29/4/08

El hambre, arma de destrucción masiva, por José Carlos García Fajardo


Estados Unidos ha decidido racionar el arroz. El aumento del precio de este cereal, del maíz y de la soja ha puesto en jaque a las autoridades. Hoy casi 1.000 millones de personas no tienen alimentos suficientes. El hambre, se piensa, es causa de la superpoblación, la mala gestión, la falta de alimentos o infraestructuras… Sin embargo, hoy el hambre es un arma en manos de los beneficios económicos.

¿A quién beneficia esta alarma desatada por la subida de los precios de los cereales que recogieron algunas Bolsas? No se trata de un tsunami ni de una mala cosecha excepcional, ni de una imprevista sequía. Algunos poderes están agitando el fantasma del hambre para aterrorizar a las poblaciones, e intentar justificar las propuestas de seguridad que nos preparan. No está la situación alimentaria peor que en años pasados. Obsesionados por el terrorismo y por unas guerras en Iraq y en Afganistán, imposibles de ganar al modo tradicional, preparan una salida “airosa” trasladando nuestro imaginario del terrorismo al hambre como auténtica arma de destrucción masiva que afecta a miles de millones de víctimas inocentes.

Las agencias nos informan de que la purificación étnica, la erradicación o el exterminio físico de los grupos étnicos hostiles a los gobiernos autoritarios no requieren alta tecnología, nada de misiles sofisticados, de ántrax o de cabezas nucleares.

En el caso de Sudán, escribe el Director de Acción contra el Hambre, el uso de mercenarios para quemar las aldeas, destrozar las cosechas y las reservas de comida ha precipitado a más de un millón de personas al exilio. Así, una gigantesca hambruna, provocada por el gobierno de Jartum se ha cobrado miles de vidas humanas.

El hambre como arma de destrucción masiva no ha llegado a Estados Unidos o a Europa. Sin embargo, el hambre como amenaza será utilizada cada vez más. Por eso han llegado informaciones tendenciosas capaces de ocultar la realidad con el estallido del miedo.

De un mal endémico que venimos padeciendo, sosteniendo y manteniendo por no adoptar medidas enérgicas, justas y adecuadas, ante el ominoso silencio y la ineficacia culpable de la Organización Mundial del Comercio, ahora van a echarles la culpa del hambre a los hambrientos. No sería la primera vez en la historia: vagos, destruyen los bosques, incapaces de prever, se empeñan en cultivos de subsistencia, no saben planificar, ni exportar, ni industrializarse como es debido.

En esta “puesta en escena”, cadenas de alimentación que pertenecen al gigante Wal Mart y Costco decidieron restringir la venta de arroz a sus clientes sobre todo restaurantes y comercios.

Con esta absurda medida en el país más rico los precios en la Bolsa de Chicago llegaran a subir cerca del 3%, para romper la barrera psicológica de los 25 dólares cada 45 kilos. En Tailandia la subida fue del 5%, y el arroz alcanzó su precio récord: 1.000 dólares por tonelada. Brasil suspendió las exportaciones, mejor dicho, las grandes compañías que inciden en las especulaciones mediante acaparamiento, retenciones o lanzamiento masivo para desestabilizar los precios.

La directora del programa de alimentos de la ONU, J. Sheeran, ha declarado que la ayuda alimentaria que proporcionan les cuesta un 40% más que el pasado, porque casi todos los productos se han encarecido. Como causas de esta situación aludió las nuevas necesidades de alimentación en China o India, los biocombustibles y el precio del petróleo. El gran volumen de inversiones en los mercados de materias primas contribuye al alza de los precios en las bolsas.

Pero el hambre no es una fatalidad, ni un destino, ni tampoco una cuestión de azar. No es el designio de los millones de personas que pasan hambre, como tampoco es una casualidad que el 97% de ellos vivan en países empobrecidos.

Se ha reconocido por organismos independientes, como Acción contra el Hambre, que el problema tiene solución con actividades relacionadas con la nutrición, la salud, la seguridad alimentaria, el agua y saneamiento.

La violencia es el instrumento que tienen los poderes para ejercer el poder sobre la propiedad, las riquezas y el control de la población. La población civil se convierte en rehén de los intereses económicos y de poder de estos grupos armados, ya sean rebeldes, paramilitares o gubernamentales.

En ocasiones todavía se piensa que el hambre es fruto de la superpoblación, de una mala gestión política, de la escasez de alimentos, de unas infraestructuras insuficientes o de un desastre ecológico. Hoy el hambre es un arma empleada por algunos gobiernos para eliminar grupos molestos de población dentro de su propio país, escribe Mariló Hidalgo, en Fusión. Han convertido al hambre en un arma de guerra aquellos que han hecho del beneficio económico y de la prepotencia financiera el eje y objeto de sus acciones. Como si el mundo fuera un tapete en el que los seres humanos no juegan más que el papel de datos que se mueven o elimina según las sacrosantas leyes de un mercado que sólo sirve a sus intereses.


José Carlos García Fajardo es Profesor Emérito de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y Director del Centro de Colaboraciones Solidarias (CCS). Edita el blog Jubilateria


Fuente: CCS

Una nueva espiritualidad más allá de las formas religiosas, por Marià Corbí


Los rasgos de las nuevas sociedades y de la dinámica que desencadenan.

Las nuevas sociedades industriales viven y prosperan a través de la creación continua de nuevos conocimientos científicos y de nuevas tecnologías. A partir de esas innovaciones científicas y tecnológicas, se crean innovaciones en productos y servicios. Esas innovaciones, sobre todo si son de calidad, son el motor de la economía y la base del éxito económico.

Esta actitud innovadora, como base del éxito económico, pone a todos los niveles de la sociedad en movimiento.

Las continuas creaciones científicas suponen el continuo cambio en la interpretación de las realidades. Y como las ciencias llegan a todas partes, las transformaciones de las interpretaciones de la realidad se extienden a todos los ámbitos de lo real.

Las innovaciones científicas llevan a las innovaciones continuas tecnológicas; estas conducen a las continuas transformaciones de las formas de trabajar y, consiguientemente, a la mutación necesaria de las formas de organizarse. Estos cambios en las organizaciones exigen cambios en las formas de cohesionar los grupos y en las finalidades y valoraciones que se establecen.

Esta es la conclusión: las nuevas sociedades industriales necesitan moverse continuamente en todos los niveles de su vida. Son, pues, sociedades dinámicas que tienen que estructurarse sin creencias, porque las creencias fijan la interpretación de la realidad, aunque sea sólo en sus puntos nucleares; al fijar la interpretación fijan la valoración y, con ello, tienden a fijar la organización, los sistemas de cohesión y valoración colectiva.

Por necesidades de supervivencia, las nuevas sociedades deben excluir positivamente todas esas fijaciones porque bloquearían o dificultarían grandemente la posibilidad y el funcionamiento de las sociedades de innovación.

Cuando hay que excluir las creencias, se excluye, con ellas, las sacralidades. Al excluir creencias y sacralidades, se excluyen, de hecho, las religiones.

Y todo esto no ocurre ni por maldad, ni por degradación colectiva, ni generado por un consumismo decadente, sino por la dinámica cultural de las nuevas sociedades.

Esta es la lógica interna de las sociedades de innovación, también llamadas sociedades de conocimiento. Se las llama así porque viven de la creación continua de conocimientos, no porque sean más sabias que las que les precedieron.

Pero además de esta lógica interna de las nuevas sociedades, se crea una conciencia generalizada en la población de que todo nos lo construimos nosotros mismos, a nuestro propio riesgo. Nuestras formas de interpretar la realidad y nuestras formas de valorarla, nuestras maneras de trabajar y organizarnos, nuestros mundos axiológicos y nuestras formas de comportamiento, todo debemos construirlo nosotros mismos. Esta es la experiencia colectiva, consecuencia de la aceleración de los cambios en las últimas décadas. Nada nos viene construido del cielo, ni de la naturaleza de las cosas.

Esta conciencia colectiva de que nada en nuestra vida nos viene determinado y construido desde ninguna parte, sino que todo tenemos que construírnoslo nosotros mismos, se hace incompatible, de hecho, con las creencias y el sometimiento a una revelación que nos vendría de los cielos, que nos proporcionaría un proyecto de vida humana, intocable, al que habría que someterse.

Es decir, esta conciencia colectiva, fruto de las rápidas transformaciones de nuestras sociedades, en todos los ámbitos de la vida, viene a hacerse incompatible con la religión que se fundamenta en revelación, en creencias y en sumisiones.
En la medida en que la religión se presenta ligada a creencias y, por tanto, fijaciones, la religión se hace imposible para las nuevas generaciones.

Y en la medida en que la espiritualidad se presenta como ligada a la religión, la espiritualidad también se hace imposible para los hombres y mujeres de las nuevas sociedades.

De hecho, estas nuevas sociedades, en términos generales, no están cultivando ninguna forma de espiritualidad, con excepción de una minoría muy escueta de buscadores.

Desmantelamiento axiológico de las nuevas sociedades.

Esta es la situación de nuestras sociedades. Se trata de sociedades que disponen de poderosas ciencias y tecnologías, cuyo potencial crece día a día. Tienen poder para controlar, en notables proporciones, siempre crecientes, el mundo físico, el biológico y el de las comunicaciones. Ese poder puede ser benéfico o irreversiblemente destructivo, hasta dañar la vida en el planeta. Las primeras alarmas serias ya se han disparado.

Los procedimientos con los que los hombres han cultivado la calidad, a lo largo de la historia, han sido las religiones, y en el último tramo de la historia, las ideologías, con apoyo colateral de las religiones. Las religiones han entrado en una grave crisis, para la gran mayoría de los hombres y mujeres de las sociedades desarrolladas, y es de prever, razonablemente, que en la medida en la que las sociedades subdesarrolladas o en vías de desarrollo se incorporen al grupo de las sociedades desarrolladas, se incorporarán también a la crisis de la religión. Es razonable hacer esta previsión; lo contrario es querer evitar la dificultad del problema o esperar que el río fluya hacia arriba.

Las grandes ideologías también están en crisis. De la ideología socialista, la socialización de los medios de producción, con todo lo que ello suponía como proyecto de vida colectiva, ha quedado invalidada a causa del colapso del mundo soviético; como mínimo para un largo espacio de tiempo. Lo que queda de aquella ideología son unos cuantos postulados: equidad, justicia, democracia, igualdad, sin que lleguen a constituir un proyecto de vida para el nuevo tipo de sociedades.

