de la vivienda, la educación y el empleo. La lucha contra el racismo debe ser competencia de la ley, pues cuando se discrimina al inmigrante en función de su color, religión o nacionalidad se atacan, además, los fundamentos del Estado de derecho. ¿Acaso estos últimos treinta años no han demostrado, en varios países europeos, los estragos que puede producir el auge de los sentimientos xenófobos y racistas sobre la cohesión social?

Para integrarse en las mejores condiciones, los inmigrantes han de dominar el idioma del país de acogida. Todo el mundo está de acuerdo en eso, empezando por los propios interesados. Es, naturalmente, en ese país donde hay que organizar cursos. Por otra parte, y a título de información, hay que decir que la experiencia francesa del "contrato de integración" deja bastante que desear. Todos los estudios elaborados sobre ese "contrato" demuestran, primero, que se trata de un procedimiento reducido a la más simple expresión de control administrativo de una población vulnerable; y, segundo, que muchos de los que temen que no se les renueve el permiso prefieren entrar en la clandestinidad.

En cuanto al sistema del visado por puntos, utilizado en Canadá por razones históricas, obligaría al Gobierno a una arbitrariedad total hacia los candidatos a la inmigración, lo que sería contraproducente para un país como España, que necesita mano de obra barata. Habría que dejar de hacer demagogia con estas cuestiones.

Por último, hay un punto sobre el que se hace necesario un debate público: el derecho al voto en las elecciones locales para los extranjeros regularizados. La mayoría de los inmigrantes no accederá rápidamente a la nacionalidad española; sin embargo, no pueden vivir al margen de la sociedad. El derecho al voto en las elecciones locales sería un poderoso vector de integración. Favorecería la participación ciudadana, responsabilizaría a aquellos que disfrutasen de él, permitiría defenderse a los grupos que son blanco del racismo y, por último, mejoraría la convivencia permitiendo a los extranjeros el ingreso en el sistema de usos y costumbres del país de acogida.

Hay que debatir estas cuestiones de fondo sin demagogia y sin agitar fantasmas. Los que juegan con ciertos miedos en pleno periodo electoral contraen una gran responsabilidad moral.

Sami Naïr es catedrático de Ciencias Políticas, profesor invitado de la Universidad Carlos III. Traducción de José Luis Sánchez-Silva.

Más información de Sami Naïr en Wikipedia

Fuente: El País

18/2/08

Vídeo: La magia de la solidaridad

Anuncio ganador de Cannes 2005, de Ponle Corazón, Perú. (1 minuto 30 segundos)



Visto en Humanismo y Conectividad

Manifiesto contra el voto xenófobo

La población que ha inmigrado en España en las últimas décadas lo ha hecho atendiendo, entre otras razones, a la fuerte demanda de mano de obra que nuestro mercado laboral ha planteado. Su inserción laboral ha corregido determinados desajustes y carencias que se producían en este mercado, y con ello ha permitido el mantenimiento de unos índices de crecimiento económico que han sido los mayores de nuestra historia reciente. Las aportaciones de la inmigración van mucho más allá de las económicas, pero éstas han de ser hoy afirmadas con claridad a la luz del debate que se está produciendo.

Esta inmigración ha sido recibida con unas políticas restrictivas que respondían a la idea de que aquí no necesitábamos inmigrantes, las mismas que rigen en toda Europa desde hace tres décadas. El resultado ha sido que la mayor parte de las personas no comunitarias establecidas en España no han podido inmigrar por un cauce legal y han pasado por largos períodos de situación administrativa irregular, períodos en los que han carecido de derechos y han sido fácilmente explotables en el terreno laboral. Nuestra sociedad no ha dado la bienvenida a unas personas de las que tanto beneficio ha sacado, y el trato que éstas han recibido no puede ser calificado de ningún modo como integrador.

Por otra parte, la ausencia de políticas de integración, que no aparecen en el ámbito del gobierno español hasta 2004, y la falta de adaptación de los servicios públicos al crecimiento demográfico que la inmigración ha supuesto (especialmente desde mediados de los noventa), han generado déficits de los que sólo las administraciones públicas son responsables. De tales déficits, las víctimas son tanto la población autóctona como la inmigrada.

