31/7/07

Nos vamos de vacaciones


El blog Espiritualidad y Política se va de vacaciones. Volveremos a estar en línea a finales de agosto o primeros de septiembre. Se quedan las 163 entradas publicadas hasta ahora. Queremos aprovechar para agradecer la atención a las miles de personas que nos han visitado estos casi cuatro meses de andadura del blog. Dentro de un mes volveremos con más ganas, hasta entonces, ¡Felices vacaciones!

27/7/07

El Dios de Bush y de Bin Laden, por Leonardo Boff


A pesar de la crítica devastadora que los maestros de la sospecha Marx, Freud, Nietzsche y Popper hicieron de la religión, ella resistió y está volviendo poderosamente en todas partes del mundo. Pero vuelve, en gran parte, haciendo de Dios el legitimador de la guerra, del terrorismo o del conservadurismo político y religioso. Bin Laden comenta los actos de terror, con rostro crístico, agregando: "Alá sea alabado". Bush antes de dar el ultimátum a Saddan Hussein, se recoge, consulta a Dios en oración y comunica a sus asesores: "Tengo una misión que cumplir y pido al buen Dios de rodillas que me ayude a cumplirla con sabiduría". Bajo el pontificado de Juan Pablo II ha adquirido fuerza una religiosidad carismática y fundamentalista que danza y canta el "Padre Nuestro" sin articularlo con el "Pan Nuestro". El Dios de Bin Laden y de Bush es un ídolo porque no es posible que el Dios vivo y verdadero quiera lo que ellos quieren: la guerra preventiva y el terror que victiman inocentes o que quiera un tipo de fe que no articula la pasión por Dios con la pasión por los que sufren.

El ateísmo ético tiene razón al negar este tipo de religión con el Dios que la acompaña, que justificó otrora las cruzadas, la caza de brujas, la inquisición y el colonialismo y hoy la guerra en Irak, el terrorismo islámico y la moral sin misericordia. Es más digno ser ateo de buena voluntad, amante de la justicia y de la paz, que un religioso fundamentalista insensible a la ética de la vida.

¿Es posible todavía creer en Dios en un mundo que manipula a Dios para atender a intereses perversos del poder? Sí, es posible, a condición de ser ateos de muchas imágenes de Dios que entran en conflicto con el Dios de la experiencia de los místicos y de la piedad de los puros de corazón.

Entonces, hoy la pregunta es: ¿Cómo hablar de Dios sin pasar por la religión? Porque hablar religiosamente como Bin Laden y Bush hablan es blasfemar de Dios. Pero podemos hablar secularmente de Dios sin mencionar su nombre. Como bien decía mons. Casaldáliga, si un opresor dice Dios, yo le digo justicia, paz y amor, pues éstos son los verdaderos nombres de Dios que él niega. Si el opresor dice justicia, paz y amor, yo le digo Dios, pues su justicia, su paz y su amor son falsos.

Podemos hablar secularmente de un fenómeno humano que, analizado, remite a la experiencia de aquello que Dios significa. Pienso en el entusiasmo. En griego, de donde esta palabra deriva, entusiasmo es enthusiasmós. Se compone de tres partes: en (en) thu (abreviación de theós=Dios) y mos (terminación de sustantivos). Entusiasmo significa, pues, tener un Dios dentro, ser tomado por Dios. ¿No es una intuición fantástica?

¿No es justamente eso el entusiamo?, ¿esa energía que nos hace vivir, canturrear, caminar saltando, bailar e irradiar vitalidad? Es una fuerza misteriosa que está en nosotros pero que también es mayor que nosotros. Nosotros no la poseemos, es ella quien nos posee. Estamos a merced de ella. Entusiasmo es esto, el Dios interior. Viviendo el entusiasmo en este sentido radical estamos vivenciando la realidad de eso que llamamos Dios.

Esta imagen es aceptable porque Dios está próximo y dentro de nosotros, pero también distante y más allá de nosotros. Bien decía Rumi, el mayor místico del Islam: "Quien ama a Dios no tiene ninguna religión, a no ser Dios mismo". En estos tiempos de idolatría oficial hay que rescatar este sentido originario y existencial de Dios. Sin pronunciar su nombre, lo acogemos reverentemente como entusiasmo que nos hace vivir y nos permite la alegre celebración de la vida.


Fuente: Web de Leonardo Boff

24/7/07

Obispos ultramontanos: El cardenal Cañizares acusa al Gobierno de ir contra la sociedad, por J.C. García Fajardo


No hay tregua de los obispos contra el Gobierno por la asignatura de Educación para la Ciudadanía. Ayer se alzaron ante la afirmación del presidente Rodríguez Zapatero de que "ninguna fe se puede imponer a las leyes de la democracia", en respuesta a la llamada de los obispos a la objeción de conciencia contra esa asignatura.

"El laicismo tampoco puede estar por encima de la ley", le respondió ayer el cardenal Antonio Cañizares. El presidente del episcopado, Ricardo Blázquez, sentenció, por su parte, que la fe "se propone" y no "se impone" con una asignatura. ¿Qué habrá querido decir el Obispo melifluo porque nadie pretende "imponer" fe alguna con una asignatura para educar en la ciudadanía, sino, antes al contrario, mostrar y formar en los derechos humanos, políticos y sociales para que puedan vivir en libertad, en justicia social y en responsabilidad solidaria? ¿A qué temen los obispos? No hay más que leer los documentos oficiales de la Santa Sede desde el inolvidable y tremendo Syllabus. Que no digan que sus disparates han sido corregidos por el Concilio Vaticano II porque este Papa y esta Jerarquía ultramontana están intentando cargarse los mayores logros de aquel momento histórico: censura cerril hasta llegar a silenciar a teólogos insignes, restauración de ritos arcaicos en una lengua ininteligible para el pueblo, negación de la libertad de conciencia y de expresión, ocultamiento de auténticos crímenes nefandos de no pocos de sus clérigos, conceptos sobre el amor, la sexualidad y la vida afectiva propios de tiempos inquisitoriales, pretensión de ser los depositarios de la "única verdad" cargándose cualquier diálogo ecuménico... nostalgia de un control del poder político y, sobre todo, alejamiento estremecedor de la vida y el mensaje de amor y de liberación de Jesús de Nazaret...

Cañizares, arzobispo de Toledo, primado de España y vicepresidente de la Conferencia Episcopal, reiteró su visceral oposición a la asignatura de Ciudadanía. "El Estado no puede imponer una formación moral que no haya sido elegida por los padres", dijo. Volvió a afirmar que la objeción de conciencia contra la nueva asignatura es un "medio legítimo reconocido y garantizado por el Tribunal Constitucional". Pues vanmos todos los ciudadanos a objetar en conciencia la financiación a cargo de los presupuestos del Estado, compuesto de una forma o de otra con las aportaciones de todos los ciudadanos, objetemos en conciencia el código de circulación, los impuestos, la obsoleta monarquía, las prebendas de tanto parásito en la política, el DNI, las listas cerradas, la financiación de los partidos, los privilegios de tanto zángano... que cada uno ponga lo que desee. Los obispos quieren imponer un menú para todos, nosotros, los ciudadanos, vamos a exigir "todo a la Carta de cada uno". Les da igual: "Matad a todos, Dios ya reconocerá a los suyos", como afirmó el Legado pontificio ante el exterminio de los cátaros.

Cañizares acusó al Gobierno "de ir en contra de la sociedad" y defendió el papel de la Iglesia "como impulsora de los derechos humanos" ¡qué cosas tiene uno que leer... si levantaran la cabeza León XIII, Pio IX, Pio X, etc.

Última monstruosidad y afirmación perversa del cardenal Cañizares, Educación para la Ciudadanía "atenta contra las libertades" y es "incompatible con la fe cristiana" por lo que "esta asignatura no puede imponerse al 80% de los padres que piden educación religiosa católica para sus hijos". ¡Su contubernio con los poderes sociales y políticos desde Constantino, su respaldo del capitalismo más montaraz y desalmado, su persecución implacable de la mayor parte de esos derechos humanos durante siglos, las ingentes riquezas de algunas de sus diócesis en el mundo y la acción deletérea de muchas de sus organizaciones "de laicos". Creo en conciencia y con la experiencia de mi edad, formación y responsabilidades sociales, que están alimentando un fuego muy peligroso, aunque pudiera ser cauterizador e iniciático para recuperar el "rostro de Jesús", que no es la tropa de personajes como Cañizares y Cía.

Respaldamos la advertencia de la vicepresidenta del Gobierno ante la amenaza de "una supuesta objeción de conciencia", de que, en un Estado democrático, el "peso de la ley" recae sobre quien no la cumple. Pero ante todo y sin que pase un día más: Denuncia de los Acuerdos con el Vaticano, ya.


Fuente: Blog de José Carlos García Fajardo. Profesor de Pensamiento Político y Social (UCM) y Director del Centro de Colaboraciones Solidarias

Sobre el catolicismo, por Gustavo Martín Garzo


“Sólo la gente buena”, escribió Mary McCarthy en Memorias de una joven católica, “puede permitirse el lujo de ser religiosa. Para la demás gente es una tentación demasiado fuerte, una tentación a los pecados mortales del orgullo, la ira y la pereza”. No hay más que ver la actitud de una buena parte de los católicos de nuestro país para concederle la razón a la gran escritora norteamericana. Claman ruidosamente contra esa aspiración irrenunciable en un Estado moderno de separar religión y sociedad civil, forman rebaños airados que toman ruidosamente las calles, se empeñan en decirnos cómo debemos vivir y educar a nuestros hijos. Es el problema de los que tienen una fe, que tienden a expresarse con la violencia e impunidad de los que se creen portadores de la verdad. Al escucharlos, no puedo dejar de imaginarme lo distinto que habría podido ser este país si hubiera optado por el ateísmo y el agnosticismo. Un país de plácidos y comprensivos ateos, ¿puede haber un sueño mejor para la convivencia?

Y es que pocas cosas han tenido una influencia más nefasta sobre nuestra historia que este catolicismo militante. Muchas veces me he preguntado qué podía haber en el pensamiento de aquellos religiosos a cuyos colegios todos los de mi generación acudimos durante años. Recuerdo la perversidad de sus sermones, el silencio amenazante de sus iglesias y nuestra angustia al escucharles. Unos adultos aterrorizando a unos niños, ¿nos hemos parado lo suficiente a considerar todo esto? El país en que vivíamos no era distinto a esos colegios oscuros. ¿Acaso los obispos actuales lo han olvidado? No, no lo han podido olvidar, y la pregunta es por qué entonces no se han vuelto más prudentes. ¿Tal vez porque en el fondo de sí mismos siguen añorando esos tiempos y el poder que tenían en ellos? Pero nosotros no podemos añorar tiempos así y por nada del mundo quisiéramos regresar a ellos.