La otra gran ideología no ha salido mejor parada, aunque pueda parecer lo contrario. Las sociedades capitalistas son pragmáticas y lo que les queda del viejo proyecto liberal de vida, son métodos, procedimientos para gestionar la sociedad y la economía, que con el derrumbe de los proyectos socialistas del mundo soviético, han quedado fortalecidos también para un largo período de tiempo. Estos métodos o procedimientos, que han quedado si no verificados, sí reforzados, son la democracia, la propiedad privada, la libertad de iniciativa y el mercado.

Pero tanto los grupos sociales que propugnan los postulados socialistas como los que propugnan los procedimientos que proceden del capitalismo, carecen de proyectos que ofrecer a las nuevas sociedades globalizadas de conocimiento e innovación continua.

En estos momentos de nuestra transformación cultural y social, carecemos de proyectos de vida colectiva, con carga axiológica suficiente para motivar a los pueblos y dotarlos de cuadros de valores que fomenten la calidad de las personas y los grupos.

Las religiones ofrecían sus proyectos de vida colectiva e individual, apoyándose en creencias. También ofrecían la posibilidad de un cultivo serio de la espiritualidad, apoyándose en creencias. Esa vía de la calidad humana y de la espiritualidad ha quedado bloqueada para los hombres y mujeres y los grupos de las nuevas sociedades.

También las ideologías se apoyaban en creencias, laicas esta vez. Las ideologías sostenían que sus propuestas, con respecto al funcionamiento que debía adoptar la economía, la propiedad colectiva de los medios de producción o la iniciativa y propiedad privada y el mercado, se debía a la naturaleza misma de las cosas; naturaleza que las ciencias y la filosofía descubrían.

También esas creencias laicas, y los proyectos axiológicos que soportaban, se han venido abajo. Nada nos viene de Dios, ni nada nos viene de la naturaleza misma de las cosas. La marcha acelerada de las sociedades de innovación y cambio nos ha enseñado, y ha impreso en la conciencia de todos los hombres de las sociedades desarrolladas, que todo nos lo tenemos que construir nosotros: nuestros saberes, nuestras tecnologías, nuestros postulados axiológicos para la vida colectiva e individual, nuestros proyectos de vida, etc.

Ahora ya sabemos y vivimos que tenemos nuestro destino, y el destino del planeta, en nuestras manos.

No volverán ni las creencias laicas ni las religiosas.

En esta situación, hemos tenido que comprender, forzados por la evolución de la cultura y de los modos de vida, que para manejar el tremendo poder de nuestras ciencias y nuestras tecnologías, tenemos que ser capaces de construir proyectos de vida de calidad, para el bien de nuestra especie y para el bien del planeta.

Pero ¿cómo construiremos proyectos de calidad, si los constructores no tienen antes esa calidad? No podemos cultivar la calidad humana desde la religión, porque tendríamos que pasar por las creencias, y no nos es posible. Tampoco podemos cultivar la calidad humana partiendo de las ideologías, porque también tendríamos que pasar por las creencias laicas, que no nos es posible sostener.

¿Desde dónde cultivar la calidad que nos es imprescindible para poder construir proyectos colectivos de calidad?

Este es, quizás, el problema más grave con el que se enfrenta la nueva situación cultural de la humanidad en los países desarrollados.

Una herencia inapreciable que puede ser fuente de calidad y de espiritualidad.

Las nuevas sociedades tendían que advertir que hay un lugar desde donde cultivar la calidad humana y la espiritualidad, sin pasar ni por las religiones, ni por las ideologías, ni por ningún tipo de creencias, sean religiosas o laicas. Ese lugar es el enorme legado de sabiduría de las tradiciones religiosas de la humanidad. En esas tradiciones, herencia de milenios, es posible encontrar la sabiduría que necesitamos y los procedimientos para cultivarla.

Esas tradiciones de sabiduría y de espiritualidad, se expresaron y vivieron, aunque no todas, a través de creencias, porque nacieron y se desarrollaron en sociedades que se articulaban sobre creencias: y lo hacían no por razones religiosas, sino porque se trataba de sociedades estáticas, que vivieron durante milenios fundamentalmente de la misma manera, y que, por ello, tenían que excluir los cambios de importancia y las posibles alternativas.

La fijación de esos proyectos sociales se hacía mediante creencias: Dios había revelado que se debía vivir así. Supuesta esa revelación, el colectivo debía creerla y someterse. No hacerlo sería ir contra la voluntad de Dios y rebelarse contra Él.
Así se vivieron las tradiciones de sabiduría. No se podía hacer de otra manera. Pero las tradiciones de sabiduría pueden ser leídas, comprendidas y vividas sin pasar por las creencias que son propias de sociedades que debían programarse para no cambiar. Esa es nuestra tarea.

Todas las tradiciones religiosas de la humanidad nos invitan a acceder y cultivar una segunda dimensión de la realidad, una dimensión absoluta, libre, gratuita, que no tiene nada que ver con nuestro acceso cotidiano a la realidad, propio de unos vivientes necesitados y que está en función de sus necesidades.

Tenemos la posibilidad de un doble acceso a la realidad: uno en función de nuestras carencias y de cara a la supervivencia como individuos y como especie, y otro absoluto, sin referencia ninguna a nuestras necesidades, porque lo real está ahí, independientemente de nosotros.

Este doble acceso a lo real es nuestra cualidad específica.

Esa segunda dimensión de lo real es lo que cultivan las tradiciones religiosas. Y lo hacen dentro del programa o proyecto colectivo de vida, propio de las sociedades estáticas y preindustriales.

Las tradiciones religiosas son las tradiciones milenarias del cultivo de esa segunda dimensión de nuestro acceso a lo real. Son las tradiciones de la sabiduría de ser hombres, viviendo nuestra cualidad específica, viviendo y cultivando nuestra doble experiencia de lo real.

Las tradiciones del pasado hablan de esa dimensión absoluta, desde los sistemas míticos y simbólicos que forman la manera de pensar, sentir, actuar, organizarse y vivir de unos colectivos en unas condiciones de vida determinadas, que siempre son preindustriales. Invitan e incitan a experimentarla y cultivarla, dicen cómo hacerlo, cómo evitar errores, cómo progresar en ella.

A través del cultivo de esa dimensión
-conducen a un amor incondicional de toda realidad, humana y no humana;
-conducen a un distanciamiento y desapego de las situaciones, de nuestros intereses y rechazos, de nosotros mismos. Ese desapego permite que podamos interesarnos por la realidad misma, sin tener en cuenta las ventajas que podamos sacar nosotros de ello.

-Conducen al silenciamiento interior. Gracias a él, callamos todas nuestras interpretaciones y valoraciones al acercarnos a las cosas y a las personas. Y las silenciamos porque esas interpretaciones y valoraciones están formadas desde la egocentración propia de unos vivientes necesitados.

El silencio interior posibilita el desapego y la distancia que nos facilita el interés y el amor por todo lo real; un interés que es por las personas y las cosas mismas, sin que nuestros ganancias o pérdidas les pongan condiciones.

El interés sin condiciones por todo, el paso atrás que supone el desapego y el silenciamiento interior, son requisitos para acceder a la experiencia absoluta de lo real y para el cultivo de la espiritualidad, y son también la base de toda calidad humana, se presente donde se presente.

Podemos heredar el legado de las tradiciones sin tener que heredar, a la vez, sus sistemas de creencias, sus sistemas míticos y simbólicos -que eran los procedimientos de programación colectiva de las sociedades preindustriales-, ni sus modos de comportamiento y organización.

Podemos hacerlo y debemos hacerlo; de lo contrario despreciaríamos un riquísimo legado de sabiduría, fuente de calidad humana y de espiritualidad.

De esa herencia podemos aprender las formas del cultivo de la calidad humana, sin tener que pasar por creencias, ni religiosas, ni laicas.

Desde esta perspectiva queda patente que es posible un cultivo de la espiritualidad, que es el cultivo de la dimensión absoluta de nuestra experiencia de la realidad, sin tener que pasar por las viejas formas propias de las religiones, ni tener que pasar por sus sistemas de creencias.

Es posible hacerlo y diría, que en las circunstancias propias de las sociedades dinámicas de innovación, es la única manera posible de hacerlo, sin tener que partir de cero, sino heredando el inmenso legado de todas las tradiciones espirituales de la humanidad. Todas esas tradiciones son nuestras, todas son nuestra herencia. Todas están a nuestra disposición, si nos tomamos la molestia de aprender a leerlas sin buscar en ellas soluciones a nuestros problemas, sin buscar en ellas cómo hemos de interpretar y valorar la realidad, qué hemos de creer, cómo hemos de vivir, actuar y organizarnos. Todas esas cuestiones ya sabemos que debemos resolverlas nosotros mismos con nuestros propios medios y apoyados en nuestra propia cualidad. En las tradiciones religiosas encontraremos sólo lo que se refiere a esa segunda dimensión de lo real.

Todas las tradiciones tienen que ser leídas y vividas desde estas nuevas condiciones culturales. Pero unas son más fáciles de releer o descodificar que otras.

Podríamos decir que las grandes tradiciones religiosas de la humanidad se podrían dividir en dos grandes bloques: las que se expresan en sistemas míticos, simbólicos y rituales, y las que, con leve apoyo simbólico, se expresan por medios conceptuales.

En el primer grupo se encuentran las tres grandes tradiciones occidentales: el judaísmo, el cristianismo y el islam. En el segundo grupo se sitúan principalmente las grandes tradiciones orientales: algunas corrientes del hinduismo, el budismo y el taoísmo. El hinduismo, como en todo, cabalga entre los dos grupos.

Las tradiciones que se expresan con un mínimo aparato simbólico y por medios conceptuales que, además, no son sistemas de programación colectiva, son más fáciles de descodificar para sociedades, como las nuestras, de conocimiento. Por esta causa se han expandido más rápidamente por todo el Occidente.

Las que se expresan y viven por medio de grandes narraciones sagradas, mitos, símbolos y rituales, que son, a la vez, sistemas de programación colectiva de las sociedades preindustriales, resultan algo más difíciles; no porque en sí lo sean, sino por el hábito que tenemos de tomar esos mitos y símbolos como descripciones de personajes y hechos.