Los planteamientos realizados en la presente campaña electoral por parte del PP, tales como el contrato de integración, la obligación de los inmigrantes a adaptarse a las costumbres españolas, o la vinculación entre inmigración y delincuencia, constituyen una nueva agresión contra unas personas que no han recibido un trato integrador y a las que se ha mantenido en situación de inferioridad de derechos en muchos aspectos. Tales propuestas culpabilizan a los inmigrantes de falta de integración y acentúan los prejuicios populares que también los culpabilizan de casi todos los males que afectan a nuestra sociedad: de las carencias de los servicios públicos, de los bajos salarios, de la delincuencia, etc.

La intencionalidad de estas propuestas responde a lo experimentado en los últimos 20 años en casi todos los países europeos: el mensaje xenófobo da votos. Muchos son los partidos conservadores que han ganado elecciones recurriendo a este mensaje. No importa el daño que se le hace a la sociedad, el quiebro que se produce en la cohesión social, los conflictos sociales que se incentivan. Todo vale para ganar las elecciones.

Quienes subscribimos este manifiesto queremos afirmar que no todo vale, y que quien recurre a incentivar la xenofobia para ganar unas elecciones debe pagar un precio por ello.

Es necesario que los votantes demos una lección a los partidos políticos, demostrándoles que el discurso xenófobo también puede servir para perder elecciones. Si bien en Europa hasta ahora siempre había sucedido lo contrario, el año 2008 comenzó con un cambio de signo: fue precisamente el discurso xenófobo lo que hizo perder las elecciones en el Estado alemán de Hesse al candidato conservador. El electorado alemán mostró, en esta ocasión, una madurez que se ha convertido en una lección para todos los europeos y que nos ha de guiar en España en las elecciones del 9 de marzo.

Frente al discurso xenófobo reivindicamos unas políticas relacionadas con la inmigración cuyos ejes sean el avance en las medidas antidiscriminatorias, la inversión en servicios públicos acorde con los incrementos de población producidos y la equiparación efectiva de derechos para todas las personas que residen en nuestro país. Emplazamos a todas las fuerzas políticas a concluir, de una vez por todas en la próxima legislatura, las reformas que sean necesarias para la concesión del derecho de voto a todas las personas mayores de edad con residencia estable en España.

El 9 de marzo la xenofobia ha de ser derrotada y hemos de encaminarnos hacia la construcción de una sociedad más integradora. Quienes han apostado por el discurso xenófobo para ganar las elecciones deben perderlas. Es mucho lo que está en juego, y es por ello por lo que convocamos, a cuantas personas se quieran sumar a esta iniciativa, a ser activas en la lucha contra el voto xenófobo.


Adhesiones al manifiesto

Enviar un e-mail a: contraxenofobia@gmail.com

Con el texto “me adhiero al manifiesto contra el voto xenófobo”, poniendo nombre y entidad a la que se pertenece.

Se recopilarán las adhesiones hasta el 28 de febrero, día en el que se hará público el manifiesto. Después de esta fecha se seguirán recogiendo adhesiones de forma más amplia y se seguirán comunicando a los medios hasta el 7 de marzo.

Colabora en la recogida de adhesiones remitiendo el manifiesto a otras personas, especialmente a representantes de las entidades sociales y del mundo académico y cultural.

17/2/08

El PP forma a los curas, por José Manuel Vidal

El magnífico periodista José Manuel Vidal ha publicado un interesante artículo en Religión Digital haciéndose eco de una denuncia del Foro Curas de Madrid, que reproducimos a continuación:


La formación permanente de los curas de Madrid no está en manos de obispos. Ni siquiera de teólogos o de curas bien preparados. El Foro de Curas de Madrid denuncia que Rouco ha confiado la formación de su clero al Partido Popular. Y las clases de formación permanente de los sacerdotes madrileños las dan Jaime Mayor Oreja, Gustavo de Arístegui o Benigno Blanco, entre otros.