Queridos obispos, os recordamos rigiendo la vida entera de este país. Diciéndonos cómo debíamos comportarnos, las películas y libros que podíamos ver y leer, hasta dónde podían llegar nuestras caricias. Recordamos vuestras lúgubres Semanas Santas, vuestros colegios clasistas, vuestra feroz persecución del deseo, vuestras terribles amenazas, vuestra malsana obsesión por los asuntos de alcoba. Os recordamos introduciendo a Franco bajo palio en las catedrales y, sin embargo, hemos guardado un respetuoso silencio para no disgustaros. Pero eso lejos de bastaros os ha servido para envaneceros y volver a clamar contra todo aquello que no se pliegue a vuestros preceptos. Creo que va siendo hora de que os calléis. Hora, por ejemplo, de poner fin a los insensatos privilegios económicos que seguís reclamando, y de volver a la idea de una educación laica, ajena a cualquier creencia religiosa. Se habla de los derechos de los padres a decidir la educación de sus hijos, pero por encima de estos derechos están los de los propios niños, sobre todo, el derecho a ser educados en los valores universales de la razón y la tolerancia.

Y sin embargo, yo, que no soy creyente, estoy agradecido al catolicismo, porque escuché sus historias de labios de mi madre. Claro que mi madre nunca nos imponía nada y se limitaba a transmitirnos su fe a través del amor, que no busca atemorizar sino la complicidad y el consentimiento. Sí, eso era el catolicismo para ella: una religión de la vida y de la belleza. Pues si un dios había sido capaz de morir por nosotros ¿cómo era posible que nuestra vida pudiera no tener sentido? Ese catolicismo dio a mi infancia exaltados momentos de altruismo, ritos raros y carentes de utilidad práctica, el sentido del misterio y la maravilla. Me enseñó a respetar a la mujer, a amar a los animales, a permanecer vigilante ante el mal y a creer, mientras fui niño, en la resurrección de la carne, que puede que sea una de las historias más disparatadas y hermosas que el hombre haya concebido jamás.

Pero ¿qué tiene que ver todo esto con las consignas de las autoridades eclesiásticas? Nada. Siempre he pensado que estas autoridades, y su corte de vociferantes ejércitos de moralidad, son como esos maestros sin vocación que teniendo hermosos cuentos no los saben contar a los niños. O no se molestan en hacerlo, tal vez porque son los primeros en no creer en ellos. Sin embargo, son cuentos traspasados de romanticismo que hablan de cosas tan esenciales como la responsabilidad individual, la igualdad entre los hombres y la posibilidad del milagro. Que critican el poder y el afán de riqueza, que nos dicen que los niños son sagrados y que el encuentro entre un hombre y una mujer puede ser lo que fue en el edén. Pero también, como todos los verdaderos cuentos, que reclaman el silencio para cumplirse. Es eso lo que percibimos al entrar en los bellos templos católicos, que allí se entra no para vociferar o hacer proclamas sino para estar en silencio. No hay más que contemplar las imágenes que nos reciben. Ángeles aturdidos, santas que se derriten de amor, obispos absortos en la lectura de misteriosos libros, cuerpos que, aun llenos de heridas, gimen de gozo, madres que lloran. Todos guardan silencio, ninguno sabe decir lo que quiere o lo que le pasa. La Biblia está llena de historias así. La historia de la burra de Balaán, que vio un ángel, la de Agar y su pequeño Ismael, la del discreto Noé, preparando su arca, la del obstinado Job, la de Raquel y sus ovejas, y por encima de todas la de la silenciosa María. Una muchacha que en un pueblo perdido recibe la visita de un ser alado que le anuncia que será la madre de un rey. ¿No es el comienzo de un cuento de hadas? Gran parte de la religión católica se centra en este ser adorable, que representa el misterio de la bondad, y cuya contemplación ha dado lugar a alguno de los más hermosos cuadros que se han pintado nunca.

Pero ni siquiera a ella la dejan tranquila. ¿Podemos imaginarnos a Hamlet regentando un negocio de pompas fúnebres, al capitán Achab con un puesto de pescados congelados, o a la Celestina dando cursos para reforzar la autoestima? Pues es lo que hacen esos supuestos devotos de María, llenan su boca de palabras que nunca pudo pronunciar, transformándola en poco más que en una antecesora de Rappel. No les basta que se aparezca a unos pobres pastores, sino que quieren que les hable de la conversión de Rusia, que profetice el atentado de Juan Pablo II o nos advierta de los peligrosos abismos a que nos encaminamos. Pero María es pura y hermosa y ficción, ¿por qué habría de venir al mundo para ocuparse de lo real? El camino debe ser el inverso: es lo real lo que debe mirarse en el espejo de lo verdadero. De haber entregado algo a aquellos pastores de Fátima habría sido esa página en blanco a que se refirió Isak Dinesen, pues la verdad necesita el silencio, un mundo de encinas, niños pobres y animales somnolientos para manifestarse. No los palacios arzobispales. No sus procesiones, sus cónclaves, su obsesión en decirnos lo que tenemos que hacer y pensar.

Sí, es cierto lo que dice Mary McCarthy, la religión sólo debería estar permitida a las gentes apacibles y bondadosas, a esas gentes que no desean imponer sus ideas a los demás y se limitan a detenerse ante las imágenes de su devoción buscando sólo belleza y consuelo. Pero una religión así ¿por qué habría de estar en contra del matrimonio de los homosexuales, del uso de los preservativos, de que las parejas se separen cuando huye de ellas el caprichoso amor, o del encuentro libre y gozoso de los cuerpos? No entiendo la obsesión de todos estos guardianes de la moralidad por el sexo, como no entiendo su complacencia con los poderosos. Deberían hacer como Francesco de Asís: construir iglesias diminutas, hablar con los pájaros y los lobos, bailar bajo la lluvia, llamar hermanos al dolor y a la muerte. Sólo así estarían a la altura de las historias que dicen guardar. Por ejemplo, de la historia del encuentro entre santa Clara y Francesco. Santa Clara era una muchacha noble que llevada por la devoción al santo de Asís lo abandonó todo, incluso se cortó su melena dorada, para seguirle. Y muy pronto otras muchachas se unieron a ella y formaron una comunidad atenta a las enseñanzas del pequeño santo. Y cuentan que santa Clara sólo vivía para imitarle y añorar su compañía, pero que, Francesco, siempre tan ocupado, apenas la iba a visitar. Y que una de las veces que lo hizo quedaron en una casa situada en una colina. Nadie supo qué hicieron ni de lo que hablaron esa noche, pero todos los que andaban por los alrededores vieron un resplandor y, al acercarse, supieron que lo que ardía era la casa en que Francesco y santa Clara estaban juntos.

Eso debería ser la religión, un mundo de delicadezas, desatinos y misterios. Contemplar esa casa incendiada en la noche, hacernos creer que también a nosotros puede estarnos destinado un lugar así en este mundo. Lo demás es silencio.


Fuente: El País

Gustavo Martín Garzo (Valladolid, 1948) es un escritor español, con una fuerte presencia de los temas sentimentales. Saltó a la fama con El lenguaje de las fuentes, Premio Nacional de Literatura en 1994, y Las historias de Marta y Fernando (premio Nadal de 1999); en años recientes ha prestado especial atención a la literatura infantil, con obras propias (como Tres cuentos de hadas, Premio Nacional de literatura infantil y juvenil de 2004) y prólogos y reescrituras (Dulcinea y el caballero dormido, 2005).

22/7/07

El apóstol número 13


"Yo te conozco, hijo, y sé de ti cosas que tú mismo ignoras. Ya verás, viviendo aquí adquirirás la mirada del despertar interior, la que Jesús poseía a su salida del desierto, la que le permitió ver a Nataniel bajo la higuera, que, sin embargo, estaba fuera del alcance de su vista. Sé lo que has sufrido, y sé por qué. Buscas el tesoro más precioso, un tesoro del que ni siquiera las Iglesias poseen la llave, un tesoro del que sólo pueden indicar la dirección, si es que no obstruyen su vía de acceso".

"Todas las cosas pueden ser conocidas sólo desde el interior. La ciencia es únicamente la corteza; hay que atravesarla para encontrar el corazón, la albura del conocimiento. Esto es cierto para minerales, plantas, seres vivos, y también para los Evangelios. Los antiguos llamaban a este conocimiento interior una gnosis. Muchos resultaron intoxicados por el alimento demasiado rico que encontraban en ella; se les subió a la cabeza, se creyeron superiores a todos, catharoi (puros en griego, de ahí el nombre de los cátaros). Ese que encuentras en el Evangelio (el mismo cuya presencia experimentas también en la oración) no es ni superior ni inferior a ti: es contigo. La real presencia de Jesús es tan fuerte que te liga a todos, pero te separa también de todos."

"La Iglesia creó los sacramentos para que todos los creyentes del planeta pudieran entrar físicamente en contacto con Dios. Si se les arrebata eso, ¿qué les quedará? Jesús pide que se le imite cotidianamente, y el único método que propone es la oración. Pero las multitudes, y una civilización completa, sólo se dejan arrastrar por medios concretos, tangibles."

"No debes sentir nunca rencor hacia la Iglesia católica. Ella hace lo que siempre ha hecho, aquello para lo que está hecha cualquier Iglesia: conquistas el poder y luego conservarlo a cualquier precio. Un monje de la Edad Media la definió de forma realista: casta simul et meretrix, la casta puta. La Iglesia es un mal necesario, hijo mío; el abuso permanente de su poder no debe hacerte olvidar que encierra un tesoro, la persona de Jesús. Y que sin ella nunca le hubieras conocido"


Fuente: Extractos de la novela El apóstol número 13, de Michael Benoît, (Ed. Grijalbo)

Michael Benoît es Doctor en Biología, teólogo, escritor e historiador vocacional. Fue monje benedictino durante veinte años -cinco de ellos en el Vaticano-, hasta que en 1984 decidió colgar los hábitos, enfrentado con una Iglesia católica que no veía con buenos ojos sus trabajos sobre la vida y personalidad de Jesús.

21/7/07

Alarmados por el Papa


La Asociación de Teólogos Juan XXIII y 150 colectivos cristianos manifiestan su alarma por la deriva preconciliar de Benedicto XVI

"Han comenzado a sonar la decepción y las alarmas. Nuevos documentos de Roma nos hacen sacudir la cabeza y dejarnos entre asombrados y decepcionados". Con esta severidad se expresa el manifiesto firmado ayer por la junta directiva de la Asociación de Teólogos y Teólogas Juan XXIII, la Comisión Teológica Latinoamericana de la Asociación Ecuménica de Teólogos del Tercer Mundo (ASETT), y por Redes Cristianas, que reune a 150 colectivos en España con cientos de miles de seguidores. El manifiesto, de 1.020 palabras, se titula Claves de la restauración en la Iglesia católica.

La tesis de los pensadores católicos es que el papa Benedicto XVI, que lleva en el cargo algo más de dos años, está liquidando las reformas del Concilio Vaticano II (1962-1965). Se pregunta el manifiesto: "¿Habremos de habituarnos a lo nunca imaginado cuando la celebración del Vaticano II?" Respuesta: "Hay cosas que imprimen carácter. Una de ellas es el hecho de que, el hoy papa Benedicto XVI, fue durante 23 años el timonel doctrinal de Juan Pablo II. A quien sea consciente de esto, no le puede extrañar que el Papa actual haya firmado un Motu Proprio que autoriza la vuelta a la misa en latín sin tener que pedir permiso, y un documento en torno a Ciertos aspectos de la doctrina de la Iglesia, que claramente dificulta el diálogo ecuménico".