Hay que aprender a leerlas simbólicamente, es decir, no como descripción de hechos y personajes, sino como metáforas, como símbolos que apuntan y aluden a la dimensión absoluta de la realidad. Tenemos que aprender a leerlos y vivirlos como hacemos con los poemas.

Eso no es algo difícil, si se superan los viejos hábitos, que son milenarios. Si no se logra superar esos hábitos, resulta imposible. Sin embargo, para la mayoría de las nuevas generaciones de nuestras sociedades desarrolladas, esa lectura puede resultar muy fácil, porque las nuevas generaciones, con excepción de una escueta minoría, han perdido las creencias y se han alejados de las religiones.

Hay que volver al gran legado de las tradiciones religiosas de la humanidad, al legado de todas, pero desde donde estamos, desde sociedades laicas, sin creencias ni sacralidades. Ahí tenemos una gran herencia desde la que poder cultivar la calidad de individuos y grupos y la espiritualidad, sin tener que ser hombres religiosos ni creyentes.


Marià Corbí es Director de Centro de Estudios de las Tradiciones Religiosas (CETR). Licenciado en teología y doctor en filosofía, Corbí ha sido profesor en ESADE, en la Fundación Vidal y Barraquer y en el Instituto de Teología Fundamental de Barcelona. Ha dedicado su vida al estudio de las consecuencias ideológicas y religiosas de las transformaciones generadas por las sociedades de innovación, sociedades post-industriales.


Fuente: CETR

26/4/08

Desigualdades, alternativas y retos de la sociedad global, por María José Atiénzar

La crisis de las hipotecas se convirtió en una crisis financiera y ésta se extendió a todos los rincones del planeta. Las reservas federales se tientan el corazón por los especuladores convertidos en nuevos perdedores, pero cabría recordarles que 20 días de gasto militar en el mundo bastarían para cubrir las necesidades básicas de la Humanidad.

El dinero ya no es un instrumento para comerciar, sino que se ha convertido en el objeto del comercio. El “metálico” circulante es 80 veces mayor que las transacciones comerciales que realizamos. Juan Torres, catedrático de Economía de la Universidad de Málaga (España) analiza así la situación global actual. Hay una auténtica crisis, aunque ahora se le denomine “desaceleración”.

En el sismograma de alzas y bajas económicas se dibujan unos dientes de sierra que reflejan fluctuaciones al minuto, especulaciones, fortunas extraordinarias, y ruina para otros.

En la actualidad, ya no se realizan transacciones de productos, se venden los acuerdos, los contratos, el papel. Se negocia con la compra-venta, el seguro, el reaseguro. Son papeles, activos financieros, que mueven con una sola tecla el resultado de producciones agrícolas, viviendas, etc.

En esta exageración se ve la verdadera naturaleza de las cosas, como solía decir Borges. A los bancos “no nos interesa tener dinero, sino ganarlo”, afirmaba el millonario empresario español, Juan March. Pero es una dinámica que, como las bicicletas se cae cuando se detiene.

En las últimas décadas, se generó una enorme ola de construcción para darle salida a la financiación excesiva que provenía de los bancos, de donde ha surgido la nueva esclavitud del endeudamiento. Millones de personas se han hipotecado para adquirir sus viviendas.

De Estados Unidos surgieron los términos de hipotecas prime, adquiridas por personas con solvencia económica y las subprime o basura, que dieron a miles de personas insolventes, con alto riesgo de impago y quiebras. Todo esto con la complicidad de la Reserva Federal. En los mercados internacionales de transacciones financieras, se pusieron en venta “paquetes” de hipotecas seguras mezcladas con hipotecas “basura”, que provocaron pérdidas en los bancos.

A su vez, éstos han tenido que apretarse el cinturón y dejar de dar incluso los préstamos corrientes, necesarios para que funcione la economía. Ni con el rescate de las reservas federales y los bancos centrales se ha evitado que la crisis hipotecaria se convierta en una crisis económica extendida, que se deja ver también en el comercio internacional.

Cuando se renegociaron las deudas externas de los países empobrecidos, se les impuso la cláusula de ‘condicionalidad’, mediante la cual forzó en FMI a los gobiernos a aplicar medidas de ajuste estructural, entre ellos una economía de sustitución. Ya no era el país el que decidía qué iba a producir, tanto en el sector textil, como la industria cárnica, la pesca o plantar flores quitando el cereal, o plantar maíz para biocombustibles.

Se devaluaron las monedas nacionales para establecer ventajas competitivas. El comprador exterior encuentra así más barata la producción. Pero como se actúa así con todos los países productores, acaban todos en desventaja salvo el comprador del norte enriquecido. Lo que el país vendía al exterior cayó de precio mientras que lo que compra subió por las nubes. Después se ofrecen servicios de empresas que desde el Norte les venden la luz, el teléfono, o los hospitales a precios que ahogan las economías locales y familiares. Los planes de ajuste hicieron caer en picado las tasas de alfabetización, la salud, y la esperanza de futuro de muchos pueblos.

Sostiene Eduardo Galeano que el dinero tiene más libertad que los seres humanos. En este círculo infernal de transformaciones, no hay mecanismos internacionales que defiendan a los ciudadanos, no hay quien se oponga al poder económico. Medios de comunicación, rectores de universidades, muchos de ellos están comprados o manipulados. “Matar a la verdad es el crimen perfecto” según el pensador francés Baudrillard. Una de estas verdades es que las necesidades básicas del mundo se podrían cubrir con 80 mil millones de dólares. Es el equivalente a 20 días de gasto militar en el mundo, el 5% de lo que ganan las 250 personas más ricas del planeta.

Nos enfrentamos a la tarea de regenerar al ser humano y sus valores. Resulta miope y arrogante considerar que nuestro tiempo histórico es el Tiempo. Muchos de los que vinieron antes hicieron posible que se acabara con lacras como la esclavitud en muchas sociedades. Trabajemos para que los que vienen puedan pescar con las redes de solidaridad que hayamos creado. Dejemos el pesimismo para tiempos mejores.


María José Atiénzar es Periodista


Fuente: Centro de Colaboraciones Solidarias

La cumbre de las 'ecociudades'


Todos los días son el Día de la Tierra, sobre todo para quienes vivimos en las grandes ciudades, que somos ya más de la mitad de los humanos. Atrás quedan los pequeños gestos; por delante tenemos el gran reto de ajustar nuestras vidas al reto cambio climático. Hogar a hogar, calle a calle, barrio a barrio. Porque está claro que la ciudad en la que crecimos ya no nos vale. Hay que ganarle terreno al coche, volar en bicicleta, humanizar las calles. Hay que plantar en los tejados, abonarse al sol y al viento, construir edificios que respiren. Hay que soñar y diseñar las ecociudades.

Expertos de más de 70 países se han dado cita esta semana en San Francisco en la cumbre EcoCity 2008, con la misión de explorar el arte de lo posible en el paisaje urbano. "La ciudad no es el problema, la ciudad es la solución", proclamó en la apertura el ex alcalde de Curitibia Jaime Lerner. "Tenemos que reinventar el modo en que vivimos, pero tenemos que hacerlo rápido. El cambio climático está ocurriendo, y nosotros somos en gran parte culpables".

Lerner, padre de la acupuntura urbana, es también el protagonista de 'A convenient truth', la película de Maria Terezinha Vaz que es el antídoto optimista a la verdad incómoda de Al Gore. Curitiba es el escenario real de ese "sueño colectivo" en el que las ovejas cortan el césped en los parques, los estanques previenen las inundaciones, los niños participan activamente en el reciclaje y los autobuses paran puntualmente cada quince segundos.

Más de ochenta ciudades en todo el mundo se han inspirado en Curitiba, la ecociudad por excelencia, y San Francisco es una de ellas. Aquí nació en 1992 el movimiento de la masa crítica, con miles de bicicletas surcando por derecho propio las calles y cuestas de la ciudad. El viernes tuvimos ocasión de pedalear con los pioneros de la dos ruedas y experimentar por el mítico Embarcadero la sensación de libertad.

La Naturaleza en la Ciudad es otra de las iniciativas punteras de la bahía, donde el Golden Gate tiende a lo lejos un puente imaginario entre la mancha humana y la naturaleza indómita que reclama su espacio. Los eco-rascacielos de Ken Yeang ilustraron hasta qué punto la jungla de asfalto puede convertirse en el bosque urbano.

Del concepto de ecodensidad habló Brent Toderian, director de planeamiento de la idílica Vancouver: "No nos conformamos con ser ya la ciudad más vivible de Norteamérica. Queremos reducir al máximo nuestra huella ecológica, lograr que la gente viva lo más cerca posible del trabajo, dar prioridad absoluta a los paseantes y a los ciclistas sobre los automovilistas".

Las Ciudades sin Coches y la Ciudad de las Bicicletas son dos visiones hasta hace poco utópicas pero cada vez más cercanas. En la ecoaldea de Ithaca ése sueño ha echado ya raíces, con 160 vecinos viviendo en diálogo permanente con la naturaleza, comiendo de las dos huertas orgánicas y reinterpretando el arte de vivir en comunidad. En el desierto de Arizona, el visionario Paolo Soleri ve crecer a sus 88 años el futuro de Arcosanti.

"Necesitamos una visión, tenemos que imaginar el modo en que queremos vivir", concluyó Ernest Callenbach, el emblemático autor de Ecotopía. "Lo que parecía imposible hace treinta años está ahí, al alcance de nuestras manos. Las ciudades son los hábitats humanos por excelencia. Vamos a mejorarlas entre todos".


Fuente: Crónica de Carlos Fresneda desde San Francisco para el periódico El Mundo

25/4/08

Consumo solidario responsable, por Leonardo Boff

El consumismo a que ha dado lugar la cultura del capital está en la base del hambre de miles de millones de personas y de la actual escasez de alimentos de la humanidad. Frente a tal situación, ¿cómo debería ser el consumo humano?

En primer lugar, el consumo debe ser adecuado a la naturaleza del ser humano. Ésta, por un lado, es material, enraizada en la naturaleza, y necesita de bienes materiales para subsistir. Por otro lado es espiritual, y se alimenta con bienes intangibles como la solidaridad, el amor, la acogida y la apertura al Infinito. Si estas dos dimensiones no son atendidas, nos ponemos anémicos en el cuerpo y en el espíritu.

En segundo lugar, el consumo necesita ser justo y equitativo. La Declaración de los Derechos Humanos afirma que la alimentación es una necesidad vital, y, por ello, un derecho fundamental de cada persona humana (justicia) y conforme a las singularidades de cada uno (equidad). Si no se atiende a este derecho, la persona se confronta directamente con la muerte.