Como denuncian los cien curas que forman parte del Foro, el curso 2007-2008 la Facultad de Teología San Dámaso y la delegación diocesana del Clero de Madrid “han organizado una serie de charlas para la formación permanente de los sacerdotes”. Con el título de “Desafíos políticos, económicos y sociales”. Y centradas en cuestiones de actualidad, como “laicidad y laicismo, política y economía o familia y vida.

“Nos parece perfecto que la diócesis se preocupe de estos aspectos en la puesta al día de sus sacerdotes. Nuestra extrañeza surgió cuando leímos el programa y vimos que prácticamente todos los temas socio-económicos y políticos se han confiado a conocidas personas del partido popular o públicamente alineadas con él”, señalan los curas.

Entre los ponentes, figuran el ex ministro Jaime Mayor Oreja, el presidente de la Cadena COPE, Alfonso Coronel de Palma, el viceportavoz del PP en el Congreso, Gustavo de Arístegui, el viceconsejero de inmigración de la Comunidad de Madrid, Carlos Clemente o el ex secretario de Estado, Benigno Blanco.

A ponentes del PP, mensajes del PP para los curas. “Su perspectiva, más que desde la razón iluminada por la fe y la doctrina social de la Iglesia, parte desde los análisis, orientaciones y estrategias, incluso electoralistas a corto plazo, del Partido Popular”, explica el Foro sacerdotal.

Y aportan datos precisos y concretos. En la primera charla, por ejemplo, Mayor Oreja sostuvo que “padecemos dos ofensivas: la ofensiva nacionalista y la ofensiva laicista, de un laicismo radical, anticlerical, relativista, que pretende cambiar los valores que hasta ahora han sido patrimonio de la sociedad española ... ¿Quiénes son los gestores de ambas ofensivas?: ETA y Zapatero. Sus proyectos se complementan y alimentan recíprocamente. La situación actual es como una unión temporal de empresas y proyectos que buscan la desvertebración moral y política de España , cada uno a su nivel. Si el adversario de la ofensiva nacionalista es el Partido Popular, el adversario de la ofensiva laicista es la Iglesia católica. Por tanto necesitamos trabajar unidos, hay que consolidar una defensa organizada de estos valores trascendentes de la nación española”.

Al Foro de Curas de Madrid les parece todavía más grave que su cardenal, Antonio María Rouco Varela, “que había presentado a Mayor Oreja como ‘un político valiente’, afirmase en su intervención que estaba de acuerdo al cien por cien con este diagnóstico, añadiendo la necesidad de comunión con la jerarquía eclesiástica”. Y lo mismo pasó con la ponencia de Carlos Clemente sobre inmigración.

Ante esta situación, el Foro de curas de Madrid denuncia “la sumisión a los intereses y estrategias del Partido Popular, que constituye un daño a la Iglesia madrileña y no se corresponde con el pluralismo político legítimo y real de los católicos madrileños ni con las orientaciones del Concilio Vaticano II”.

A juicio de los curas “se trata pura y simplemente de un adoctrinamiento partidista de los sacerdotes madrileños facilitado al partido popular y que presupone el enfeudamiento ideológico de la jerarquía en los sectores de la derecha socio-política”.



Fuente: Religión Digital

15/2/08

La dimensión olvidada: la vida interior, por Leonardo Boff

La vida interior representa, actualmente, una de las dimensiones más olvidadas de la humanidad. Urge rescatarla, pues en ella se encuentra la serenidad, y el sentimiento sagrado de la dignidad.

En primer lugar, es importante aclarar la palabra interior. Es el reverso de exterior. La vida posee una dimensión exterior. Es nuestra corporalidad. La cultura moderna ha inflacionado la exterioridad a través de todos los medios de comunicación. El mundo de las personas ha sido totalmente divulgado.

Pero existe también lo interior. Generalmente lo interior es aquello que no se ve directamente. Podemos conocer y hasta fascinarnos por el exterior de una persona, por su belleza e inteligencia. Pero para conocerla necesitamos considerar su interior, su corazón, su modo de ser y su visión del mundo. Sólo entonces podemos hacer juicios más adecuados y justos sobre ella.