El manifiesto retoma, para subrayar sus argumentos, estas palabras del cardenal Ratzinger, recogidas en una entrevista que le hizo Vitorio Messori en 1985 con el título Informe sobre la Fe. Dijo entonces el todopoderoso cardenal Ratzinger, que dirigió durante décadas con mano de hierro la Congregación para la Doctrina de la Fe (ex Santo Oficio de la Inquisición): "Resulta incontestable que los últimos veinte años han sido desfavorables para la Iglesia católica. Sus resultados parecen oponerse cruelmente a las esperanzas de todos. Hay que afirmar sin ambages que una reforma real de la Iglesia presupone un decidido abandono de aquellos caminos equivocados que han conducido a consecuencias indiscutiblemente negativas"

El manifiesto recuerda que el futuro Papa se mostraba ya entonces seguro de los causantes de lo que ahora llama "jabalíes devastando la viña católica". Dijo en 1985: "Estoy convencido de que los males que hemos experimentado se deben al hecho de haberse desatado en el interior de la Iglesia ocultas fuerzas, agresivas, centrífugas, irresponsables o simplemente ingenuas".

Estas palabras dan la clave para entender lo que hoy está pasando en la cúpula de la Iglesia, según el manifiesto. Los " puntos fundamentales" son que el cardenal Ratzinger, cuando niega la experiencia positiva posconciliar de toda la Iglesia, "se apropia del Concilio y se constituye en su único intérprete"; que el Papa "declara desfavorable, negativa y equivocada toda la aplicación posconciliar"; que considera "un desastre los frutos del Concilio y, lógicamente, pone bajo sospecha el mismo Concilio, impulsado y apoyado por los papas Juan XXIII, Pablo VI y el episcopado universal"; y, en cuarto lugar, que Benedicto XVI "está convencido de que tales frutos no se deben al verdadero Concilio, lo cual equivale a decir que el Concilio fue una equivocación y una cosa que no debió producirse".

A estas devastadoras palabras del Papa opone el manifiesto de los teólogos y de las redes cristianas esta solemne y conocida afirmación del Sínodo Extraordinario romano. "El Vaticano II ha sido una gracia de Dios y un don del Espíritu Santo, del que se han derivado muchísimos frutos espirituales para la Iglesia universal y las Iglesias particulares, así como también para los hombres de nuestra época".

"¿Cómo el cardenal Ratzinger, en solitario, puede opinar así en contra del sentir universal de la Iglesia?", se pregunta el manifiesto publicado ayer, antes de subrayar "la inconsistencia del análisis" del papa Ratzinger.

El Vaticano II fue un concilio de conflicto entre una minoría conservadora y una gran mayoría renovadora. "Lo que esa minoría perdió entonces lo fue ganando posteriormente, contando con la aportación del entonces definidor de la fe, y hoy Papa, que parecía saber cuál era el Concilio verdadero y cuál el falsificado", opina el manifiesto.

"El problema no está en el Concilio, que permanece intocable, sino en la resistencia que una minoría le opuso tenazmente y que el prefecto de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe respaldó con su presencia e influjo en el pontificado de Juan Pablo II, confiriéndole autoridad y aires de oficialidad", señalan los teólogos.

Añaden: "El Papa sabe muy bien que en el Concilio se dirimieron cuestiones muy graves, relacionadas con nuevas maneras de entender temas como la naturaleza de la Iglesia, su relación con el mundo, la libertad religiosa, el ecumenismo, etc. Cuestiones que implicaban un necesario y radical cambio histórico. Afirmar que el Concilio fue apenas pastoral, que no trató de definir ningún dogma y que, por lo mismo, fue irrelevante, equivale a desactivar el Concilio o a una forma de pretender hacerlo. Los conflictos del aula conciliar son los que están emergiendo".

¿Hacia dónde va la Iglesia de Benedicto XVI? El manifiesto ve la respuesta en los documentos que emite Ratzinger desde su autoridad pontifical. La Iglesia católica, sostiene el manifiesto, va "al preconcilio, a dar trato de favor a los neoconservadores, a poner en entredicho el diálogo ecuménico, a situarse de espaldas a la legítima autonomía de la cultura y de las ciencias, a posponer, frente a problemas internos que exigen y han recibido ya nuevos replanteamientos, las grandes causas de la humanidad que, por ser primeras y prioritarias, deben unirnos a todos".

"Con estas actitudes crece en muchos de nosotros la desafección hacia la Iglesia jerárquica y comprendemos mejor la tendencia de otros muchos a considerarse cada vez más cristianos sin iglesia", concluye los firmantes.

Los abajo firmantes


La jerarquía católica reclama unidad a sus fieles, pero les siembra el camino de tempestades. Una de ellas es la recuperación de las rígidas parafernalias tridentinas, que el Vaticano II arrumbó con aplomo. El Papa está empeñado en resucitarlas, en su idea de que los problemas empezaron con el concilio convocado por el bueno de Juan XXIII, ya beato.

La Asociación que lleva en España el nombre de aquel pontífice antifranquista encabeza la firma del manifiesto contra la contrarreforma benedictina. Agrupa a lo más granado de la teología nacional, desde los fallecidos González Ruiz y Casiano Floristán, a José María Diéz-Alegría, Miret Magdalena, Juan José Tamayo, José María Castillo, Evaristo Villar, Benjamín Forcano y Julio Lois, su actual presidente.

Tampoco es pequeña la nomina latinoamericana en la Asociación Ecuménica de Teólogos del Tercer Mundo. Apadrinados por obispos como Pere Casaldáliga y Samuel Ruiz (éste, émulo en peligrosas décadas de Bartolomé Las Casas en Chiapas), ahí han crecido Leonardo Boff, Jon Sobrino, José María Vigil o Elsa Tamez.

Pero donde se agrupan cientos de miles de católicos, muy activos, es en Redes Cristianas, donde actúan colectivos como la Federación de Mujeres y Teología, las Comunidades Cristianas Populares, las Iglesias de base, Justicia y Liberación, Justicia y Paz, el Movimiento Apostólico Seglar, Somos Iglesia o SOS Racismo, hasta sumar 150 grupos.


Fuente: El País del 21/07/07

19/7/07

Hoy los seres humanos estamos sedientos de respuestas..., por José Castillo



¿Existen elementos para establecer una reflexión sobre el ser humano desde una perspectiva que reuna las dimensiones biológicas, psicológicas, sociales y espirituales?

La respuesta a esta pregunta la puede dar la presencia de un nuevo paradigma en la humanidad: En los últimos años, existe un auge por encontrar nuevas rutas de interacción entre lo trascendente y lo científico, a fin de entender al ser humano en su dimensión integral bio-psico-social y espiritual.

Recientemente entrevisté al Dr. Miguel Bedolla, quien es profesor de Bioética de la Universidad Regina Apostolorum, en Roma Italia, quien me comentaba en torno a este tema reanuda el díálogo entre la ciencia con la espiritualidad: "Finalmente, la ciencia toma en cuenta al principal actor en la historia de la humanidad, Dios, hasta hace poco, el gran ausente de nuestra reflexión científica en relación a la existencia..."

Recientemente, la búsqueda de marcadores biológicos que muestren científicamente la validez de la espiritualidad en nuestra salud ha sido tema de investigaciones, discusiones científicas y foros académicos.

Considero prudente señalar que las reflexiones que realizaré en torno a este tema no tienen un afán reduccionista, tomando en cuenta que la espiritualidad es algo más que moléculas y genes en nuestra persona, al mismo tiempo que la tradición milenaria de las diversas religiones es muy rica en autoconocimento de lo Trascendente.

Recientemente, Dean Hamer, jefe del laboratorio de biología molecular del Instituto Nacional de Salud de USA, publico el libro: The God Gene (2004), en donde describe las etapas científicas que él diseño para obtener el primer gen que determina la espiritualidad, al cual Hamer denominó VMAT2.

Previamente, los doctores Andrew Newberg y Eugene d´Aquilli, profesores e investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Pennsylvania, utilizando una técnica de medicina nuclear denominada SPECT del cerebro, reportaron en el 2001 sus hallazgos radiológicos, señalando que durante la etapa de meditación, tanto monjes tibetanos como religiosas católicas mostraban una disminución del metabolismo en el área parietal posterior izquierda del cerebro, la cual es responsable de mantener el sentido de realidad en las personas. Estos autores señalan la posibilidad que durante la meditación, mediante este cambio metabólico la persona encuentre el vacío de su encuentro con lo trascendente.

Posteriormente, Richard Davidson (2003), neurocientífico de la Universidad de Wisconsin, utilizando la técnica de Resonancia Magnética Nuclear de Cerebro con Espectroscopia, encontró que monjes tibetanos mostraban activación del área prefrontal izquierda, una zona precisamente relacionada con la creatividad.

Los hallazgos anteriores de técnicas de imagen cerebral señalan que probablemente la meditación funcione como un modulador de la actividad cerebral: mientras que disminuye el metabolismo en algunas áreas del cerebro, en otras lo incrementa.

También se ha encontrado que durante la meditación el metabolismo corporal disminuye en un 18%, y se incrementa en el cerebro los niveles de DHEA, melatonina, serotonina, que son sustancias químicas reguladoras del buen funcionamiento cerebral, mientras que los niveles de cortisol disminuyen, con lo cual se previene de estrés neuronal, producido por los los altos niveles de cortisol, y al mismo tiempo protegiendo las funciones de la memoria y demás funciones cognitivas.

Algunos autores han propuesto que además de estos neurotransmisores, la dopamina juegue un papel importante como sustancia mediadora de procesos curativos activando la fé.

El Dr. Koenig, Profesor de Medicina de la Universidad de Duke, ha encontrado que la fe y la práctica de la religión se correlaciona con la prevención de enfermedades cardiovasculares, hepáticas, infecciones, cáncer, accidentes, y problemas gastrointestinales.

Por otro lado, algunos teóricos del campo de la psiquiatría han creado una psicodinamia del espíritu en base a reflexiones científicas. Tal es el caso del Dr. Víctor E. Frankl, psiquiatra vienés fundador de la escuela de psicoterapia denominada Logoterapia., la cual es una corriente que intenta conciliar los hallazgos pioneros que Freud realizó sobre el inconsciente impulsivo, libidinal, con evidencias humanísticas acerca de la presencia del inconsciente espiritual, el cual -como lo propone Frankl-, es el vehículo que orienta a la mente hacia la búsqueda de lo más trascendente del ser humano: El sentido de trascendencia a través del significado y el encontrar el propósito de vida.

En base a las reflexiones anteriores, es probable que actualmente, nos encontremos en una situación tal, en la que aplicando un modelo integral de ciencia y fe, logremos crear un conocimiento más profundo que nos brinde más instrumentos de ayuda a los demás desde la perspectiva humanística.

Uno de mis maestros de la Universidad de Harvard: Herbert Benson, me comentaba el año pasado en un curso que él impartió en dicha Universidad en relación al diálogo mente cuerpo y espíritu: "Si los médicos reconociéramos que realmente existe la presencia de Dios en nuestras vidas, y que este factor, activando procesos de fé, tiene una función complementaria de salud a los recursos terapéuticos ya conocidos, muchas enfermedades además de prevenirlas, se pudieran curar...."