En tercer lugar, el consumo debe ser solidario. Es solidario aquel consumo que supera el individualismo y se auto-limita por la causa del amor y de la compasión para con aquellos que no pueden consumir lo necesario. La solidaridad se expresa en el compartir, por la participación y por el apoyo a los movimientos que buscan los medios de vida, como tierra, vivienda y salud. Implica también la disposición a sufrir y a correr los riesgos que tal solidaridad comporta.

En cuarto lugar, el consumo ha de ser responsable. Es responsable el consumidor que se da cuenta de las consecuencias del patrón de consumo que practica, si es suficiente y decente, o sofisticado y suntuoso. Consume lo que necesita o desperdicia aquello que va a faltar en la mesa de los otros. La responsabilidad se traduce en un estilo de vida sobrio, capaz de renunciar, no por ascetismo, sino por amor y en solidaridad hacia los que sufren necesidad. Se trata de una opción por la sencillez voluntaria y por un patrón conscientemente contenido, que no se somete a los reclamos del deseo ni a las solicitaciones de la propaganda. Aunque no tenga consecuencias inmediatas y visibles, esta actitud vale por sí misma. Muestra una convicción que no se mide simplemente por los efectos resultantes, sino por el valor que esta actitud humana posee en sí misma.

Por fin, el consumo debe ser realizador de la integridad del ser humano. Éste tiene necesidad de conocimiento, de forma que consumimos muchos saberes con el discernimiento sobre cuál de ellos conviene y edifica. Tenemos necesidad de comunicación y de racionamientos, y satisfacemos esta necesidad alimentando relaciones personales y sociales que nos permiten dar y recibir, y en este intercambio nos complementamos y crecemos. A veces esta comunicación se realiza participando en manifestaciones en favor de la justicia, en favor de la reforma agraria, del cuidado del agua potable, de la conservación de la naturaleza... o también viendo un film, asistiendo a un concierto, yendo al teatro, visitando una exposición artística, participando en algún debate.

Tenemos necesidad de amar y de ser amados. Satisfacemos esta necesidad amando con gratuidad a las personas y a los diferentes a nosotros. Tenemos necesidad de trascendencia, de arriesgarnos y de estar más allá de cualquier límite impuesto, de sumergirnos en Dios con quien podemos comulgar. Todas estas formas de consumo realizan la existencia humana en sus múltiples dimensiones.

Estas formas de consumo no cuestan y no gastan energía; presuponen simplemente el empeño y a apertura a la solidaridad, a la compasión y a la belleza.

¿No traduce todo esto aquello que pensamos cuando hablamos de felicidad?


Fuente: Koinonia

Blog de Leonardo Boff

Vídeo: Las Nueve Revelaciones

Tráiler en castellano de la adaptación cinematográfica del Best-Seller de James Redfield, "Las Nueve Revelaciones".



Más información sobre la película en ISAAN Entertainment

Vídeo: La Última Hora (The 11th Hour)

El actor Leonardo Di Caprio ha producido este documental sobre las consecuencias de la destrucción ambiental, y el último momento en el que el cambio es posible. La película describe la forma en que vive la humanidad, el impacto que eso tiene en el ecosistema, y qué se puede hacer para revertir el daño. Expertos y grandes personalidades de todo el mundo aparecen en la película hablando sobre el problema, entre ellos el ex-primer ministro soviético Mikhail Gorbachov, el científico Stephen Hawking, R. James Woolsey, la antigua cabeza de la CIA, junto con otros 50 célebres científicos, pensadores y líderes. Todos ellos hablan sobre los asuntos más importantes que afronta nuestro planeta.




Pulsa el enlace para visitar el
Sitio web oficial de la película

24/4/08

"Solicitamos a Su Majestad..." , por Esteban Beltrán


Esteban Beltrán Verdes es director de Amnistía Internacional


Amnistía Internacional cumple hoy 30 años de existencia legal en España. Pero ya en 1975 reclamaba a don Juan Carlos la libertad de los presos políticos. Ahora también lucha por los "presos de la pobreza"

No era cuestión de esperar más. Un día después de la muerte de Franco, el 21 de noviembre de 1975, don Juan Carlos de Borbón recibía un telegrama: "En ocasión de su coronación solicitamos a Su Majestad proclame amnistía general para los presos políticos en España". Llegado desde el Reino Unido, Amnistía Internacional no era por aquel entonces un movimiento legal en nuestro país, y tuvo que esperar para serlo hasta el año 1978. Un año antes, en 1977, la organización había recibido el Premio Nobel de la Paz, y ese mismo año el Premio de Naciones Unidas, pero también empezaba a acumular detractores; Ahmed Sekú Turé, presidente de Guinea en ese momento, se defendía ante la prensa de un informe sobre su país diciendo: "Si desean saber lo que realmente pienso, les diré que Amnistía Internacional es una basura".

Hoy cumplimos 30 años en España, y aunque el mundo ha cambiado mucho desde entonces, la independencia e imparcialidad de Amnistía Internacional, que no admite fondos de Gobiernos nacionales, sigue siendo incómoda para políticos, Gobiernos y grupos armados en todo el mundo. Hace pocos meses, un dirigente del Partido Socialista de Navarra declaraba, tras la publicación de nuestro informe sobre torturas en España, que "Amnistía Internacional ataca a las instituciones democráticas del Estado", mientras que la Confederación Española de Policía nos definía como "la vergüenza de las ONGs españolas".

Cuando esta organización solicitó el año pasado que las mujeres puedan acceder a servicios de salud oficiales cuando sean violadas o surjan complicaciones derivadas del embarazo, el Consejo de Justicia y Paz del Vaticano pidió a los católicos "no más financiación para Amnistía Internacional después de su giro proabortista". En agosto de 2006, el grupo armado Hezbolá declaró que "Amnistía, al criticar las acciones de Hezbolá junto con las de Israel, ha tratado de equiparar al verdugo con la víctima", cuando denunciábamos los ataques a la población civil en Israel.

Que Amnistía Internacional haya recibido críticas furibundas de Gobiernos e instituciones de todo pelaje es sano, porque revela que es incómoda y relevante en las sociedades en las que opera. El puñado de pioneros y pioneras que se reunían en la calle Columela de Madrid bajo los tiros y las bombas incendiarias de grupos paramilitares a finales de los setenta son hoy, sólo en España, más de 50.000 personas que sostienen a la organización, junto a más de un millón de personas que se movilizan anualmente a través de Internet.

¿Y qué ha sido de los derechos humanos en España y en el mundo en estos 30 años? ¿Qué hemos logrado? ¿Qué queda por hacer? Estas son las preguntas que nos hacemos en nuestro aniversario.

En España contribuimos a que se aboliera la pena de muerte, aunque queda por eliminar una frase del artículo 15 de la Constitución: "salvo lo que puedan disponer las leyes penales militares para tiempos de guerra". En el mundo, afortunadamente, se baten en retirada los verdugos a cargo de los presupuestos generales del Estado; aunque el año pasado se ejecutó, que sepamos, a unas 1.200 personas, ya hay 135 países que no ejecutan a nadie.

Ha avanzado también la justicia universal; cuando en 1998 un policía británico detuvo en Londres a Pinochet por orden de un juez español por las violaciones de derechos humanos cometidas en Chile, todo el mundo comprendió que el mundo era ya una aldea global donde los criminales y los dictadores tienen más difícil esconderse. ¿Quién hubiera pensado hace 30 años que más de cinco ex presidentes de Gobierno en América Latina estarían hoy detenidos o procesados por crímenes cometidos contra sus ciudadanos, o que se establecería un Tribunal Penal Internacional para juzgar los crímenes más atroces contra la Humanidad, o que se procesaría a Thomas Lubanga, reclutador de niños y niñas soldado en la República Democrática del Congo? ¿Quién hubiera previsto entonces que la Audiencia Nacional en España iba a aceptar a trámite demandas penales por violaciones de derechos humanos cometidas en Argentina, Chile, Guatemala, Tíbet o Ruanda?

Dos ejemplos más de la evolución de los derechos humanos en España en este periodo: entonces se encarcelaba por objetar al servicio militar; hoy soldados profesionales forman las Fuerzas Armadas españolas. A mediados de los noventa, Amnistía Internacional, junto a Greenpeace e Intermón Oxfam, denunciaba el secretismo de las exportaciones de armamento desde nuestro país: el año pasado se aprobaba una Ley de Comercio de Armas que lo hará mas transparente y debería evitar que las armas acaben en manos de Gobiernos que las utilizan contra sus ciudadanos.

La experiencia demuestra que todo es posible con la suma de miles de acciones individuales, y con la movilización de las personas. Si Amina Lawal y Safiya Husseini no fueron lapidadas hasta la muerte en Nigeria hace unos años fue porque Amnistía Internacional en España supo canalizar la indignación de nueve millones de personas. Si se ha conseguido un compromiso en la Asamblea General de Naciones Unidas para crear un Tratado Internacional que regule el comercio de armas fue porque un millón de personas presionaron a los Gobiernos del mundo.

Pero también hay logros en riesgo, como la prohibición absoluta de la tortura. En 1984 entraba en vigor la Convención Contra la Tortura de la ONU que la prohibía sin matices. Después de los atentados del 11-S no sólo hemos documentado que la tortura se da todavía en más de 100 países del mundo, sino que Gobiernos democráticos como el de Estados Unidos la han legalizado en la práctica al aprobar al más alto nivel "la bañera" y otros métodos brutales, y al dictar la Ley de Comisiones Militares, que, en determinadas circunstancias, acepta las declaraciones obtenidas bajo tortura como prueba ante un tribunal de justicia.

¿A qué retos de derechos humanos nos enfrentamos hoy en España? ETA continúa matando, y el asesinato del ex concejal Isaías Carrasco es el último sangriento recordatorio de los riesgos que corren día a día amplios sectores de la población en el País Vasco, sometidos a amenazas y hostigamiento. El 10% de la población en España es extranjera, y sin embargo las políticas públicas para combatir el racismo y la xenofobia basculan entre la desgana y la invisibilidad y están a la cola de Europa, mientras los controles fronterizos son casi la única respuesta a la inmigración ilegal que se cobra anualmente unas 3.000 vidas. La tortura no se reconoce como un problema en nuestro país, a pesar de que todos los organismos internacionales constatan que está extendida y es persistente, y que se ceba especialmente con los inmigrantes. Varios de estos organismos han pedido que se suprima el régimen de incomunicación que se aplica a personas acusadas de terrorismo, que se extendió a 13 días en los últimos años, o que se le dote de mayores garantías como el uso de videocámaras en los interrogatorios. En los últimos años, por fin, la violencia de género se ha reconocido como un problema serio de derechos humanos, pero la falta de recursos, entre otras razones, ha hecho que más de 250 mujeres hayan muerto a manos de sus compañeros o ex compañeros en los últimos años.