Interior tiene además el significado de calidad de vida. Así decimos que la vida «en el interior» (del país) es más tranquila, más integrada en la comunidad y en la naturaleza, en el fondo, con más posibilidad de hacernos felices. Es que la vida «en el interior» no está sujeta a la lógica de la ciudad, con el ir y venir de las personas, la parafernalia técnica y burocrática, y las amenazas de violencia.

Por último, interior significa la profundidad humana. Este interior, lo profundo, emerge cuando el ser humano se detiene, calla, comienza a mirar dentro de sí y a pensar seriamente. Cuando se plantea cuestiones decisivas como: ¿qué sentido tiene mi vida, todo ese universo de cosas, de aparatos, de trabajos, de sufrimientos, de luchas y de placeres? ¿Hay vida más allá de la vida, ya que tantos amigos murieron, a veces de forma absurda, en accidentes de automóvil o por una bala perdida? ¿Por qué estoy en este planeta pequeño, tan hermoso, pero tan maltratado?

¿Quién ofrece respuestas? Por lo general son las religiones y las filosofías, pues siempre se ocupan de estas cuestiones. Pero es ilusorio pensar que con asistir a los cultos o con adherirse a alguna visión del mundo se garantiza una vida interior. Todo eso importa, pero sólo en la medida en que produce una experiencia de sentido, una conmoción nueva y un cambio vital.

La vida interior no es monopolio de las religiones. Éstas vienen después. La vida interior es una dimensión de lo humano. Por eso es universal. Está en todos los tiempos y en todas las culturas.

Las religiones cumplen su misión cuando suscitan y alimentan la vida interior de sus seguidores, cuando les ayudan a hacer el viaje a su interior, rumbo al corazón, donde habita el Misterio. Vida interior supone escuchar las voces y los movimientos que vienen de dentro. Hay un yo profundo, cargado de anhelos, búsquedas y utopías. Sentimos una exigencia ética que nos invita al bien, no sólo personalmente, para uno mismo, sino también para los otros.

Hay una Presencia que se impone, mayor que nuestra conciencia. Presencia que habla de aquello que realmente cuenta en nuestra vida, de aquello que es decisivo y que no puede ser delegado en nadie. Dios es otro nombre para esta experiencia que satisface nuestra búsqueda insaciable.

Cultivar ese espacio es tener vida interior. El efecto más inmediato de esta vida interior es una energía que permite encarar los problemas cotidianos sin excesiva agitación. Quien posee vida interior irradia una atmósfera benéfica y transmite paz a quienes le rodean.

Alimentar la vida interior, como repite siempre Arthur da Távola en su programa de televisión «Quién tiene miedo de la música clásica», es no tener soledad nunca más. La soledad es uno de los mayores enemigos del ser humano, porque lo desenraíza de la conexión universal. La vida interior lo religa al Todo del cual es parte.


Fuente: Koinonia


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La derecha españolista frente al islam, por Abdennur Prado

Todas las referencias al "contrato social" realizadas estos días por dirigentes del PP señalan directamente a los musulmanes, reviviendo estereotipos negativos latentes en nuestra sociedad. Al ser preguntados sobre las supuestas "costumbres de los inmigrantes" que chocan con las "costumbres españolas", han mencionado el uso del hiyab y la llamada del almuédano a la oración. Pizarro ha ido un paso más allá, hablando incluso de "cortar la mano a los ladrones". ¡Como si los inmigrantes fueran cortando manos por ahí!
Resulta ilustrativo el enmarcar esta propuesta en el rechazo que la presencia del islam en nuestro país genera entre la derecha españolista. Asistimos a la emergencia de un revisionismo histórico anti-andalusí, unido a la reafirmación de los mitos fundacionales de la españolidad más arcaizante. En esta clave hay que leer las obras Al Andalus contra España, de Serafín Fanjul, El islam contra España, de César Vidal, o La Yihad en España, de Gustavo de Arístegui. Obras que responden a una orientación política explícita, y recurren a la práctica (francamente lamentable) de seleccionar aspectos negativos de un determinado periodo histórico para desacreditarlo.