Mi formación académica en psiquiatría la realicé en centros del más arraigado fundamento reduccionista freudiano ateísta y materialista, para luego integrarlo con el conocimiento en centros universitarios con una mayor visión de lo integral, tomando en cuenta al ser humano como un ente en donde residen mecanismos inconscientes impulsivos, pero también en donde reside la esencia de lo espiritual. Creo que es tiempo de crear nuevas avenidas de tratamiento humanístico, un campo al cual denomino Teoterapia.


Fuente: Segundo Encuentro Mundial SER (Espiritualidad, Conocimiento y Salud Integral), y Forum Universal de las Culturas Monterrey 2.007

18/7/07

Imperativo espiritual, por Satish Kumar


La simplicidad elegante es la manera de descubrir la espiritualidad

La materia y el espíritu son dos lados de la misma moneda. Lo que medimos es materia, lo que sentimos, espíritu. La materia representa cantidad, el espíritu nos habla de calidad. Sin espíritu la materia no tiene vida. Un árbol también tiene cuerpo y espíritu; hasta las piedras que parecen inertes contienen su espíritu. No hay dicotomía, ni dualismo, ni separación entre materia y espíritu.

El problema no es la materia, sino el materialismo. Tampoco hay problema con el espíritu, pero el espiritualismo sí es problemático. En el momento que encapsulamos una idea o un pensamiento en un ‘ismo’ creamos los cimientos del pensamiento dualista. El universo es uni-verso: una canción, un poema, un verso. Contiene formas infinitas que bailan juntas en armonía, cantan en concierto, se equilibran en la gravedad, se transforman en evolución, mientras el universo mantiene su entereza y su orden implicado. Oscuridad y luz, arriba y abajo, izquierda y derecha, palabras y significado, materia y espíritu se complementan, cómodos en un abrazo mutuo. ¿Dónde está la contradicción? ¿Dónde está el conflicto?

La vida alimenta a la vida, la materia alimenta a la materia, el espíritu alimenta al espíritu. Los tres se alimentan entre sí. Existe reciprocidad total. Esta es la visión global oriental, una visión global antigua, una visión global que existe en las tradiciones tribales de las culturas preindustriales en las que la naturaleza y el espíritu, la tierra y el cielo, el sol y la luna existen en reciprocidad y armonía eternas.

Las culturas dualistas modernas ven a la naturaleza salvaje, la supervivencia de los más fuertes, la desaparición de los débiles y los mansos, el conflicto y la competición como la única verdadera realidad. Desde esta visión global emerge la noción de una ruptura entre la mente y la materia. Una vez separadas la mente y la materia, el debate comienza sobre si la mente es superior a la materia o la materia es superior a la mente.

Esta visión global de escisión, ruptura, conflicto, competición, separación y dualismo, también ha engendrado la idea de la separación entre el mundo humano y el mundo natural. Una vez establecida esta separación, los humanos se consideran la especie superior, dedicada a controlar y manipular a la naturaleza para su uso personal. En esta visión del mundo, la naturaleza existe para beneficio del ser humano, para ser convertida en propiedad y poseída, y si se protege y conserva la naturaleza, es sólo para el beneficio humano. El mundo natural –plantas, animales, ríos, océanos, montañas y cielos– queda denudado de espíritu. Si es que existe el espíritu, se limita al espíritu humano. Pero incluso eso es dudoso. En esta visión del mundo, a los humanos también se les considera nada más que una formación de material, moléculas, genes y elementos. La mente se considera como una función del cerebro, y el cerebro es un órgano en la cabeza y nada más.

El espíritu en los negocios


Esta noción de existencia sin espíritu puede ser descrita como materialismo. Todo es materia; tierra, bosques, alimento, agua, labor, literatura y arte son mercancías que se compran y venden en el mercado –el mercado mundial, el mercado de divisas, el mercado llamado libre. Este es un mercado de ventaja competitiva, un mercado sin piedad, un mercado en el cual la supervivencia de los más fuertes es el más importante imperativo: los fuertes en competición con los débiles para obtener la mayor porción del mercado para sí mismos. Se establecen monopolios en nombre de la competición libre. Cinco cadenas de supermercados controlan el ochenta por ciento de los alimentos vendidos en el Reino Unido. Cuatro o cinco corporaciones multinacionales gigantescas, como Monsanto y Cargill, controlan el ochenta por ciento del comercio internacional en alimentos. Los huertos pequeños y familiares no pueden competir con los grandes y se ven forzados a dejar de existir. Este es el mundo del cual el espíritu ha sido ahuyentado. Negocio sin espíritu, comercio sin compasión, industria sin ecología, finanzas sin justicia, economías sin equidad, sólo pueden alentar la desarticulación de la sociedad y la destrucción del mundo natural. Sólo cuando el espíritu y los negocios trabajan juntos puede la humanidad hallar un propósito coherente.

El espíritu en la política


Del mismo modo que el materialismo dirige las ciencias económicas, dirige también la política. En lugar de ver a las naciones, regiones y culturas del mundo como una comunidad humana, el mundo se percibe como un campo de batalla entre naciones en competición entre sí para obtener el poder, la influencia y el control sobre las mentes, los mercados y los recursos naturales. Los intereses de una nación se ven en oposición con los intereses nacionales de las demás. El interés nacional de la India está opuesto al interés nacional de Pakistán. El interés nacional palestino y el interés nacional israelí; el interés nacional estadounidense y el interés nacional iraquí; el interés nacional checheno y el interés nacional ruso, etcétera… la lista es larga. Y de esa manera tenemos políticas polarizadas: “Si no estás con nosotros estás contra nosotros”, se ha convertido en el raciocinio dominante. Y si no estás con nosotros no sólo estás contra nosotros, formas parte del eje del mal.

Esta es la política denudada de espíritu. ¿Qué podemos esperar de tal política más que rivalidad, conflicto, carreras armamentísticas, terrorismo y guerras? Los políticos hablan de democracia y libertad pero persiguen el camino de la hegemonía y el interés personal. ¿Cómo puede una versión particular de la democracia y la libertad servir para todo el mundo? No puede haber democracia y libertad sin compasión, reverencia y respeto por la diversidad, la diferencia y el pluralismo. La compasión, la reverencia y el respeto son cualidades espirituales, pero la política fundada en materialismo considera que los valores del espíritu son inconsecuentes, utópicos, idealistas, irreales e irracionales. ¿Pero adonde nos han llevado las políticas del poder, del control y del interés personal? La Primera Guerra Mundial, la Segunda Guerra Mundial, la guerra fría, la guerra de Vietnam, la guerra en Kashmir, la guerra en Irak, el ataque sobre las Torres Gemelas de Nueva York. De nuevo, la lista es muy larga. Política sin espiritualismo ha demostrado ser un gran fracaso y, por consiguiente, incumbe reanudar los lazos entre la política y la espiritualidad.

Espíritu en la religión


A veces las palabras espiritualidad y religión se confunden, pero la espiritualidad y la religión son distintas. La política debe estar libre del constreñimiento de la religión, pero no debe estar libre de valores espirituales. La palabra religión viene de la raíz latina religio que significa anudar con la cuerda de ciertas creencias. Un grupo de personas se junta, comparte un sistema de creencias, permanece unido y se apoya. De esta manera la religión te anuda, mientras que la raíz del significado de la palabra espíritu está asociada con el aliento, con el aire. Todos podemos ser espíritus libres y respirar libremente. La espiritualidad trasciende las creencias. El espíritu nos mueve, nos inspira, toca nuestros corazones y refresca nuestras almas.

Cuando una habitación ha permanecido cerrada mucho tiempo el aire se hace rancio. Cuando entramos en la habitación después de unos días la encontramos agobiante y abrimos las puertas y las ventanas para dejar que corra el aire fresco. Del mismo modo, cuando las mentes han estado cerradas demasiado tiempo necesitamos un avatar radical, un profeta, que abra las ventanas para que nuestras mentes y pensamientos rancios se ventilen de nuevo. Un Buda, un Jesús, un Ghandi, una Madre Teresa, un Rumi, una Hildegard de Bingen aparece y deshace las telarañas de las mentes cerradas. Es cierto que no necesitamos esperar a que vengan tales profetas: nosotros podemos ser nuestros propios profetas, descerrajar nuestros propios corazones y mentes y permitir que el aire fresco de la compasión, la generosidad, la divinidad, la sacralidad se escampe por nuestras vidas.

Los grupos y las tradiciones sagrados tienen un papel importante. Nos inician en una disciplina de pensamiento y práctica; nos proveen de una infraestructura; nos ofrecen un sentido de comunidad, de solidaridad, de apoyo. Un brote tierno necesita una maceta y una estaca que le apoyen en las tempranas etapas de su desarrollo, o el entorno de un invernadero que le proteja de la escarcha y los vientos fríos. Pero cuando adquiere la suficiente fuerza necesita ser plantado en campo abierto para que pueda desarrollar sus propias raíces y convertirse en un árbol maduro. Del mismo modo las órdenes religiosas hacen de invernaderos para las almas inquietas. Pero al final cada uno de nosotros necesita establecer sus propias raíces y encontrar la divinidad de manera individual.

Existen muchas buenas religiones, muchas buenas filosofías y muchas buenas tradiciones. Debemos aceptarlas todas y aceptar que las diferentes tradiciones religiosas satisfacen la necesidad de distintas personas en distintos tiempos, en distintos lugares y en distintos contextos. Este espíritu de generosidad, inclusividad y reconocimiento es una cualidad espiritual. Cuando las órdenes religiosas pierden esta cualidad, se convierten simplemente en meras sectas que protegen sus propios intereses creados.

Actualmente las religiones institucionalizadas han caído en esta trampa. Para ellas el mantenimiento de instituciones se ha convertido en algo más importante que ayudar a sus miembros a crecer, a desarrollarse y a descubrir su propio espíritu libre. Cuando las órdenes religiosas se concentran en mantener sus propiedades y sus reputaciones, pierden su espiritualidad y entonces ellas, también, se convierten en un negocio sin espíritu. Igual que es necesario restaurar el espíritu en los negocios y en la política, también necesitamos restaurar el espíritu en la religión. Esto puede parecer una proposición extraña porque la misma razón de ser de cada religión es buscar el espíritu y establecer el amor universal. La realidad nos demuestra lo contrario. Las religiones han hecho mucho bien pero también han hecho mucho mal, y podemos ver por todos lados que las tensiones entre cristianos, musulmanes, hindúes y judíos son causas principales de los conflictos, de guerras y desarmonía.

La rivalidad entre las religiones cesaría si se dieran cuenta que las fes religiosas son como ríos que desembocan en el mismo océano de espiritualidad. Aunque los diversos ríos con sus distintos nombres alimentan distintas regiones y distintas gentes, todos proveen la misma cualidad de alimento. No existe conflicto entre ríos. ¿Por qué debe haber conflicto entre religiones? Su teología o sistema de creencias pueden ser diferentes, pero la espiritualidad es la misma. La espiritualidad es lo importante. El respeto hacia la diversidad de creencias es un imperativo espiritual.