Pero si hay un reto universal al que debemos enfrentarnos en los próximos años es el de la pobreza como violación de derechos humanos. En estos últimos 30 años, a pesar de todas las promesas, los pobres, especialmente en África, son mucho más numerosos. Millones de personas no tienen acceso ni a la salud ni a la educación; son víctimas de desalojos forzosos y son condenados al hacinamiento, a la miseria y a la muerte. Debemos conseguir que las víctimas del "crimen de pobreza" puedan reclamar, como las víctimas de la tortura, en los tribunales de justicia, y que sus responsables directos comparezcan en el banquillo de los acusados. Encontrar y juzgar a los "perpetradores de la pobreza" es el mayor reto al que nos enfrentamos. Hace 30 años liberábamos presos de conciencia; hoy hay que liberar también a los "presos de la pobreza".


Fuente: El País

23/4/08

Consabida confusión sobre "eutanasias", por Juan Masiá Clavel

Juan Masiá Clavel es jesuita y teólogo

Saltó a titulares la muerte de Chantal Sébire, en Francia, tras ocho años de avance irreversible del tumor nasal que le deformó el rostro. Y se repitió por enésima vez el atasco en la encrucijada de las eutanasias.

“Eutanasias”: así, en plural, para contrarrestar la consabida confusión en torno a este tema manipulada a menudo, tanto por quienes apoyan la revisión de la legislación vigente como por quienes se oponen a su modificación. Hay que distinguir dos usos distintos de esta palabra: uno, en el mal sentido divulgado del término, confundiéndola con el suicidio o con el homicidio por compasión; otro, en el sentido exacto en que se usa jurídicamente, para determinar sus condiciones allí donde la legislación lo admite.

Se habla a veces de eutanasia, en un sentido inexacto, para referirse a acciones que deberían llamarse con otros nombres. Por ejemplo, el genocidio nazi, el homicidio discriminador de personas con discapacidad o demencia senil, la aplicación irresponsable de medicación letal, la supresión no indicada de recursos de mantenimiento vital sin el debido consentimiento o sin cumplir los protocolos establecidos, o el abandono y negligencia en la atención a personas ancianas con consecuencias fatales.

Al incluir estos casos en un único hatillo, etiquetado como “eutanasia”, se provoca naturalmente rechazo. Obviamente no podemos aprobar dichos compòrtamientos. Pero se produce, como vaivén pendular, la reacción opuesta: el público en general se pone en guardia frente a propuestas de despenalización de situaciones excepcionales que deberían ser tomadas en cuenta seriamente.

La legislatura no se atreve a tocar este punto por miedo a la reacción exagerada por parte de instancias ideológicas eclesiásticas o políticas. Esta ideologización religioso-política del tema no ayuda al debate cívico sereno, jurídico y ético, sobre las condiciones requeridas para prevenir abusos en el supuesto de una posible despenalización de algunos casos de eutanasia. Este debate debería preceder al debate parlamentartio en una sociedad plural y normalmente democrática.

Un ejemplo del otro uso de la palabra eutanasia, en el mejor sentido del término, es el Informe del Instituto Borja de Bioética (2005), que la define así:”Eutanasia es toda conducta de un médico, u otro profesional sanitario bajo su dirección, que causa de forma directa la muerte de una persona que padece una enfermedad o lesión incurable con los conocimientos médicos actuales, que por su naturaleza le provoca un padecimiento insoportable y le causará la muerte en poco tiempo. Esta conducta responde a una petición expresada de forma libre y reiterada, y se lleva a cabo con la intención de liberarle de este padecimiento, procurándole un bien y respetando su voluntad”.

Las orientaciones publicadas por la Orden Hospitalaria de san Juan de Dios en su libro Humanizar el proceso de morir (2007) precisan así: “Si se ponen en práctica los medios acerca del cuidado paliativo terminal, es de esperar que disminuirán las peticiones de eutanasia. Pero aun teniendo acceso a estos recursos, no se puede descartar que se presenten situaciones muy especiales, en las que el paciente desee que se pueda acceder a su petición de eutanasia”.

En los próximos años tendrá que debatirse este tema en nuestro país. Sería deseable que no se ideologizara, ni religiosa ni políticamente (por parte de los respectivos portavoces), sino que se pudiese tratar con amplitud de miras cívica y perspectiva estatal, no partidista ni electoralista.

Al debatir así, habría que tener presentes, ante todo, los puntos siguientes: 1) No plantear la cuestión como si se tratase de elegir entre paliativos y eutanasia dilemáticamente. 2) Garantizar debidamente el acceso igualitario a los cuidados paliativos, incluida la sedación indicada, consentida y protocolizada. 3) Precisar las condiciones para evitar los abusos. 4) No evaluar la legislación despenalizadora desde la perspectiva de una determinada creencia religiosa.

Desde el punto de vista ético, este problema tiene aspectos en común con el de la interrupción del embarazo. No se puede reducir al dilema entre posturas a favor y en contra (como si las primeras fuesen a priori contra la vida y solamente las segundas fuesen acreedoras a llamarse pro-vida o como si para llamarse pro-vida hubiera que estar incondicionalmente a favor de una moral sin excepciones).

Sea cual sea la decisión última que se tome ante una situación terminal, médica y éticamente compleja y conflictiva, la pregunta clave a plantearse siempre será: ¿Se respeta la autonomía y dignidad de la persona paciente, teniendo en cuenta también las repercusiones en otras personas? ¿Es ese respeto la motivación básica que apoya la decisión?

Desde el punto de vista religioso, creo que asumir críticamente una legislación despenalizadora es compatible con una postura personal situada en una opción más exigente desde una ética de máximos. Lo añado, a título de testimonio personal, formulándolo así: Mis creencias me invitan, sin obligarme, a no optar por la petición de eutanasia, pero no tengo derecho a imponer esta postura en una sociedad plural; sino solamente a pedir que me respeten, del mismo modo que respeto a quienes, ya sea con religiosidad o sin ella, defiendan la opción contraria.


Juan Masiá Clavel es Jesuita, Profesor de Ética en la Universidad Sophia (Tokyo) desde 1970, ex-Director de la Cátedra de Bioética de la Universidad Pontificia Comillas, Asesor de la Asociación de Médicos Católicos de Japón, Consejero de la Asociación de Bioética de Japón, Investigador del Centro de Estudios sobre la Paz de la Sección japonesa de la Conferencia Mundial de Religiones por la Paz (WCRP), Colaborador del Centro Social “Pedro Claver”, de la Compañía de Jesús en Tokyo


Fuente: Blog del autor, Vivir y pensar en la frontera

Vídeo: Escucha sonido en 3D

Me ha sorprendido bastante este vídeo, es una demostración del sonido en 3D alucinante, te permite ubicar los sonidos. Se puede escuchar con los auriculares en esta demostración, o puedes también ver este vídeo, si puedes ponerte los auriculares, hazlo, y mejor si cierras los ojos. Te vas a sorprender.

Tienes que imaginarte que estás en el interior de una peluquería esperando a que te corten el pelo.




Visto en La Huella Digital

22/4/08

Salvador Harguindey: "Los grandes espíritus terminan por pensar lo mismo"


Presentación del nuevo libro de Salvador Harguindey Una sabiduría para todos los tiempos

Bajo el título Una sabiduría para todos los tiempos, el médico y escritor Salvador Harguindey ha entrado en el pensamiento de las grandes figuras de la Historia para recopilar, gracias a sus frases y expresiones, la esencia de su filosofía, de su modo de afrontar la vida, de sus claves para ir más allá con el objetivo de reunir estos postulados bajo la misma tapa y ofrecérselos a una sociedad que en demasiadas ocasiones no sabe encontrar soluciones a muchos de sus problemas.

Desde Buda y Lao Tse a Jesucristo, Plotino, Hermes Trimegisto, Spinoza, Goethe, Dosoyevski, Tolstoi, Carl Jung, Hermann Hesse, Schopenhauer, Da Vinci, John Lennon, Erich Fromm, Aristóteles, Bob Dylan, Confucio, Raimon Panikkar, Aldous Huxley, Krishnamurti, Einstein, Evelyn Underhill, Abraham Maslow, el Dalai Lama y Ken Wilber, aquí se dan cita personajes cuyos ideales el escritor ha ido leyendo y recopilando en las últimas dos décadas.

"A través de sus frases o planteamientos cortos, se puede conocer el pensamiento de todas estas personas para aplicarlas al momento actual, a las situaciones con las que nos encontramos hoy", argumentó Harguindey, quien ha detectado que, en realidad, "las propuestas de la mayoría de ellos apuntan a lugares comunes".

Conocer pero también reflexionar sobre lo que otros han dicho y puesto en común para poder sacar cosas en claro es la propuesta que el escritor busca con esta entrega fundamentada en la necesidad de estimular el debate.

«He procurado sintetizar ideas de grandes mentes o grandes conciencias de la Humanidad -de la filosofía, la religión o la ciencia- para resumir su pensamiento», describe Harguindey. A través de esta labor, el autor ha constatado que, «los grandes espíritus terminan por pensar lo mismo», y cita a personalidades como Ghandi, Lao Tse, Dostoievski o Goethe. «Desde el punto de vista filosófico, todos tienen una misma idea sobre qué es la vida y qué podemos hacer».

Todos estos personajes son, «como dicen los psicólogos modernos, autorrealizadores: han superado el miedo al envejecimiento,a la enfermedad y a la muerte», indica el especialista en Oncología. Pero Salvador Harguindey también subraya el carácter «divertido» del libro, que permite a la gente «leer una frase de cualquiera y pensar acerca de ella».

Problema y soluciones


El autor razona que esta selección de ideas «transmite un pensamiento integral». Este tipo de mentalidad es la que Harguindey considera la apropiada para, por ejemplo, abordar «problemas a nivel político, como la violencia entre civilizaciones, que se pueden enfocar e interpretar de manera diferente, para buscar soluciones impensadas, originales y suprapolíticas».