Este discurso pretende que el islam es ajeno a la identidad española, que los musulmanes que vivieron en la Península durante ocho siglos eran extranjeros, que Al Andalus es una época maldita, en la cual la "verdadera España" fue arrinconada en los montes asturianos, desde donde inició una gloriosa reconquista. Vuelven Don Pelayo, Santiago Matamoros y el Cid Campeador como exponentes de la España eterna.

Recordemos las palabras de José María Aznar en la Universidad de Georgetown: "Los problemas de España con Al Qaeda comenzaron en el siglo VIII, cuando fue conquistada por los moros y rehusó perder su identidad". Y en una clase posterior: "Yo apoyo a Fernando (el Católico), creo que fue un gran rey. Creo que estamos en tiempo de guerra. O nosotros acabamos con ellos o ellos acaban con nosotros".

Resulta chocante ver cómo Aznar establece una conexión anacrónica entre el pasado y el presente, como si los musulmanes peninsulares de los siglos VIII al XV fuesen de Al Qaeda. Arístegui, por cierto, no se queda atrás, y se refiere a los almorávides y almohádes como "los primeros movimientos de corte islamista de la historia", antecedentes del "islamismo radical" que, según la derecha, amenaza a la España cristiana.

Salta a la vista el papel que la religión juega en este discurso. También la Conferencia Episcopal se ha referido reiteradamente a esta hipotética "unidad histórica, espiritual y cultural de España", basada en la romanización y la evangelización. Durante una peregrinación a la Iglesia de Santiago en Zaragoza, Rouco Varela afirmó lo siguiente: "En el fondo el alma de España vibra a través de la historia de su cultura, de todas las épocas gloriosas de su Historia. En todas ellas ha habido fidelidad de fondo a Cristo. España será cristiana y católica o dejará de existir como tal".

Todo aquel que se oponga a esta mitología es automáticamente tachado de "anti-español" y "traidor a la patria". De ahí que Mansur Escudero, presidente de Junta Islámica, haya sido calificado como "Don Julián", y que la Fundación para la Defensa de la Nación Española afirme: "La Junta Islámica ha expresado su hostilidad hacia la tradición histórica y cultural española". Y de ahí que, en una visita a Lorca, el presidente del Gobierno tuviera que suspender un acto a causa de la acción de un grupo de 300 manifestantes que gritaban "Zapatero, anticristo" y "Espa-ña cristiana, no musulmana".

Todo esto pone en evidencia la persistencia de una mentalidad arcaica en la España del siglo XXI. Cuando Aznar conecta su admiración por Fernando el Católico con la llamada "guerra contra el terrorismo", está proyectando una mitología españolista reaccionaria en la geopolítica contemporánea. Vemos así cómo el nacional-catolicismo español resucita bajo el paraguas neocon del "choque de civilizaciones".

No podemos pasar por alto el sentido último de esta conexión entre el pasado y el presente, como si se tratase de situaciones destinadas a repetirse. La presencia del islam en la España del siglo XXI es presentada como una reminiscencia de la "invasión musulmana" de la Hispania visigoda. Cuando se justifican la Inquisición y la expulsión de los moriscos con el argumento de que España estaba en guerra con el islam y de que aquéllos eran una "quinta columna", es inevitable trazar un paralelo con la situación actual, en la cual es habitual escuchar que estamos en "guerra contra el islam" y que los ciudadanos musulmanes son "quintacolumnistas" que ponen en peligro la identidad española. La expulsión o el exterminio emergen como la solución final para asegurar el retorno a la España "inmaculada" de los antepasados.

Esto es una agresión directa a la verdadera España, la España democrática y plural, en la cual debemos aprender a convivir cristianos, budistas, judíos, ateos, agnósticos y musulmanes. Lo que hoy da cohesión a nuestra sociedad no es la mitología nacional-católica, sino valores compartidos como los derechos humanos y el laicismo, el pluralismo religioso y la igualdad hombre-mujer. Éstos son los cimientos de la España abierta que entre todos debemos construir, una tierra de convivencia con la cual todos podamos identificarnos.