Espiritualidad y cambio social


Igual que los negocios, las políticas y las religiones necesitan retomar sus raíces espirituales, también los movimientos medioambientales y pro justicia social necesitan adquirir una dimensión espiritual. Actualmente la mayoría de movimientos que abogan por el cambio social se concentran en campañas negativas. Presentan escenarios de perdición y penuria y se convierten en reflejos virtuales de las instituciones que critican.

El verdadero ímpetu para la sostenibilidad ecológica y la justicia social proviene de visiones éticas, estéticas y espirituales. Pero este enfoque se pierde cuando los organizadores quedan atrapados en metas falsas, tales como sus deseos de atraer la atención de los medios o su necesidad de obtener más miembros para sus organizaciones. Estos deseos se convierten en fines en sí mismos y se olvida la presentación de una visión holística, inclusiva y constructiva. El amor hacia la naturaleza y el valor intrínseco de toda la vida, humana y no humana, es el terreno esencial en el que deben echar raíces los movimientos medioambientales y pro justicia social. La base de todas las campañas es la reverencia por la vida, y ésta es una base espiritual. No existe contradicción entre campañas pragmáticas y conceptos espirituales. El programa político de Mahatma Ghandi estaba fundado sobre valores espirituales. El Movimiento pro Derechos Civiles de Martin Luther King, Jr. tenía sus raíces en una visión espiritual. Los movimientos contemporáneos medioambientales y de justicia social también requieren ese amplio punto de vista global en lugar de limitarse a la ciencia de la ecología y las ciencias sociales.

Espiritualidad y la ciencia

Se suele creer que la ciencia y la espiritualidad son como agua y aceite: no se pueden mezclar. Esta es una noción errónea. La ciencia necesita la espiritualidad y la espiritualidad necesita la ciencia.

Cuando la ciencia abandona las limitaciones de las dimensiones moral, ética y espiritual, e intenta lograr todo lo que es lograble, experimentando con todo sin tener en cuenta las consecuencias, entonces la ciencia conduce a las tecnologías de armas nucleares, ingeniería genética, clonaje animal y humano y productos envenenantes que contaminan la tierra, el agua y el aire. Es peligroso dar a la ciencia carta blanca para dominar las mentes humanas y para subyugar al mundo natural. La ciencia contemporánea ha adquirido tal estatus de superioridad que actualmente domina y controla la industria, el negocio, la educación y la política. Algunos de sus experimentos resultan ser tan burdos y crueles que traspasan los límites de la civilización. Los valores éticos, morales y espirituales son esenciales para moderar el poder de la ciencia.

En la medida que la ciencia necesita la espiritualidad, la espiritualidad necesita la ciencia. Sin una cierta cantidad de destreza racional, analítica e intelectual, la espiritualidad puede fácilmente convertirse en un ejercicio sectario y egoísta. Yo fui monje durante nueve años, persiguiendo mi propia purificación y salvación. Vi al mundo como una trampa y a la espiritualidad como el camino de mi liberación del mundo. Entonces encontré en mi camino las escrituras de Mahatma Gandhi. Él dijo que no existe dualismo entre el mundo y el espíritu. La espiritualidad no es sólo cosa de santos. No se limita a órdenes monásticas o cuevas en las montañas. La espiritualidad es la vida diaria, desde el cultivo de alimentos a su cocción, el acto de comer, lavar los platos, barrer el piso, construir la casa, elaborar la ropa y velar por los vecinos. Debemos llevar la espiritualidad a todas las facetas de nuestras vidas: la política, los negocios, la agricultura y a la educación. Y debemos hacerlo desde un punto de vista científico.

Ese fue un concepto tan inspirador que decidí abandonar la orden monástica y regresar al mundo cotidiano.

Satisfacer las necesidades espirituales

Nosotros, los seres humanos, tenemos necesidades corporales y también necesidades espirituales. Alimento, agua, cobijo, calor, trabajo, educación y salud son nuestras necesidades esenciales. Necesitamos entrar en actividades económicas para satisfacer estas necesidades. Pero una vez hemos satisfecho estas necesidades, necesitamos encontrar un sentido de sosiego y satisfacción para sentirnos felices y realizados. Necesitamos la sabiduría para percibir cuándo tenemos suficiente. Si seguimos con las actividades económicas incluso después de haber satisfecho nuestras necesidades, entonces nos convertimos en víctimas de la avaricia y de los deseos. Muchas de las crisis políticas y ambientales son crisis del deseo.

Los que se benefician en interminables actividades económicas invierten un esfuerzo enorme en persuadirnos de que al tener más bienes materiales seremos más felices. Pero la felicidad no proviene sólo de los bienes materiales; también tenemos necesidades sociales y espirituales: la necesidad de una comunidad, el amor, la amistad, la belleza, el arte y la música. Necesitamos utilizar nuestra imaginación y nuestra creatividad. Necesitamos la oportunidad para hacer cosas con nuestras propias manos. Necesitamos tiempo para estar quietos y contemplar; necesitamos espacios que podamos apreciar y disfrutar. Estas necesidades espirituales no pueden ser satisfechas convirtiéndonos en consumidores de objetos ofrecidos por empresas que obtienen inmensos beneficios en detrimento del medio ambiente y de la ética, y a costa de las generaciones venideras. El materialismo es su nueva religión y quieren que todos nos convirtamos a ella y seamos miembros leales de su fe.

Esta religión del materialismo es evidentemente insostenible. Si los seis mil millones de ciudadanos del planeta vivieran el estilo de vida de los consumidores occidentales, y consumieran la energía de los combustibles fósiles, necesitaríamos cinco planetas, pero no tenemos cinco planetas: sólo tenemos uno. Por eso, necesitamos inventar un estilo de vida de elegante simplicidad en la cual los regalos de la Tierra se comparten entre todos los seres humanos de manera justa, sin comprometer las necesidades del mundo más que humano y de las futuras generaciones. Esta elegante simplicidad es la manera de descubrir la espiritualidad. Abrazamos la simplicidad no sólo porque ese estilo de vida consumista es injusto e insostenible, sino también porque es la causa del descontento, de la insatisfacción, la desarmonía, la depresión, la enfermedad y la división. Aunque no existiesra el problema de calentamiento global, de escasez de recursos, de polución y desperdicio, seguiríamos necesitando escoger un estilo de vida más sencillo que nos conduzca a, y sea congruente con, la espiritualidad, porque un estilo de vida sencillo, un estilo de vida desembarazado del peso de las posesiones innecesarias, es el estilo de vida que nos puede ofrecer la oportunidad de explorar el universo de la imaginación y encontrar la felicidad ilimitada en ese universo.

El Buda era un príncipe, poseía palacios, elefantes, caballos, terrenos y tesoros de oro y plata, pero descubrió que toda esa riqueza lo mantenía encadenado a la avaricia, al deseo, la ansia, el orgullo, el ego, el miedo y la ira. La idea de que el poder y la riqueza lo harían feliz era una ilusión; la felicidad por medio de posesiones materiales era un espejismo. Así que se abrazó a una vida de pobreza noble, lo que significó aceptar ciertos límites voluntariamente. En esos tiempos no había explosión de población, el Buda no sufría escasez de materiales básicos o recursos naturales, no había problema de calentamiento ambiental y sin embargo prefirió el camino de la espiritualidad y la simplicidad porque era la única manera de cubrir las necesidades del alma igual que del cuerpo.

Espiritualidad y civilización


Mi terreno, mi casa, mis posesiones, mi poder, mi riqueza son los deseos de mentes pequeñas. La espiritualidad nos libera de la mente pequeña y del pequeño Yo, la identidad del Ego. A través de la espiritualidad podemos abrir las puertas de la mente grande y del corazón grande donde compartir, velar por los demás, y sentir compasión son verdaderas realidades. La vida existe sólo a través del regalo de otras vidas: toda la vida es interdependiente. La existencia es una red intricada de relaciones interconectadas. Compartimos el aliento de la vida y de esa manera estamos conectados. Seamos ricos o pobres, blancos o negros, jóvenes o viejos, humanos o animales, peces o aves, árboles o piedras, todo se sostiene en el mismo aire, la misma luz solar, la misma agua, la misma tierra. No existen fronteras, no hay separación, no hay división, ni dualidad; todo es el baile de la vida eterna donde el espíritu y la materia se mueven como uno. Día y noche, tierra y cielo bailan juntos, y donde hay baile, hay felicidad y belleza.

La religión del materialismo y la cultura del consumismo que promueve la civilización occidental han bloqueado el flujo de la felicidad y belleza. Una vez, a Mahatma Ghandi le preguntaron: “¿Qué piensa usted de la civilización occidental?” Replicó: “Sería una buena idea”. Sí, sería una buena idea porque cualquier sociedad que rechaza los valores espirituales y se pelea por bienes materiales, monta guerras para controlar el petróleo, y produce armas nucleares para mantener su poder político, no puede llamarse una civilización. La cultura moderna, consumista, construida sobre instituciones económicas injustas e insostenibles no puede considerarse civilizada. La verdadera marca de la civilización es mantener un equilibrio entre el progreso material y la integridad espiritual. ¿Cómo podemos considerarnos civilizados cuando no sabemos vivir juntos en armonía ni vivir en la tierra sin destruirla? Hemos desarrollado tecnologías para alcanzar la luna pero no la sabiduría para vivir con nuestros vecinos, ni mecanismos para compartir alimentos y agua con los demás seres humanos. Una civilización sin una base espiritual no es una civilización.

Nuestra manera de tratar a los animales es un claro ejemplo de nuestra falta de civilización. Vacas, cerdos y gallinas viven presos en granjas-fábricas. Utilizamos ratones, monos y conejos como esclavos como si no sintiesen dolor; todo por culpa de la avaricia y arrogancia humanas. La civilización occidental parece creer que la vida es prescindible en servicio del deseo humano. El racismo, el nacionalismo, el sexismo, y la discriminación contra personas mayores, han sido confrontados y en cierta medida eliminados, pero el humanismo sigue dominando nuestras mentes. Esto nos hace considerar que la especie humana es superior a las demás especies. Este humanismo es una clase de especies-ismo. Si vamos a luchar por la civilización deberemos cambiar nuestra filosofía, nuestra visión global y nuestro comportamiento. Deberemos entrar en un nuevo paradigma en el cual todos los seres son considerados inter-seres, inter-dependientes, inter-relacionados e inter-especies.

La espiritualidad comienza en casa

¿Dónde comenzamos esta revolución espiritual? Comenzamos con nosotros mismos. La autotransformación es el primer paso hacia la transformación social, política y religiosa. Toda transformación comienza en el fondo y se mueve hacia arriba hasta abarcar al mundo entero. Esta es la ley del mundo natural. El roble grande y poderoso comienza con una bellota en la tierra. Después de sembrarla, durante unas semanas y meses nadie sabe si esa bellota vive o no, o si emergerá al mundo. Pero esa transformación secreta bajo la superficie terrestre permite a la bellota emerger de la tierra como un brote tierno. Sigue pequeño e insignificante, pero sólo con ese comienzo insignificante comienza el proceso que eventualmente resultará en el poderoso roble.