Dentro de esta línea de argumentación se situará la presentación del libro. Una proyección de imágenes de actualidad estará acompañada por frases de 'Una sabiduría para todos los tiempos', que darán una visión distinta de esas diapositivas.

Harguindey prepara un ciclo de debates sobre eutanasia, la interpretación del conflicto vasco y la prevención de la metástasis del cáncer.


Fuente: El Correo y Diario de Noticias


Más información sobre Salvador Harguindey en su blog

Más información sobre el libro en este blog

Foro de curas de Madrid: "Salvados en Esperanza...Aguirre"

Cuando hace algunos meses Benedicto XVI publicó su encíclica “Spe Salvi” (“Salvados en esperanza”) no suponíamos que la traducción práctica de su título en la diócesis de Madrid iba a ser tan “personalizada”. La Delegación Pastoral Diocesana de Medios de Comunicación Social y el Consejo Diocesano de Laicos ha organizado el día 20 de Abril el VIII “Encuentro de comunicadores sociales” en el marco de la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales que celebra la Iglesia.

La jornada comienza con la Santa Misa en el Convento Corpus Christi de las R.R.M.M. Jerónimas presidida por el Cardenal Arzobispo Dn. Antonio Mª Rouco Varela. La primera conferencia: “Libertad y opinión pública” será impartida por el director y presentador de “La mañana” de la COPE, Federico Jiménez Losantos. La tarde comenzará con una mesa redonda sobre “Medios de comunicación social y opinión pública”, en la que intervendrán Benigno Blanco, presidente del Foro de la Familia; Ignacio Villa, director de los Servicios Informativos de la Cadena COPE; Cristina López Schlichting, directora y presentadora de “La Tarde con Cristina”, de la Cadena COPE; Eva Galvache, redactora jefe de programación Socio-Religiosa de la Cadena COPE, y Elsa González, redactora jefe del área de Sociedad de la Cadena COPE. La jornada concluirá con la Conferencia “Claves para interpretar la Opinión Pública”, impartida por César Vidal, director de “La Linterna”, de la Cadena COPE.

Se supone que estas jornadas se organizan con la finalidad de orientar a los católicos sobre la utilización de los medios de comunicación en la tarea evangelizadora ya que, como dice el Mensaje de Benedicto XVI para la Jornada de este año : “Los medios de comunicación se han convertido en parte constitutiva de las relaciones interpersonales y de los procesos sociales, económicos, políticos y religiosos”. Se supone que los ponentes serán personas que, por su manera de comunicar, su trayectoria profesional y sus conocimientos pueden ayudar en esa tarea evangelizadora, y que los medios de comunicación en que trabajan, por sus mensajes y sus formas van en ese mismo sentido.

El mensaje del Papa expone, entre otras cosas, que : “Los medios de comunicación pueden y deben ser instrumentos al servicio de un mundo más justo y social” ... “sufren el riesgo de que se transformen en sistemas dirigidos a someter al hombre a lógicas dictadas por los intereses dominantes del momento. Es el caso de una comunicación usada con fines ideológicos” ... “Para favorecer la así llamada audiencia, a veces no se duda en recurrir a transgresiones, a la vulgaridad y a la violencia” ... “Se proponen y mantienen modelos de desarrollo que aumentan en vez de reducir la distancia entre países pobres y ricos” ... “Sobre algunos hechos los medios no se usan en su papel adecuado de informar, sino para “crear” los propios eventos inducidos por una visión funcional para intereses económicos y políticos determinados”.

Cuando nos hemos encontrado con esta lista de ponentes, con exclusiva presencia de la COPE en estas Jornadas, nos hemos convencido, una vez más, de la dudosa voluntad del Arzobispado por cuidar los objetivos pastorales de sus medios de comunicación y por tener en cuenta el pluralismo de la comunidad eclesial madrileña. La COPE se ha destacado en estos últimos años en el panorama mediático por sus mensajes y maneras agresivas, insultantes, calumniadoras en algunos casos. Es evidente su alineamiento exclusivo, en las últimas semanas, no sólo a favor del Partido Popular, como ya venía haciendo, sino que ha optado públicamente, en la lucha al interior del Partido, por los intereses y estrategias de una de sus facciones: la que representa Esperanza Aguirre.

Para no pocos sectores de la Iglesia y la sociedad madrileña, entre los que nos contamos, los mensajes y las formas de transmitirlos de la Cadena COPE están muy alejados del Evangelio y de estas orientaciones de la Doctrina Social de la Iglesia. Son numerosas las personas e instituciones católicas que lo vienen repitiendo en los últimos años y a las que no se les presta la más mínima atención. Se aducen, para justificar la situación, explicaciones poco convincentes como que “ha crecido la audiencia”; “respetamos la libertad de los profesionales que ahí trabajan”; “no podemos condicionar el desarrollo de un medio generalista como es la COPE” ... Sin entrar en las contradicciones que se esconden detrás de tales razones, con esta Jornada del día 20 se ha dado un paso más: se invita de manera exclusiva a los periodistas de la COPE para orientar pastoralmente a los católicos y se proponen a sus personajes más conflictivos como orientadores y ejemplos de los comunicadores católicos.

Consideramos legítimo y necesario que, en la creación de opinión, cada grupo político pueda difundir y defender sus posturas, pero -nos tememos que inútilmente, una vez más- no podemos comprender que la Iglesia se identifique y promueva a cualquier precio, no ya los intereses de un Partido, sino los de una facción concreta de ese Partido; y que los principales representantes de esa operación sean propuestos por las autoridades diocesanas como ejemplos a seguir y sus orientaciones sean servidas como si fueran la Doctrina Social de la Iglesia en este campo.

El concepto de libertad que practican en esta emisora no se detiene ante insultos, falsedades ni calumnias. Defendemos la información en libertad, pero ello no puede constituir una patente para prédicas demagógicas sin bases objetivas. Por otra parte esa pretendida libertad se ejercita solamente en un sentido y contra unos sectores socio-económicos determinados y no con otros, porque en definitiva se depende de ellos y se es esclavo de sus intereses. Lo cual, por otra parte, es explicable en el juego político-mediático. Lo que no podemos explicarnos es que la Iglesia entre en ese juego aceptando un papel subordinado a las estrategias de una facción de un partido concreto.

Entre los ponentes hay algunos que se han reconocido públicamente – honradamente por su parte - como agnósticos o protestantes. No tenemos ningún inconveniente en que trabajen en una institución católica; nos parece un signo de diálogo y apertura. Lo que nos parece contradictorio es que sean ellos los que marquen su línea editorial, sus mensajes y sus formas. ¿Dónde queda la identidad católica de la institución? Por ellos lo que la COPE promociona hoy en la sociedad española no es una línea editorial libre, ni sus orientaciones son las de la Doctrina Social de la Iglesia, sino unos mensajes que están al servicio del neoliberalismo económico y el conservadurismo político y unas formas que provocan la crispación y el enfrentamiento cívico.

Para los sectores sociales y eclesiales entre los que nos movemos resulta sencillamente incomprensible y escandaloso. Coincidimos con el abad de Monserrat cuando recientemente declaraba que para él resultaba un misterio por qué esta situación no cambia. Constatamos cómo, no sólo no cambia, sino que cada vez se consolida más.

Honestamente creemos que, en el panorama mediático de la sociedad española, la COPE, no sólo no funciona según las orientaciones del Mensaje del Papa, sino que podríamos presentar una amplia documentación para demostrar que lo hace en sentido contrario, tanto en los mensajes que transmite como en sus formas de comunicar. Desde la sensibilidad de las comunidades cristianas, de las que somos responsables, y desde nuestra propia opinión, no podemos aceptar que sean estos ponentes los que monopolicen la imagen de “católicos en la vida pública” Tenemos el sentimiento de que pretenden acaparar, privatizar y recluir la imagen de la Iglesia Católica en un sector y excluir, en la práctica, de la comunión eclesial al que no se identifica con una determinada postura socio-política demasiado reducida.

En otra declaración reciente, nos temíamos que el Curso de formación para sacerdotes organizado por la Diócesis se estuviera dando, más que desde la razón iluminada por la fe, por la F.A.E.S. Ante estas Jornadas de Medios de Comunicación Social que ha organizado la Diócesis de Madrid, sospechamos que estamos prefiriendo poner nuestra Esperanza más que en Dios, en Esperanza Aguirre.

Comisión Permanente.
Foro “Curas de Madrid”
Madrid 20 – 4 - 2008



Fuente: Religión Digital

Otros comunicados del Foro Curas de Madrid en este blog:


El PP forma a los curas, por José Manuel Vidal


Foro Curas de Madrid: "No tenemos ni la última ni la mejor palabra en todo"


Cien curas de Madrid y los religiosos de Cataluña, contra la nota del episcopado sobre el 9-M

21/4/08

Día de la Tierra. Vídeo: Madre Tierra de Macaco

El día 22 de abril se celebra el Día de la Tierra. El año pasado, National Geographic Channel encargó a Macaco la realización de una canción para celebrar ese día. La cadena cedió imágenes de varios de sus documentales para la elaboración del vídeo, en el que participaron un buen número de personajes del mundo de la música, el cine y la televisión como Julieta Venegas, Concha García Campoy, Jon Sistiaga, Estopa, Fito, Eva H, Luis Tosar y Bebe, entre otros muchos. Este año la cadena ha encargado de nuevo otra canción a Macaco, que estrenará mañana día 22.

Actualización 16/03/09: El vídeo ha sido quitado de Youtube y ya no está disponible. Lo sentimos.

El nuevo rostro del hambre, por Soledad Gallego-Díaz

Víñeta de El Roto

El hambre tiene un rostro nuevo. La frase es de la directora del Programa Mundial de Alimentos de la ONU, la norteamericana Josette Sheeran. El aumento del precio de los alimentos está incrementando el número de personas que pasan hambre en el mundo, algo que nadie podía imaginar a principios del siglo XXI, cuando, en teoría, los países más ricos se habían comprometido, precisamente, a alcanzar los llamados Objetivos del Milenio, y a cortar, de manera drástica, la penuria, el analfabetismo y la mortandad infantil en los países más pobres. Lo que está ocurriendo, al menos con respecto al hambre, es justamente lo contrario. Sheeran aseguró en una reciente entrevista que "las familias en países en desarrollo están pasando de hacer tres comidas al día a tan sólo una y están abandonando las dietas diversas para consumir alimentos básicos". La ONU, anunció, esta planteándose la posibilidad de reducir las raciones de ayuda o, incluso, el número de personas que reciben ese apoyo alimentario "si los donantes del programa no aportan rápidamente más dinero" para pagar esos alimentos repentinamente encarecidos.