Abdennur Prado es presidente de la Junta Islámica Catalana.


Fuente: El País

14/2/08

Foro Curas de Madrid: "No tenemos ni la última ni la mejor palabra en todo"

Vivimos en este momento en los países europeos y en concreto en España en el contexto de unas sociedades laicas, que han renunciado definitivamente a la confesionalidad del Estado. El régimen de cristiandad ha quedado atrás. A la vez, y por primera vez en la historia, las sociedades son plurales, y en ellas la unidad de las personas radica sólo y precisamente en el hecho de ser ciudadanos.

Este es, por tanto, el contexto en el que tenemos que llevar a cabo el trabajo de evangelización que nos encargó Jesús. Se trata de una situación nueva para la que no se pueden utilizar odres viejos. Guardar añoranza del modelo de cristiandad y pretender utilizar los instrumentos que aquélla facilitaba sólo contribuye a derramar ese vino nuevo capaz de alegrar el corazón del futuro.

Por desgracia, las posturas de una parte de la Iglesia (no pocos obispos, bastantes curas y muchos laicos) dejan traslucir esa añoranza. Clausurado el estado confesional, este amplio sector de la Iglesia no acaba de resignarse a ello y, en consecuencia, se empeña en la alianza tácita con un único partido político, no es coherente con la propia doctrina católica (hace unos días declaraba el Presidente de la Conferencia Episcopal la libertad de los católicos para vincularse a cualquier opción política) e hipoteca la evangelización de amplios sectores que no se identifican con la opción que ellos han tomado. Las declaraciones que hablan de una Iglesia perseguida, acorralada, no revelan sino una situación de temor.

Para quienes la contemplan desde fuera, ese sector tan presente y poderoso de la Iglesia condena y excluye siempre, rehuye el diálogo y tiene una obsesión enfermiza por mostrar su fuerza. Y esa visión parcial se extiende a toda la comunidad eclesial. En los últimos tiempos el rechazo a la Iglesia y el anticlericalismo han aumentado significativamente.

Frente a estas actitudes, creemos que también como Iglesia hemos de reivindicar los valores de una sociedad laica. Laico equivale a ciudadano, miembro de una sociedad autónoma, gestor de una tarea común a creyentes y no creyentes, que ha de encarar y resolver solidariamente los problemas comunes de la convivencia en sociedad. A pesar de lo que algún cardenal ha declarado recientemente, nosotros pensamos que la laicidad rescata la autonomía y dignidad de la persona y el valor de la democracia.

En su sociedad también Jesús fue un laico, preocupado por los problemas cotidianos y sociales. Y, como afirman algunos teólogos, si no hubiera sido así, no habría sido crucificado.

Movida por la misma preocupación de Jesús, la Iglesia ha de tener una presencia en lo público, y tiene derecho a manifestarse en lo que compete al bien común buscando acertar en el modo de hacerlo para no traicionar a sus propios principios y provocar el rechazo por presentar mal su mensaje.

Así, lo primero sería sin duda renunciar a todos los privilegios, estar dispuesta a confrontarse en un plano de igualdad con las otras formas de ver las cosas, al modo como Jesús pasó por “uno de tantos”. A quienes le piden ‘la capa’ de tantas situaciones de privilegio ¿no tendrá que darles también ‘el manto’?

En segundo lugar, sin miedo a la realidad, su actitud habría de ser siempre de diálogo, un diálogo respetuoso y firme, aceptando la autonomía de los distintos saberes, la pluralidad de las diferentes visiones del mundo, de las propuestas éticas y políticas y de las reglas de juego de la democracia. No siempre ni en todos los campos tenemos la última ni la mejor palabra. Hay que afirmar esto especialmente en el terreno de la moral cívica o pública.