Mi madre solía decir: “Es mejor encender una vela que maldecir la oscuridad, pero antes de que puedas encender otras velas necesitarás encender tu propia vela. Se tu propia luz. Entonces podrás ofrecerte para ayudar a los demás. ¿Cómo puedes hacer feliz a otra persona si tú no eres feliz? Pero tu felicidad nace de tu bondad hacia los demás”.

Por eso las transformaciones sociales y políticas van juntas, porque cuando nos libramos del miedo y la ansiedad y quedamos tranquilos con nosotros mismos, entonces somos capaces de involucrarnos en la comunidad que nos rodea y con la sociedad en general para efectuar cambios sociales y políticos para mejorar las vidas de todos. Ese acto desinteresado de altruismo, a su vez, nos trae un mayor sentido de realización personal, de satisfacción y felicidad. De esa manera lo personal y lo político interactúan.

Tres pasos prácticos hacia la espiritualidad


Confianza

Exploremos unas cuantas áreas de la espiritualidad. Ante todo entre ellas está la eliminación del miedo y el cultivo de la confianza. Si observamos detenidamente nos daremos cuenta de que muchas de nuestras dificultades psicológicas nacen del miedo. Un sentido de inseguridad, la ambición de lograr el éxito, el deseo de comprobar que valemos, los esfuerzos por causar impresión en los demás, el ansia por el poder sobre los demás y de controlarlos, la adicción a consumir y poseer, todos están finalmente relacionados con el miedo. Este miedo personal crece y se convierte en miedo social e inseguridad política. Pues el primer paso hacia la renovación espiritual es observar el fenómeno del miedo en nuestras vidas y darnos cuenta de que el miedo provoca más miedo. Luchamos para construir defensas psicológicas y físicas pero sólo sirven para aumentar nuestro miedo. Incluso cuando tenemos armas nucleares para protegernos no nos libramos del miedo.

Además, la historia ha demostrado que las armas nucleares no ofrecen defensa y no traen seguridad. El ataque sobre las Torres Gemelas en Nueva York comprobó que al final, todas las defensas son futiles. Los atacantes pueden atacar con cuchillo o cúter, entonces ¿dónde está la justificación para malgastar tanto tiempo, esfuerzo y recursos construyento misíles nucleares cuando no proporcionan ni defensa ni seguridad? El país más poderoso del planeta, los EUA, es también el país más inseguro del mundo. Paradójicamente, cuantas más defensas construimos, más inseguros estamos. Las sociedades occidentales parecen estar obsesionadas con la seguridad y sufren mucho para asegurarse contra cualquier eventualidad. Tal obsesión tiene un efecto paralizador.

El primer paso hacia la esfera espiritual es comprender el miedo y cultivar la confianza. Confía en ti mismo. Eres lo bueno que eres. Personificas la chispa divina, el impulso creativo, el poder de la imaginación que siempre tendrás a tu lado y te protegerá. Confía en los demás: están en la misma barca contigo. Desean el amor como tú. Sólo podrás florecer a través de relaciones con otras personas. Tú eres porque otros son y otros son porque tú eres. Todos existimos, florecemos y maduramos en esta mutualidad, reciprocidad y unidad. Entrega amor y el amor será reciprocado. Entrega miedo y el miedo será reciprocado. Planta una semilla de cardo y obtendrás cientos de cardos. Planta una semilla de camelio y obtendrás centenares de camelias. Cosecharás lo que siembras, ésa es la antigua sabiduría. Sin embargo, aún no la hemos aprendido.

Entonces confía en el proceso del universo. El sol está ahí para nutrir toda la vida. El agua está para calmar la sed. La tierra está para dar alimento. El momento en que nace un bebé el pecho de la madre se llena de leche. El proceso del universo está incrustado en la vida –el sistema de apoyo de la mutualidad-. Cientos de miles de especies –leones, elefantes, serpientes, mariposas– se nutren, beben, encuentran cobijo y protección en el misterioso proceso del universo; confía en él. Como Julián de Norwich dijo: “Todo acabará bien. Todas las cosas acabarán bien”.

Participación

La segunda cualidad espiritual es la participación. Participa en el proceso mágico de la vida. La vida es un milagro: no la podemos explicar; tampoco podemos conocerla del todo, pero podemos activa y conscientemente participar en ella sin tratar de controlarla, manipularla y subyugarla.

La participación es fácil y sencilla. Se nos han otorgado dos maravillosas manos para cultivar la tierra y producir alimentos. Al trabajar con la tierra en el jardín satisfacemos la necesidad del cuerpo tanto como la necesidad de la mente. La producción industrial de alimentos nos ha robado el derecho primordial de participar en el cultivo de alimentos. El cultivo masivo mecanizado e industrializado nace de nuestro deseo de dominar. El cultivo pequeño, natural, localizado –aún mejor, nuestro propio huerto– es una manera de participar con los ritmos de las estaciones. Nuestros países deberían ser jardines, no explotaciones. Los animales deberían ser liberados de las prisiones de las explotaciones mecanizadas. Cultivar alimentos es un ejemplo del principio de la participación. Hornear pan, preparar comidas, compartir la comida con la familia, amigos e invitados son al mismo tiempo actividades espirituales y actividades sociales y económicas. La cultura de la comida rápida nos ha robado la actividad fundamental de la participación en el ritual diario y práctica de alimentación física y espiritual. Es precioso que personas por toda Europa se sienten inspirados por el movimiento italiano de la Comida Lenta. La Comida Lenta es la comida espiritual. La comida rápida es la comida del miedo.

La tranquilidad es una cualidad espiritual. Si queremos restaurar nuestra espiritualidad necesitamos tranquilizarnos. Paradójicamente sólo cuando nos tranquilizamos podemos llegar más lejos. Hacer menos, consumir menos, producir menos nos permitirá ser más, celebrar más, y disfrutar más. El tiempo es lo que perfecciona las cosas. Date tiempo a ti mismo para hacer las cosas y date tiempo para descansar. Toma el tiempo necesario para hacer y también para ser. Es en el baile de hacer y ser donde la espiritualidad se encuentra.

Una vez, el Emperador de Persia preguntó a su Maestro Sufi: “Por favor aconséjame: ¿qué debo estar haciendo para renovar mi alma y refrescar mi mente, para poder ser feliz conmigo mismo y efectivo en mi trabajo?” El Maestro Sufi dijo: “Señor mío, ¡duerma todo lo que pueda!” El Emperador se sorprendió y se asombró al escuchar la respuesta y dijo: “¿Dormir? Tengo poco tiempo para dormir. Tengo que velar por la justicia, aplicar leyes, recibir embajadores y liderar ejércitos. ¿Cómo puedo dormir cuando tengo tanto que hacer?” El Maestro Sufi respondió: “Señor, cuanto más duerma, ¡menos oprimirá!” El Emperador se quedó mudo: comprendió el significado del astuto Sufi. Aunque el sabio era duro, también tenía razón.

Los países occidentales están en una posición similar a la del Emperador de Persia. Cuanto más trabajamos, más consumimos: conducimos coches, volamos en aviones, vamos de compras y producimos basura. Cuanto más rápido hacemos estas cosas, más daño estamos infligiendo al ambiente, a los pobres y a nuestra paz mental. Así que la verdadera forma de participar es vivir y trabajar en armonía con nosotros mismos, con los demás seres humanos y con el mundo natural. La participación no equivale velocidad y eficiencia, sino armonía, equilibrio y acción apropiada.

Gratitud

La tercera cualidad espiritual es un sentido de gratitud. En nuestra cultura occidental nos quejamos de todo. Si está lloviendo decimos: “¡Qué tiempo más malo hace, tanto frío y humedad!” Cando hace sol nos quejamos: “¿No hace calor? ¡Qué calor!”. Los medios están llenos de quejas y críticas. Los debates en el parlamento se concentran en los aspectos negativos de las políticas del gobierno. La oposición culpa al gobierno y el gobierno se queja de la oposición. La cultura nacional de quejas y culpas lo permea todo, incluso en nuestra vida familiar y en nuestros lugares de trabajo. Debido a la dominancia de la cultura de la condena aprendemos a condenarnos a nosotros mismos también. “No valgo lo suficiente”, es un sentimiento común. Lo que hacemos, no lo apreciamos. Pensamos que deberíamos estar haciendo algo diferente, otra cosa, algo mejor. Entonces, tampoco aprendemos a apreciar lo que las demás personas hacen. “Tuve una niñez terrible”, nos quejamos. “Mi colegio fue malísimo”, decimos. “Mis compañeros de trabajo nunca me aprecian”, alegamos, y este tipo de crítica es interminable.

Para desarrollar la espiritualidad, necesitamos balancear nuestras facultades críticas con la facultad de la apreciación y la gratitud. Necesitamos entrenarnos a enfocar nuestras mentes para reconocer los dones que hemos recibido de nuestros ancestros, nuestros padres, nuestros maestros, nuestros compañeros y nuestra sociedad en general. Tembién necesitamos expresar nuestra gratitud por los regalos de la Tierra. ¡Qué magnífico sistema Gaiano, éste del que formamos parte! Regula el clima, organiza las estaciones del año y provee abundancia de alimentos, belleza y placeres sensuales para todas las criaturas. Cuando experimentamos el asombro de las maravillas de la Tierra sagrada no nos podemos sentir más que bendecidos y agradecidos. Cuando se sirve la comida nos afecta un sentido de gratitud. Agradecemos al cocinero y al jardinero pero también agradecemos a la tierra y la lluvia y la luz del sol. Incluso expresamos nuestra gratitud hacia las lombrices que han estado trabajando día y noche para mantener la tierra fértil. Más allá de la destreza del jardinero, sin lombrices no hay alimento. Por eso en alabanza decimos: “Que vivan las lombrices”, y aún más allá nos juntamos al poeta Gerard Manley Hopkins y decimos: “Que siga viviendo lo húmedo y lo salvaje”. Es la belleza de lo salvaje lo que alimenta nuestra alma mientras el fruto de la tierra alimenta el cuerpo.

La generosidad y el amor incondicional de la Tierra hacia todas sus criaturas no tiene límites. Plantamos una pequeña semilla de manzana en la tierra. Esa pequeña semilla se convierte en un árbol en unos años y produce miles y miles de manzanas año tras año. Y todo eso de una semilla pequeña, que a veces se siembra sola. Cuando en el otoño las manzanas maduran con su carne fragante, jugosa y crujiente, comemos hasta que nos lo agradece el corazón. El árbol no conoce la discriminación, no hace preguntas. Rico o pobre, santo o pecador, filósofo o payaso, abeja o pájaro, todos y cada uno pueden recibir el fruto libremente. ¿Qué más podemos sentir sino agradecimiento? Y desde esta gratitud fluye humildad, ya que la arrogancia nace de las quejas y las críticas. Cuando somos críticos hacia la naturaleza llegamos a la conclusión de que la naturaleza no es suficiente: es imperfecta y no fiable. La naturaleza necesita nuestra tecnología e ingeniería, así que nos esforzamos por mejorarla, pero acabamos destruyéndola. Con un sentido de gratitud obramos con el grano de la naturaleza, trabajamos en armonía con ella y apreciamos sus cualidades milagrosas.