Por primera vez en décadas, anunció recientemente la BBC, un país como Pakistán ha reintroducido en determinadas zonas un sistema de cartillas de racionamiento. Y los diarios de muchos países del Caribe, África y Asia dan cuenta de tumultos provocados por grupos enfurecidos por la carestía de los alimentos. Nada de ello ha despertado en las sociedades más desarrolladas ni la mitad de atención que la crisis financiera que les aqueja. De hecho, los gobiernos y las instituciones de Estados Unidos y de Europa han reaccionado de manera rapidísima para atajar las consecuencias de esa crisis económica, provocada, bien está recordarlo, por el deseo de los bancos norteamericanos de hacer más dinero, mucho más dinero, mucho más rápidamente.

La rápida respuesta a la crisis de la avaricia, como se merecería ser conocida esta crisis financiera, es todavía más notable porque realmente no era fácil predecirla. De hecho, todavía hoy no se sabe cuál es exactamente su alcance y profundidad. (Circula por muchos blogs y webs españoles un estupendo texto del profesor Leopoldo Abadía con una amplia y comprensible explicación de lo que ha ocurrido con las hipotecas ofrecidas a los llamados ninja, es decir, no income, no job, no assets, sin ingresos fijos, sin empleo, sin propiedades).

Toda esta rapidez ante algo poco previsible o estudiado que afecta a nuestros bolsillos se vuelve lentitud, racanería y dejadez para hacer frente a algo que afecta a sus estómagos, como denuncia Sheeran. Organizaciones como Oxfam insisten en que la crisis alimentaria era absolutamente previsible: es cierto que el cambio climático, las sequías e inundaciones, han reducido las cosechas en muchos países, pero básicamente la crisis está provocada por hechos y decisiones políticas con efectos claramente estudiados y anunciados. Era perfectamente predecible que el desarrollo de China y de India aumentaría la demanda de alimentos. Era predecible que aumentaría el precio del grano si los gobiernos decidían formalmente animar, en porcentajes muy considerables, la producción de biocombustibles. Era precedible que habría más inseguridad alimentaria y que sería necesaria una acción global para proteger a los más pobres de precios en continuo incremento o muy volátiles. Si la hambruna, con todo lo que eso significa, se extiende, esta vez nadie podrá decir que no sabía lo que iba a pasar. Simplemente, no se habrá hecho nada lo suficientemente rápido ni lo suficientemente eficaz. Todos habremos empezado el milenio de la manera más vergonzosa posible.

Algunos expertos consideran que esta crisis alimenticia podría, quizá, convertirse en una oportunidad para corregir definitivamente algunos de los mayores problemas que padece la agricultura en los países menos desarrollados. En teoría, el incremento del precio de los alimentos debería beneficiar, por ejemplo, a los pequeños productores africanos, pero la realidad es que hasta ellos no está llegando prácticamente nada de ese beneficio. Si se garantizara el acceso de los pequeños granjeros a las ganancias provocadas por los nuevos precios y se aprovechara para invertir en la modernización de la agricultura de esos países, se podría corregir parte de los males de la crisis. Lo peor de todo, y desgraciadamente lo más probable, sería que los beneficiados acaben siendo los grandes productores, con capacidad para almacenar alimentos y para especular con su llegada al mercado. Más avaricia. ¿Realmente alguien pretende, de verdad, controlar la emigración? -


Fuente: El País

Los hambrientos salen de nuevo a las calles, por Raj Patel


Volvemos a ver en muchas ciudades del mundo disturbios por la carestía de los alimentos. Esto revela hasta qué punto está podrido el corazón de la política y la economía de tantos países en vías de desarrollo.

Recientemente, los precios de los alimentos han experimentado en todo el mundo unas subidas extraordinarias. Tanto es así, que Naciones Unidas ha anunciado que necesitan 500 millones de dólares antes de que transcurra un mes a fin de evitar que se produzca una hambruna generalizada. El pasado marzo, el precio del arroz subió en los mercados asiáticos un 30% en un solo día. Ésta y otras subidas de precios son el resultado de una tormenta perfecta en la que se han combinado los efectos de las malas cosechas, la escasez de alimentos almacenados, la sustitución de cultivos de alimentos por otros que producen biocombustibles, el aumento de la demanda de carne, el precio récord del petróleo, y la especulación financiera.

El aumento del coste de los alimentos ha llegado a ser tan grave que incluso se ha inventado un nombre para bautizarlo: agroflación (agflation). Una fea palabra, sin duda, cuyos efectos son todavía más feos. Y que ha producido el regreso de una de las formas de activismo colectivo más antiguas del mundo: los disturbios callejeros de los hambrientos.

"Antes ganábamos 14 dólares a la semana y nos llegaba justo para ganarnos la vida. Pero desde que han subido tanto los precios, no nos alcanza para vivir. Nos limitamos a existir". La mujer que pronunció esta frase podría haber sido ciudadana de cualquiera de los países pobres donde, durante los últimos meses, se han producido disturbios callejeros provocados por la agroflación. Pero estas frases desesperadas fueron pronunciadas en Nueva York, el año 1971, y las dijo una de las Mujeres Judías del East Side que protestaban por los precios inalcanzables que los alimentos tenían en aquel momento en la ciudad. Sus circunstancias encuentran un eco en la actualidad.

Y es que la similitud entre las protestas históricas y las de este comienzo del siglo XXI no es meramente cosmética. Vale la pena analizar los vínculos entre los precios de los alimentos y la inestabilidad política. Muchas de las protestas actuales han ocurrido en países considerados como bastiones de la estabilidad. Ha habido revueltas en ciudades de Mauritania, Senegal y Burkina Faso, por ejemplo. Pero estos disturbios se han distribuido de forma irregular.

En Haití, uno de los países más pobres del hemisferio occidental, el hambre ha propiciado en los últimos tiempos la aparición de nuevas estrategias de supervivencia, fruto de una desesperación cada vez más acentuada. En las chabolas de Cité Soleil prospera hoy la industria de las "galletas de barro". Es decir, galletas hechas con margarina, sal y arcilla. La gente se las come porque no puede comprar nada mejor. Pero incluso allí la gente ha terminado saliendo a la calle y enfrentándose a las fuerzas del orden.

Haití representa un caso extremo, pero su trayectoria parece una versión acelerada del camino que van a ir siguiendo decenas de países, muchos de los cuales han sufrido años de crisis alimenticia, siempre al borde de la hambruna. Dado que los ingresos familiares en esos países se dedican en su mayor parte a la compra de alimentos, es indudable que es allí donde la agroflación tendrá efectos más dolorosos.

Ahora bien, los disturbios callejeros no se producen necesariamente en los países más pobres. Egipto y la India, por elegir dos de los países en donde ha habido recientemente manifestaciones, ocupan una posición intermedia.

¿Cómo explicar entonces la explosión de los disturbios, si su causa no es el hambre extrema? El historiador británico E. P. Thompson nos brinda alguna luz al respecto. Analizando los disturbios provocados por la carestía de los alimentos en la Inglaterra del siglo XVIII, localizó los dos factores cruciales que se suman para dar lugar a las revueltas. En primer lugar, el capitalismo trajo consigo una brutal diferencia entre lo que la gente entendía como sus derechos y las cosas que en realidad conseguía. En segundo lugar, las protestas surgían cuando los hambrientos pensaban que ésa era la única forma de hacerse oír.

La suma de estos dos criterios, a saber, la distancia muy marcada entre aquello a lo que uno cree tener derecho y aquello que en realidad obtiene, por un lado; y, por otro, el que no haya mejor manera de articular una protesta política que mediante la protesta callejera, permite explicar los disturbios causados por la falta de comida en circunstancias diversas. Esta clase de disturbios fueron frecuentes en Europa hasta la mitad del siglo XIX, pues entonces Europa comenzó a importar cereales procedentes de sus colonias para alimentar así a sus masas de trabajadores. Paralelamente, las protestas callejeras fueron sustituidas por otro tipo de actividades más sofisticadas y coordinadas, como las huelgas.

Los disturbios reaparecieron en Estados Unidos justo al término de la Primera Guerra Mundial. Las mujeres estaban en la primera línea de las manifestaciones en Filadelfia, Chicago, Toronto y Nueva York, por ejemplo. Esas mujeres creían tener el derecho de alimentar a sus familias. Cosa cada vez más imposible, debido a la fuerte inflación que se produjo al terminar la guerra. Además, esas mismas mujeres estaban excluidas de la participación política y no tenían más alternativa que la protesta callejera. En cuanto las mujeres consiguieron el derecho a voto y comenzó a producirse una mejor redistribución de los bienes, los disturbios por la carestía de los alimentos fueron perdiendo fuerza.

Así pues, la historia nos dice que prestemos atención a ambos factores, la distancia entre expectativas y realidades, por un lado, y por otro la inexistencia de un auténtico sistema democrático. Se producen disturbios callejeros por la comida en aquellos países en donde las subidas rápidas de los precios hacen prohibitiva la compra de alimentos. Y en donde, además, el desarrollo ha agudizado las desigualdades económicas entre sus propios ciudadanos, lo cual hace que crezcan las expectativas al tiempo que las probabilidades de satisfacerlas van disminuyendo. Son países en donde el abismo entre expectativas y logros se ha hecho enorme. Al mismo tiempo, los disturbios ocurren en países que sólo tienen sistemas de participación meramente formal, de manera que los pobres no encuentran modos eficaces de expresar su descontento.

En otras palabras, los disturbios por la comida son un síntoma agudo de la ausencia de una verdadera democracia, junto con una grave disminución de la posibilidad de obtener aquello a lo que los ciudadanos creen tener derecho. Desde Haití hasta la India, este doble deterioro tiene una causa común. Ambos son subproductos de las políticas de desarrollo aplicadas con criterios neoliberales. Aunque se ha hecho correr la especie de que ya no tiene validez ni se sigue aplicando, en realidad el llamado "consenso de Washington" sigue vigente, y ha supuesto para los países en vías de desarrollo un recorte radical de las ayudas de los Estados a los pobres, y, además, una profundización del hiato entre expectativas y realidades.