Si Jesús vino al mundo para traer una buena noticia a los pobres, la Iglesia ha de mantener el “privilegio hermenéutico” a favor de los pobres, juzgando la realidad política, económica y social desde la solidaridad con los sectores empobrecidos de nuestra sociedad y del mundo.

Sin apoyarse en “el oro ni la plata” (Mt 10,9) los cristianos se integrarían en las plataformas socio-políticas “como el fermento en la masa”, sin aspirar a formar unas plataformas propias. Este cristianismo “de mediación” estará en mejores condiciones para entablar un diálogo –no una confrontación- con los retos que presenta esta sociedad multirreligiosa, multiétnica, pluricultural y plurisapiencial.

En consonancia, desde el amor y la comunión con la Iglesia queremos trabajar para que recupere la vivacidad del Evangelio y del Concilio Vaticano II. Una Iglesia de “laicos”, inserta en la sociedad desde el lugar social de los pobres, al servicio y la defensa del ser humano. Una Iglesia que evite la obsesión por la defensa permanente de la institución eclesial. Una Iglesia con un debate abierto en el interior de sí misma, que reconoce en su seno distintas tendencias teológicas y pastorales. Una Iglesia en la que las decisiones se toman con la participación de todos, sin privilegiar a unos marginando a los otros. Una Iglesia que, al final, será “bien vista por todo el pueblo” (Act 2, 47)

Frente a la valoración que de ese hecho hace una buena parte de la jerarquía, no nos resignamos a que la Iglesia ocupe en todas las encuestas el último lugar en la valoración y en la confianza. Porque “si la sal se vuelve insípida ya no sirve sino para tirarla a la calle y que la pise la gente” (Mt 5,13).

Foro Curas de Madrid


Fuente: Religión Digital


Más información sobre el Foro Curas de Madrid en su escrito de presentación.

En este blog también: Cien curas de Madrid y los religiosos de Cataluña, contra la nota del episcopado sobre el 9-M

13/2/08

Elecciones 2008: el voto budista, por Dokushô Villalba


El próximo 9 de marzo tendrán lugar las Elecciones Generales en el Estado español. ¿A quién votarán los practicantes y los simpatizantes del budismo? Es una incógnita porque, en general, las comunidades budistas no suelen pronunciarse públicamente y, por supuesto, los practicantes budistas ejercen su voto, o su abstención, de acuerdo a su propia conciencia individual.

Personalmente votaré la candidatura del PSOE porque considero que el clima social, económico, cultural y político que propician los socialistas es el más respetuoso con la pluralidad cultural y religiosa que caracteriza cada vez más a la sociedad española.

No en vano ha sido la última administración socialista la que ha reconocido la figura de Notorio Arraigo al budismo, cuando el anterior gobierno del PP la rechazó, más por motivos políticos e ideológicos que por razones legales.

Aunque el poder del Estado-nación y el poder político salido de las urna son cada vez más impotentes frente a otras formas de poder no democrático como puedan ser los medios de comunicación, los emporios financieros y las grandes multinacionales, y aunque la mayor parte de los políticos sirven más a esos poderes no democráticos que a la voluntad del pueblo expresada en las urnas, aún existe un resquicio de maniobrabilidad y de honradez política, que deben ser aprovechados al máximo.

Los budistas no podemos continuar en el nirvana apolítico, circunscritos a las paredes de nuestros centros de práctica. No podemos seguir viviendo en una burbuja ‘espiritual’, ajenos a los compromisos ciudadanos, a las realidades concretas y a los derechos cívicos y sociales que están en juego en las próximas elecciones.

Durante esta legislatura socialista, el Estado ha reconocido al budismo la figura de Notorio Arraigo. Este reconocimiento no es un fin en sí mismo, sino el punto de partida de una relación institucional entre la Federación Española de Comunidades Budistas y el Estado español, relación que aún debe ser definida y negociada a lo largo de los próximos años. Es evidente que esa relación será mucho más fluida y beneficios a con la administración socialista que con un gobierno del PP, partido heredero del nacional-catolicismo y que las fuerzas más reaccionarias de la Iglesia Católica española están utilizando como ariete contra los avances sociales y democráticos que el Gobierno del PSOE ha propiciado durante la última legislatura.