Para acabar, mi enfoque es que no hay dualismo y separación entre la materia y el espíritu. El espíritu contiene a la materia y la materia al espíritu, pero los hemos separado y hemos hecho del espíritu un asunto privado y hemos permitido que la materia sola domine nuestra vida pública. Necesitamos subsanar esta separación urgentemente. Sin tal reparación, el mundo material, la Tierra misma seguirá sufriendo consecuencias catastróficas, y las sabidurías espirituales seguirán siendo percibidas como idealísticas, esotéricas, prácticas de otros mundos que son totalmente irrelevantes para nuestra existencia cotidiana.

Cuando seamos capaces de reparar esta separación seremos capaces de inculcar el espíritu en los negocios, en el comercio y en la economía. Seremos capaces de crear una política que funciona para todos. Nuestras religiones no serán divisivas; al contrario: se convertirán en una fuente de sanación y servirán para resolver conflictos. El movimiento en favor de la sostenibilidad ambiental y la justicia social inspirará en lugar de agitar y, personalmente, los seres humanos se sentirán más cómodos consigo mismos y con el mundo que los rodea. La unión de materia y espíritu, de negocio y espíritu, de política y espíritu, de religión y espíritu y de activismo y espíritu es la más importante unión requerida en nuestro tiempo.

La gente siente hambre por alimentos espirituales, esta hambre no puede ser satisfecha con bienes materiales. Por eso, la gran labor que tenemos en nuestras manos es de crear espacio y tiempo para que la gente descubra su propia espiritualidad igual que la espiritualidad de los demás.

No debería ser necesario que yo defendiera el caso del espacio espiritual, pero porque durante los últimos varios centenares de años la cultura Occidental ha seguido negando al espíritu y ha estado ocupada con elevar el estatus de la materia, nuestra sociedad y nuestra cultura han perdido el equilibrio e integridad. Para restaurar este equilibrio he señalado la importancia del espíritu. En un mundo ideal la gente reconocería que el espíritu siempre se halla implícito en la materia. Tradicionalmente, así es como era. La gente peregrinaba hacia montañas y ríos sagrados; la vida se consideraba sagrada e inviolable. Reconocíamos la dimensión metafísica de los árboles. El árbol que habla, el árbol de la sabiduría y el árbol de la vida expresan la cualidad espiritual implícita del árbol. El imperativo más importante de la vida es recuperar esta sabiduría perenne.


Satish Kumar es el Presidente de Schumacher UK, Editor de la revista Resurgence y Director de Programas en Schumacher College.


Fuente: Pocapoc

17/7/07

Juan José Tamayo: "Los españoles han sabido distinguir el terrorismo de lo que es el Islam"


El reputado especialista en teología de las religiones, Juan José Tamayo, se encuentra en A Coruña esta semana como director del curso de la UIMP "Judaísmo, cristianismo e Islam: tres religiones en diálogo" que se está impartiendo en la Fundación Luis Seoane.

El teólogo, Juan José Tamayo, ofrece hoy dos charlas sobre Cristianismo en un curso de la UIMP.

¿Cuál ha sido el motivo de llevar a cabo este curso?


La razón es porque en materia de religiones, en nuestro país hay una ignorancia enciclopédica y eso se debe a que no hay ninguna asignatura en nuestra formación sobre el estudio de las religiones. El curso busca dar información objetiva y rigurosa sobre estas religiones y sobre el legado que éstas han dejado en nuestro país. Se quiere ofrecer propuestas de diálogo entre estas religiones.

¿"Tres religiones en diálogo" cuando los conflictos entre ellas han sido el denominador común?

A pesar de las afinidades existentes entre ellas, la historia de la relación entre las tres religiones ha sido una historia de confrontación permanente. Pero yo quiero proponer un nuevo paradigma: el escenario del diálogo entre las tres religiones con el objetivo de conseguir que las diferencias en las creencias sea una riqueza y un aliciente para que cada religión contribuya a la paz, la justicia y la solidaridad.

Usted también participa en este curso como ponente.


Voy a tratar el tema del cristianismo, la religión más numerosa del mundo. Voy a hacer un recorrido histórico por las principales etapas del cristianismo desde sus orígenes hasta nuestros días elaborando una tipología innovadora.

¿Cree que se debería impartir el estudio de las religiones en la escuela?


La religión es una fuente de saber y su historia refleja la gran riqueza cultural de los pueblos. No se debe de excluir el estudio de las religiones del ámbito académico pero desde una perspectiva laica y con un sentido crítico.

¿Cuál es la imagen que posee la sociedad española respecto al Islam y sus seguidores después de los atentados?

España no es el país que ha reaccionado más violentamente al Islamismo. La reacción ha sido la de no vincular el atentado con el Islam porque ése no fue un atentado del Islam sino de unos terroristas fanáticos. Han sabido distinguir el terrorismo de lo que es el Islam como religión tolerante y pacífica.


Fuente: El Ideal Gallego

"Ya es hora de salir de Auschwitz y fundar el Estado de Israel"



Entrevista: El conflicto de Oriente Próximo. Avraham Burg. Ex presidente de la Agencia Judía y del Parlamento israelí

Avraham Burg (Jerusalén, 1955) luce kipá, reloj azul celeste y atuendo informal. Ex presidente de la Agencia Judía, el organismo promotor de la Aliya (emigración de judíos a Israel) y del Parlamento, este ex dirigente laborista educado en yeshivas (escuelas religiosas) ha desatado la polémica tras la publicación de Defeating Hitler (Derrotando a Hitler). A su juicio, Israel está sofocado por la ausencia de espíritu. Observa de cerca la evolución de las comunidades judías de Estados Unidos y Francia, mucho más abiertas al resto de la sociedad, y alienta a los israelíes a obtener pasaportes de otro país. Superar el trauma del Holocausto es, para el ahora hombre de negocios, imprescindible para el porvenir del Estado hebreo. "Ya es hora de salir de Auschwitz y fundar el Estado de Israel", dice, al tiempo que alerta de ciertas similitudes entre la sociedad israelí y la alemana anterior al advenimiento del nazismo: "No hay diferencia entre el 'judíos fuera' y el 'árabes fuera'. Está escrito en las paredes, y lo más preocupante es la indiferencia de la gente".

Pregunta. ¿Cuáles son los rasgos principales de la sociedad israelí hoy?

Respuesta. Confusión, trauma y esperanza. Somos una sociedad increíblemente exitosa. Estamos asombrados. Pero también conmocionados, porque todo es cada vez mucho más difícil. En 1945 se conoció la existencia de Auschwitz, tres años antes de la fundación de Israel. Sin embargo, fue un periodo muy optimista. La gente estaba llena de inspiración y energía. Hoy hablas con la gente y dice: "Todos son unos corruptos". Es una realidad confusa. Los logros son increíbles, pero no mejoramos desde el punto de vista psicológico. En los primeros años de Israel, el trauma fue suprimido por los desafíos inmediatos: el establecimiento del Estado y la guerra de independencia... La gente no tenía tiempo para curar sus heridas. Ahora volvemos a revivir el trauma.

P. Está siempre presente.


R. Mi tesis es que, después de 60 años, ya es hora de salir de Auschwitz y fundar el Estado de Israel. Dejar atrás el trauma, que se ha convertido en el elemento principal que configura la sociedad. Cada enemigo es el enemigo máximo; cada amenaza es la amenaza final; cada antisemita es el nazi número uno. Mi argumento es que cuando te traumatizas a ti mismo, has perdido la esperanza. Se puede sospechar, dada la experiencia de los judíos. Pero sospechar siempre es una enfermedad. Si la sociedad israelí no reacciona será porque es una sociedad enferma. Debemos desafiar los pilares fundacionales de esta sociedad. La puerta de entrada a Israel para los jefes de Estado no puede ser el Yad Vashem (Museo del Holocausto). Parte de la visita, sí, porque la gente debe conocer nuestra dramática experiencia. Pero no la puerta. Algo induce al optimismo: las generaciones jóvenes están dispuestas a reexaminar los dogmas de Israel. No sé cuál será el resultado, pero esto induce al optimismo.

P. ¿Por qué dice que Hitler define la identidad israelí?

R. Cuando comencé a escribir el libro, el título era Hitler ganó. Mi punto de partida era muy melancólico y pesimista. Netanyahu, Hamás, Ahmadineyad. Cualquiera es calificado como un Hitler. Todos quieren aniquilarnos. El antisemitismo es el segundo Holocausto. Es cierto que hay enemigos que se fortalecen, pero si Israel sólo siente enemigos y cree que todo el mundo está contra nosotros, es el fin. Mi madre nació en Hebrón en 1921. En 1929, la mitad de su familia fue asesinada en una revuelta árabe. La otra mitad fue salvada, también por árabes.

P. ¿Por qué cree que la concepción del Estado como judío y democrático es la clave de su destrucción?

R. El Estado no debería tener un componente religioso en sus mecanismos de funcionamiento. Definir el Estado como judío y democrático es explosivo, porque siempre habrá una pugna entre la estructura religiosa y la democrática. Cuando se da esta lucha, especialmente en las actuales circunstancias históricas -una era muy religiosa y fundamentalista en el islam, la cristiandad y el judaísmo-, al final la teocracia prevalece sobre la democracia.

P. "Estamos perdidos. Todavía no han llegado las noticias, pero ya estamos muertos. Esto no funcionará más", ha advertido usted.

R. Lo que ha muerto es el espíritu de los fundadores de Israel. El espíritu de apertura, universalismo, libertades y democracia moderna se ha erosionado enormemente. La cuestión religiosa ha sido abandonada en manos de los ultraortodoxos. Son los guardianes del Monte del Templo. Se les ha cedido una parte de tu identidad: los rituales, las costumbres, la memoria. Y la responsabilidad sobre la relación del pueblo con la tierra se ha dejado en manos de los colonos mesiánicos. Esto es contrario a la fundación de una civilización israelí moderna. Si continuamos así, estos dos elementos nos matarán. Hay que mirar a la diáspora americana y europea. Ellos pueden ofrecer una interpretación fantástica de la relación entre nosotros y el resto del mundo, relaciones de confianza en lugar de relaciones traumatizadas.

P. ¿Por qué se siente Israel tan aislado?


R. La tradición dice, desde tiempos de la Biblia, que no se puede creer a los no judíos. Pero si analizas la situación del pueblo judío hoy y la comparas con las etapas anteriores de la historia, nunca hemos tenido una relación tan increíble como la que sostenemos ahora con el mundo. La Iglesia católica ha aceptado la legitimidad del Estado de Israel como expresión de la realidad política del pueblo judío. Jamás había sucedido. Nunca todas las superpotencias en el mundo habían ofrecido un respaldo inequívoco al Estado. Hay gente superficial que odia a los judíos por las políticas de Israel, pero decir que estamos ante el segundo Holocausto, no, por favor. No, no. El antisemitismo es hoy sólo parte del odio extendido por el mundo, como la arabofobia, la islamofobia...


Fuente: El País

16/7/07

Comentario al Documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe, por Leonardo Boff


1. El documento de la CDF no es del Papa Benedicto XVI, sino del Prefecto de dicha congregación, el cardenal William Levada. Ni es una «Declaración», sino sólo unas «Respuestas a las cuestiones relativas a algunos aspectos de la doctrina sobre la Iglesia».