Además, las políticas de austeridad impuestas a esos países requieren la intervención de gobiernos capaces de ignorar las presiones democráticas de sus ciudadanos. Las instituciones financieras internacionales les conceden créditos solamente si ponen en marcha políticas de austeridad, por mucho que se quejen sus ciudadanos. Esas mismas instituciones incentivan a los gobiernos a acallar las protestas populares. De modo que, finalmente, en lugar de un debate democrático en esos países apenas si se produce una escenificación políticamente inocua de la "participación" ciudadana, lo cual permite seguir poniendo en práctica políticas de desarrollo contrarias a la voluntad de las mayorías.

Frustradas las expectativas, y sin nada que permita a los ciudadanos expresar sus necesidades, la agroflación provoca una conmoción social que puede conducir a la revuelta popular. El hecho de que volvamos a ver en las ciudades del mundo disturbios ocasionados por la carestía de los alimentos muestra hasta qué punto está podrido el corazón mismo de las economías y los sistemas políticos de muchos países en vías de desarrollo. Y qué descomunal es el fracaso de las instituciones internacionales que han pretendido llevar el desarrollo económico y democrático tanto a los países donde hay disturbios como a aquellos en donde no se han producido.

Raj Patel
es autor de Obesos y famélicos. El impacto de la globalización en el sistema alimentario mundial (Los Libros del Lince). Traducción de Enrique Murillo.

Fuente: El País

Nuevo libro del Dalai Lama: La mente en serenidad


Hace unos años, Sogyal Rimpoche invitó al Dalai Lama al sur de Francia para transmitir la que ha de ser una de sus principales enseñanzas, en un acto que congregó a más de 10.000 personas de todo el mundo. Este libro recrea la magia de ese momento.

La mente en serenidad reúne los principios clave del budismo, especialmente los de la Gran Perfección o Dzogchen. Muestra cómo la mente puede transformarse a través del amor, la compasión y la comprensión de la realidad. Ilustrando con experiencias personales su honda visión de la senda budista, el Dalai Lama brinda consejos para ponerla en práctica en nuestra vida.


«Este es uno de los mejores y más completos libros sobre meditación que he leído. Las enseñanzas del Dzogchen están expuestas con asombrosa claridad y precisión, y con la humildad y la sencillez características de Su Santidad.»


JON KABAT-ZINN, autor de Vivir con plenitud las crisis y La práctica de la atención plena


Más información sobre el libro en Editorial Kairós

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18/4/08

Comensalidad: rehacer la humanidad, por Leonardo Boff

Comensalidad significa comer y beber juntos alrededor de la misma mesa. Ésta es una de las referencias más ancestrales de la familiaridad humana, pues en ella se hacen y se rehacen continuamente las relaciones que sostienen la familia.

La mesa, antes que a un mueble, remite a una experiencia existencial y a un rito. Es el lugar privilegiado de la familia, de la comunión y de la hermandad. En ella se comparte el alimento y con él se comunica la alegría de encontrarse, el bienestar sin disimulos, la comunión directa que se traduce en los comentarios sin ceremonia de los hechos cotidianos, en las opiniones sin censura de los acontecimientos de la crónica local, nacional e internacional.

Los alimentos son algo más que cosas materiales. Son sacramentos de encuentro y de comunión. El alimento es apreciado y es objeto de comentarios. La mayor alegría de la madre o de quien cocina es notar la satisfacción de los comensales.

Pero debemos reconocer que la mesa es también lugar de tensiones y de conflictos familiares, donde las cosas se discuten abiertamente, se explicitan las diferencias y pueden establecerse acuerdos, donde existen también silencios perturbadores que revelan todo un malestar colectivo. La cultura contemporánea ha modificado de tal forma la lógica del tiempo cotidiano en función del trabajo y de la productividad que ha debilitado la referencia simbólica de la mesa. Ésta ha quedado reservada para los domingos o para los momentos especiales, de fiesta o de aniversario, cuando los familiares y amigos se encuentran. Pero, por regla general, ha dejado de ser el punto de convergencia permanente de la familia. La mesa familiar ha sido sustituida lamentablemente por el fast food, comida rápida que sólo hace posible la nutrición, pero no la comensalidad.

La comensalidad es tan central que está ligada a la propia esencia del ser humano en cuanto humano. Hace siete millones de años habría comenzado la separación lenta y progresiva entre los simios superiores y los humanos, a partir de un ancestro común. La especificidad del ser humano surgió de forma misteriosa y de difícil reconstrucción histórica. Sin embargo, etnobiólogos y arqueólogos llaman nuestra atención sobre un hecho singular: cuando nuestros antepasados antropoides salían a recolectar frutos, semillas, caza y peces no comían individualmente lo que conseguían reunir. Tomaban los alimentos y los llevaban al grupo. Y ahí practicaban la comensalidad: distribuían los alimentos entre ellos y los comían grupal y comunitariamente.

Así, la comensalidad, que supone la solidaridad y la cooperación de unos con otros, permitió el primer salto de la animalidad en dirección a la humanidad. Fue sólo un primerísimo paso, pero decisivo, porque le cupo inaugurar la característica básica de la especie humana, diferente de otras especies complejas (entre los chimpancés y nosotros hay solamente un 1,6% de diferencia genética): la comensalidad, la solidaridad y la cooperación en el acto de comer. Y esa pequeña diferencia marca toda la diferencia.

Esa comensalidad que ayer nos hizo humanos, continúa todavía hoy haciéndonos siempre de nuevo humanos. Por eso, importa reservar tiempos para la mesa en su sentido pleno de la comensalidad y de la conversación libre y desinteresada. Ella es una de las fuentes permanentes de renovación de la humanidad hoy globalmente anémica.


Fuente: Koinonia

Encuentro de Tierra, Alma y Solidaridad en Estella, 2, 3 y 4 de mayo


Por fin ancló este común anhelo de reunirnos las gentes, movimientos y redes que vibramos con la Tierra, con el Alma y con la Solidaridad. Ya hay un lugar y un tiempo para que este deseo compartido encarne y florezca. Tras reiterados intentos, ya hemos puesto la maquinaria organizativa en marcha.

Otro mundo sostenible sólo es posible si aprendemos a reconocernos como parte de una cadena ininterrumpida e inextinguible de latidos, de vida, que garantizan el futuro de todo esfuerzo colectivo. Os invitamos a esta encrucijada de caminos, a este espacio para el mutuo enriquecimiento, para el compartir y cocrear juntos un nuevo mundo.

Desde la la Asociación Selba Vida Sostenible y la Asociación Alalba estamos convencidos/as de que ha llegado el momento de buscar un espacio para el encuentro y el diálogo entre las diversas gentes, grupos y movimientos que ofrecemos alternativas al actual paradigma dominante.

Hoy más que nunca movimientos y redes de uno y otro tipo están llamados a “fecundarse”, inspirarse mutuamente y ofrecer al conjunto de la ciudadanía una idea más sintética, inclusiva, y unitaria del otro mundo posible, entendiendo que la unidad no significa uniformidad, sino el marco para una creciente y enriquecedora diversidad.

Consideramos que el desafío no estriba tanto en la caída o el desplome del viejo orden dominante, sino en la iniciativa, creatividad y voluntad para crear un nuevo orden más bello, justo y fraterno, en el que las tres dimensiones del Ser, a las que alude Satish Kumar, Tierra, Alma y Sociedad, “se nutran, retroalimenten e interactúen mutuamente”.

Consideramos un importante paso adelante el darnos a conocer la gente que trabaja aquí y allá por una gestión sostenible del territorio y la restauración de la Tierra, una soberanía alimentaria y alimentación más sana, una vivienda más saludable y accesible, por unas ciudades a escala humana y la multiplicación de comunidades sostenibles y ecoaldeas, un comercio e intercambio sin abusos, una producción artesanal y economía alternativa y solidaria, un consumo responsable, una educación que facilite el despliegue total del ser, una salud y medicina más natural e integral, una existencia más armoniosa y consciente… Estamos convencidos/as de que unas y otras gentes y redes están llamadas a reconocerse en su complementariedad y a ir configurando una visión común del otro mundo posible.

Con esta finalizada hemos organizado esta cita abierta de Estella, e invitado a cuantos movimientos en el marco del estado, ofrecen propuestas positivas, posibles y con una intención claramente constructiva. Creemos que el futuro está de parte de los movimientos y redes que, más allá de una crítica fácil del sistema, plantean nuevos horizontes, nuevas formas de relación humana, de relación con la madre Tierra y son capaces de ponerlas en práctica, proporcionando así un modelo que puede ser imitado y seguido por otros.

En el alumbramiento de ese otro mundo posible, no podemos dejar de lado aquella parte del Ser que alude a lo más profundo de nosotros, a nuestra alma. “Si no cuidamos el alma, dice Satish Kumar, no podremos cuidar la tierra y la sociedad”, pues son las sombras de nuestra alma las que provocan sombras en el mundo en que vivimos. “Cuidamos nuestro cuerpo y nuestro espíritu a través del ejercicio del silencio, la meditación, el estudio, el arte, la austeridad y el contacto reverencial con la naturaleza”. De ahí nuestro interés en una confluencia también necesaria con las redes de desarrollo personal, de crecimiento interno, de nueva conciencia emergentes que participan de una visión abierta, universal y no doctrinaria

El futuro ya nos ha alcanzado. Pongamos pues nuestras visiones y propósitos en común. El encuentro tendrá lugar en Estella el 2, 3 y 4 de Mayo y para ello hemos comenzado a establecer los contactos oportunos.

Si formáis parte de grupo, movimiento o red ya constituidos, afines al anhelo de síntesis aquí esbozado, y deseáis dar a conocer en el encuentro vuestro testimonio, visión, experiencia, proyectos…, podéis contactarnos en el 606695452 o escribirnos a coordinacion@portaltierra.org

¡¡Bienvenidos/as a Estella-Lizarra!! ¡¡Bienvenidos/as a esta cita de unidad en la diversidad, a este encuentro entre la Tierra y el Cielo!!

(Si comulgas con los objetivos aquí apuntados, ayúdanos a difundir la información.
¡Gracias por compartir este común empeño!)


Más información del Encuentro en Portal Tierra

Fuente: Asociación Alalba
Fe, Diálogo y Encuentro

www.portaldorado.com
www.foroespiritual.org
www.portaltierra.org