El PP está minado por miembros del Opus Dei y otros movimientos católicos reaccionarios, quienes siguen lamentándose de que España haya dejado de ser una, grande y libre y que los ciudadanos abandonen en masa la influencia que la Iglesia católica ha ejercido durante siglos sobre las conciencias de los españoles, con la ayuda siempre de la derecha conservadora.

La presión que los obispos católicos han ejerciendo durante toda la legislatura pasada y que ha arreciado con los inicios de la pre-campaña electoral demuestra que la Iglesia católica no termina de aceptar que, como dice el artículo 16, apartado 3 de la Constitución española: “ninguna confesión tendrá carácter estatal. Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones”.

Según nuestra Constitución, el Estado español es laico y aconfesional y los budistas españoles debemos favorecer a las fuerzas políticas que tratan de cumplir con este precepto constitucional y que abren vías de negociación con todas las creencias religiosas en igualdad de condiciones y oportunidades. Es cierto que el programa electoral del PSOE no recoge la necesaria revisión del Concordato entre el Estado español y el Estado Vaticano, un acuerdo internacional pre-democrático que ningún gobierno democrático se ha atrevido aún a revisar. La Iglesia sigue siendo poderosa y muchos votantes socialistas son católicos. Aún así, las fuerzas políticas progresistas deben ser apoyadas en su intento de democratizar las relaciones entre las distintas confesiones religiosas y el Estado. Por ejemplo, el Ministerio de Justicia del gobierno socialista ha creado durante la pasada legislatura la Fundación Pluralismo y Convivencia, un granito de arena que trata de paliar la desigualdad en materia de financiación a las confesiones religiosas minoritarias. Un granito de arena que sería impensable con un gobierno del PP.

Aún queda un largo camino para que los principios constitucionales, en materia de libertad e igualdad religiosas, pasen del papel escrito a la práctica cotidiana. Si el español es un Estado aconfesional, ¿por qué permanecen los crucifijos en muchas aulas de las escuelas públicas? ¿por qué los ministros y los altos cargos juran o prometen sus cargos delante de un crucifijo? ¿por qué la práctica religiosa de la familia real (bodas, bautizos, funerales, etc.) sigue siendo presentada ante la opinión pública como asunto de Estado? ¿por qué la corona real estampada en la bandera que se supone representa a todos los españoles sigue ostentando en su cima una cruz? ¿por qué los ritos católicos siguen estando presentes en los grandes acontecimientos del Estado?

No será con el PP con quien avanzaremos hacia ese estado laico y aconfesional en el que el estado se relacione con todas las confesiones religiosas en igualdad de condiciones. Y si bien es cierto que los pasos del PSOE en ese sentido son todavía tímidos, muchos dirigentes socialistas están aguardando las circunstancias propicias para caminar en esa dirección. Y la circunstancia más propicia es la victoria electoral con una mayoría holgada o con una mayoría simple que obligara al PSOE a pactar con Izquierda Unida, por ejemplo, quizá la formación política que más claramente defiende la separación entre Iglesia-Estado y el establecimiento real de un Estado laico y aconfesional.

Por ello, respetando la libertad de voto y de conciencia de cada uno, hago un llamamiento a todos los miembros de la Comunidad Budista Soto Zen, a todos los practicantes budistas y a los simpatizantes españoles del budismo, a todos los defensores de la libertad y de la igualdad de todas las confesiones religiosas ante el Estado y ante la sociedad española, para que el próximo día 9 de marzo voten por un gobierno socialista.

Maestro budista zen,

Presidente de la Comunidad Budista Soto Zen española,

Autor entre otras obras de “Zen en la plaza del mercado”, recientemente publicada por Aguilar.


Fuente: Comunidad Budista Soto Zen


Puedes ver en este blog una entrevista en vídeo sobre su libro, del que por cierto se ha agotado la primera edición de 6.000 ejemplares en las dos primeras semanas de lanzamiento. Más sobre Dokushô Villalba en su blog.