2. El texto no dice absolutamente nada nuevo. Apenas subraya lo que fue afirmado de forma detallada y explícita en la «Declaración Dominus Iesus» del antiguo Prefecto de la Congregación, el cardenal José Ratzinger, en el año 2000.

3. Fundamentalmente afirma que «la Iglesia Católica es la única Iglesia de Cristo» y «que hay una plena identificación de la Iglesia de Cristo con la Iglesia Católica».

4. La Iglesia Ortodoxa es la única que es llamada «Iglesia particular». Pero no por aceptar el primado del Papa, vive una comunión «en cierto modo deficiente».

5. Todas las demás «Iglesias» o «comunidades cristianas» «no pueden ser llamadas ‘Iglesias’ en sentido propio». Tienen «elementos eclesiales», o por estar en la sucesión apostólica, en la forma como Roma la entiende, o por no tener el sacerdocio válido que garantiza la consagración eucarística. 6. Cabe resaltar que en la «Notificación de la CDF» de 1985 que enjuiciaba mi libro «Iglesia: carisma y poder», referida en el n. 8 de estas «Respuestas», dice el cardenal Ratzinger que «fuera de la estructura visible [de la Iglesia] existen solamente «elementos de Iglesia». Ese «solamente» es introducido por el cardenal contra el texto del Concilio Vaticano II, que dice que «hay varios elementos». Este acto lesivo al texto oficial del Concilio, a mi juicio, ha llevado al cardenal Ratzinger en la «Declaración Dominus Iesus» y al cardenal Levada en estas «Respuestas» a entender de modo sustancialista y reduccionista el término, punto de la discordia, que es el «subsistit».

7. En la primera redacción del documento sobre la Iglesia, Lumen Gentium, se decía: «La Iglesia Católica es la Iglesia de Cristo». Después, en las discusiones en la comisión teológica y en la nota declaratoria al n. 8 de la Lumen Gentium se sustituyó el «es» por «subsiste», «para que la expresión concuerde mejor con la afirmación acerca de los elementos eclesiales que se encuentran fuera». Aparte de eso da a entender que por tener la Iglesia «sombras y que por eso debe ser conducida a la luz plena», no puede ser identificada rotundamente con la Iglesia de Cristo sin mancha ni arruga. El sentido del n. 8 es, pues el de reafirmar que la Iglesia de Cristo adquiere forma concreta en la Iglesia Católica, pero que, por las razones aducidas arriba, no puede ser identificada in toto, pure et simpliciter, o sea, no puede ser un sinónimo total, puro y simple de la Iglesia de Cristo. Pero no es ésta la interpretación que la CDF sostiene.

8. La comprensión que aquí presentamos abre el espacio para que otras formas concretas de «Iglesia» también puedan ser llamadas con verdad Iglesias.

9. Así, la Iglesia Católica renuncia al monopolio de la herencia de Jesús y pode entrar en un diálogo abierto con todas las Iglesias, sobre el presupuesto de que todas se acojan mutuamente y establezcan lazos de comunión entre sí. Cuando los Papas en sus encuentros y discursos se refieren a estas comunidades como Iglesias, no se trata de una mera concesión a la cortesía del lenguaje, sino a un reconocimiento de su real eclesialidad.

10. Ésta está siendo la práctica concreta en el diálogo ecuménico actual. Las Iglesias se acogen mutuamente y juntas buscan convergencias en la doctrina, en la celebración y en el servicio al mundo, especialmente a los más pobres y en la conservación de todo lo creado.

11. La doctrina de la Iglesia debe partir de esta práctica ya consagrada, en la conciencia de que está siendo fiel a Jesús, a los Apóstoles y a los Evangelios. Así como tenemos cuatro evangelios diferentes, y no uno sólo, que se acogen unos a otros, así existen varias formas de Iglesia que análogamente se acogen recíprocamente en su diversidad. La comunión de todas las Iglesias entre sí constituye la Iglesia de Cristo en la tierra o la Iglesia de Dios.

12. Lamentamos que ese documento perjudique más que ayude en el diálogo ecuménico. En un momento en que el Planeta Tierra puede transformarse en un Titanic que se hunde, nos parece ridículo que se discutan cuestiones internas y en el fondo irrelevantes, cuanto todos deberíamos estar juntos para regenerar y salvar nuestra Casa Común.

13. El documento olvida decir a todos los fieles de cualquier denominación eclesiástica y a todos los hombres y mujeres, que lo decisivo no es la pertenencia a esta o a aquella Iglesia, ni si ésta se identifica con la Iglesia de Cristo o sólo posee elementos eclesiales... Lo realmente decisivo es el amor que hayamos tenido para con los condenados y ofendidos de la tierra a quienes Cristo llamó «mis hermanos y hermanas más pequeños» (Mt 25,40). Ellos serán nuestros jueces y decidirán nuestra salvación o perdición. La última frase del Derecho Canónico no dice otra cosa al recordar que «en la Iglesia la salvación de las almas debe ser siempre la ley suprema» (c. 1752). Esta salvación nos viene por el amor, mensaje central de Jesús y nombre propio de Dios.

14. El pretendido relativismo eclesiológico que se quiere combatir no puede ser sustituido por el absolutismo de la Iglesia Católica reafirmado enfáticamente por este documento.

Leonardo Boff, teólogo de la liberación.



Fuente: Koinonía

¿La única Iglesia de Cristo?, por Jung Mo Sung


La Sagrada Congregación de la Doctrina de la Fe (SCDF) publicó el día 10 de julio el documento "Respuestas a cuestiones relativas a algunos aspectos de la doctrina sobre la Iglesia" con el objetivo de "dar con claridad la genuina interpretación de algunas afirmaciones eclesiológicas del Magisterio", para que "el correcto debate teológico no sea inducido a error, por motivos de ambigüedad".

En este documento, la SCDF afirma que sólo en la Iglesia Católica permanecieron y permanecen todos los elementos de la Iglesia constituida por Cristo. Y que por eso, existe la "plena identidad de la Iglesia de Cristo con la Iglesia Católica", la Iglesia "gobernada por el Sucesor de Pedro y por los Obispos en comunión con él."

A partir de esta premisa, el documento afirma que, aunque las Iglesias Orientales y las Iglesias Protestantes y Evangélicas - que el documento llama "Comunidades separadas" - puedan servir de instrumentos de salvación por parte del Espíritu, éstas carecerían de elementos fundamentales presentes solamente en la Iglesia Católica. Las Iglesias Orientales son reconocidas como Iglesias porque tendrían verdaderos sacramentos en virtud de la sucesión apostólica, pero les faltaría el reconocimiento del papado (que la SCDF considera uno de los principios constitutivos de la Iglesia de Cristo). En relación con las Iglesias Protestantes y Evangélicas, llamadas "comunidades eclesiales" por la SCDF, el documento dice: "según la doctrina católica, tales comunidades no tienen la sucesión apostólica en el sacramento de la Orden y, por ello, están privadas de un elemento esencial constitutivo de la Iglesia. Dichas comunidades eclesiales que, sobre todo por la falta del sacerdocio sacramental, no conservan la genuina e íntegra sustancia del Misterio eucarístico, no pueden, según la doctrina católica, ser llamadas ‘Iglesias’ en sentido propio".

Como el propio documento dice, ésta es la doctrina católica interpretada o definida por el Magisterio del Vaticano. Esta doctrina revela más sobre cómo este papado y la SCDF se ven y ven a la Iglesia Católica y a las otras iglesias cristianas, que como Dios salva a la humanidad o actúa en medio de nosotros. Es decir, este documento revela más sobre quienes proponen algo que sobre la "visión" de Dios sobre la Iglesia de Cristo. Al final, como Santo Tomás de Aquino ya decía, de Dios nosotros sabemos más lo que Dios no es que lo que Dios es.

Yo no quiero discutir aquí la validez teológica o no de esta interpretación dada por la SCDF. Me quedé pensando mucho sobre lo que lleva a las personas a escribir y a aprobar este tipo de documento que dificulta todavía más el diálogo ecuménico, que todos - inclusive la Iglesia Católica - dicen que es importante, tanto para el futuro del cristianismo como para la construcción de un mundo donde culturas y religiones diferentes puedan convivir sin conflictos. Tal vez la preocupación de ellas sea más interna - la cohesión y el fortalecimiento de la Iglesia Católica -, que el diálogo con los diferentes y con el futuro de la humanidad. Y, tal vez, esta preocupación sea tan grande, tan centrada en sí, que no permita reconocer la existencia de los otros y, así, sus propios límites y ambigüedades. Pensando sobre este deseo obsesivo de superar la ambigüedad de la condición humana y también de la propia Iglesia (que desde el comienzo del cristianismo siempre se asumió como "santa y pecadora"), me acordé de algunas reflexiones de Erich Fromm (en su libro "La anatomía de la destructividad humana").

El mismo describe "un estado de la experiencia en la que sólo la propia persona, su cuerpo, sus necesidades, sus sentimientos, sus pensamientos, sus atributos, todo y todos los que le pertenecen son experimentados como plenamente reales, mientras que todo y todos los que no son parte de su persona o no constituyen sus necesidades no son tenidos como interesantes, no son plenamente reales, son percibidos sólo por medio de un reconocimiento intelectual, mientras que afectivamente sin peso y sin color" como narcisismo.

Y para él el narcisismo no es un fenómeno solamente individual. "El narcisismo de grupo tiene importantes funciones. En primer lugar, incrementa la solidaridad y la cohesión del grupo, y [...] En segundo lugar, es extremamente importante como elemento que da satisfacción a los miembros del grupo y en particular a aquellos que tienen pocas razones para sentirse orgullosos y de alguna valía." Además, Fromm nos alerta que "el narcisismo de grupo es una de las fuentes más importantes de la agresión humana, y aún así, ese hecho, como todas las otras formas de agresión defensiva, es una reacción a un ataque a intereses vitales." Por eso, el narcisismo de grupo es tan "popular" en los más diversos sectores de la vida social, sea en el campo de la economía, de la política o de la religión.

Yo no estoy afirmando que este documento expresa un "qué" de narcisismo, ni que este fenómeno no pueda ocurrir en otras Iglesias cristianas o en otras religiones. Es un asunto muy complejo para afirmar algo así. Yo sólo quise compartir estas reflexiones de Fromm que me surgieron al leer el documento. Si este recuerdo tiene algún sentido, tal vez pueda ayudarnos recordándonos que la misión de las Iglesias cristianas no consiste en anunciarse como algo pleno y absoluto, sino en servir como una comunidad donde las personas confirman y fortalecen la fe para vivir, en la ambigüedad de nuestras vidas, la misión de anunciar la buena nueva de Jesucristo. Sólo en el trabajo conjunto, con personas e Iglesias cristianas o no, para anunciar el Reino de Dios, tal vez podamos tener una pequeña experiencia de lo que es o puede ser la verdadera Iglesia de Cristo. Al final, Dios no se encarnó como cristiano, sino como siervo y se hizo humano.

Jung Mo Sung es profesor de postgrado en Ciencias de la Religión de la Universidad Metodista de San Pablo y autor de Sementes de esperança: a fé em un mundo em crise


Fuente: Adital