19/7/07

Hoy los seres humanos estamos sedientos de respuestas..., por José Castillo



¿Existen elementos para establecer una reflexión sobre el ser humano desde una perspectiva que reuna las dimensiones biológicas, psicológicas, sociales y espirituales?

La respuesta a esta pregunta la puede dar la presencia de un nuevo paradigma en la humanidad: En los últimos años, existe un auge por encontrar nuevas rutas de interacción entre lo trascendente y lo científico, a fin de entender al ser humano en su dimensión integral bio-psico-social y espiritual.

Recientemente entrevisté al Dr. Miguel Bedolla, quien es profesor de Bioética de la Universidad Regina Apostolorum, en Roma Italia, quien me comentaba en torno a este tema reanuda el díálogo entre la ciencia con la espiritualidad: "Finalmente, la ciencia toma en cuenta al principal actor en la historia de la humanidad, Dios, hasta hace poco, el gran ausente de nuestra reflexión científica en relación a la existencia..."

Recientemente, la búsqueda de marcadores biológicos que muestren científicamente la validez de la espiritualidad en nuestra salud ha sido tema de investigaciones, discusiones científicas y foros académicos.

Considero prudente señalar que las reflexiones que realizaré en torno a este tema no tienen un afán reduccionista, tomando en cuenta que la espiritualidad es algo más que moléculas y genes en nuestra persona, al mismo tiempo que la tradición milenaria de las diversas religiones es muy rica en autoconocimento de lo Trascendente.

Recientemente, Dean Hamer, jefe del laboratorio de biología molecular del Instituto Nacional de Salud de USA, publico el libro: The God Gene (2004), en donde describe las etapas científicas que él diseño para obtener el primer gen que determina la espiritualidad, al cual Hamer denominó VMAT2.

Previamente, los doctores Andrew Newberg y Eugene d´Aquilli, profesores e investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Pennsylvania, utilizando una técnica de medicina nuclear denominada SPECT del cerebro, reportaron en el 2001 sus hallazgos radiológicos, señalando que durante la etapa de meditación, tanto monjes tibetanos como religiosas católicas mostraban una disminución del metabolismo en el área parietal posterior izquierda del cerebro, la cual es responsable de mantener el sentido de realidad en las personas. Estos autores señalan la posibilidad que durante la meditación, mediante este cambio metabólico la persona encuentre el vacío de su encuentro con lo trascendente.

Posteriormente, Richard Davidson (2003), neurocientífico de la Universidad de Wisconsin, utilizando la técnica de Resonancia Magnética Nuclear de Cerebro con Espectroscopia, encontró que monjes tibetanos mostraban activación del área prefrontal izquierda, una zona precisamente relacionada con la creatividad.

Los hallazgos anteriores de técnicas de imagen cerebral señalan que probablemente la meditación funcione como un modulador de la actividad cerebral: mientras que disminuye el metabolismo en algunas áreas del cerebro, en otras lo incrementa.

También se ha encontrado que durante la meditación el metabolismo corporal disminuye en un 18%, y se incrementa en el cerebro los niveles de DHEA, melatonina, serotonina, que son sustancias químicas reguladoras del buen funcionamiento cerebral, mientras que los niveles de cortisol disminuyen, con lo cual se previene de estrés neuronal, producido por los los altos niveles de cortisol, y al mismo tiempo protegiendo las funciones de la memoria y demás funciones cognitivas.

Algunos autores han propuesto que además de estos neurotransmisores, la dopamina juegue un papel importante como sustancia mediadora de procesos curativos activando la fé.

El Dr. Koenig, Profesor de Medicina de la Universidad de Duke, ha encontrado que la fe y la práctica de la religión se correlaciona con la prevención de enfermedades cardiovasculares, hepáticas, infecciones, cáncer, accidentes, y problemas gastrointestinales.

Por otro lado, algunos teóricos del campo de la psiquiatría han creado una psicodinamia del espíritu en base a reflexiones científicas. Tal es el caso del Dr. Víctor E. Frankl, psiquiatra vienés fundador de la escuela de psicoterapia denominada Logoterapia., la cual es una corriente que intenta conciliar los hallazgos pioneros que Freud realizó sobre el inconsciente impulsivo, libidinal, con evidencias humanísticas acerca de la presencia del inconsciente espiritual, el cual -como lo propone Frankl-, es el vehículo que orienta a la mente hacia la búsqueda de lo más trascendente del ser humano: El sentido de trascendencia a través del significado y el encontrar el propósito de vida.

En base a las reflexiones anteriores, es probable que actualmente, nos encontremos en una situación tal, en la que aplicando un modelo integral de ciencia y fe, logremos crear un conocimiento más profundo que nos brinde más instrumentos de ayuda a los demás desde la perspectiva humanística.

Uno de mis maestros de la Universidad de Harvard: Herbert Benson, me comentaba el año pasado en un curso que él impartió en dicha Universidad en relación al diálogo mente cuerpo y espíritu: "Si los médicos reconociéramos que realmente existe la presencia de Dios en nuestras vidas, y que este factor, activando procesos de fé, tiene una función complementaria de salud a los recursos terapéuticos ya conocidos, muchas enfermedades además de prevenirlas, se pudieran curar...."

Mi formación académica en psiquiatría la realicé en centros del más arraigado fundamento reduccionista freudiano ateísta y materialista, para luego integrarlo con el conocimiento en centros universitarios con una mayor visión de lo integral, tomando en cuenta al ser humano como un ente en donde residen mecanismos inconscientes impulsivos, pero también en donde reside la esencia de lo espiritual. Creo que es tiempo de crear nuevas avenidas de tratamiento humanístico, un campo al cual denomino Teoterapia.


Fuente: Segundo Encuentro Mundial SER (Espiritualidad, Conocimiento y Salud Integral), y Forum Universal de las Culturas Monterrey 2.007

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