En Estados Unidos hay una crisis más profunda que la económico-financiera. Es la crisis del estilo de sociedad que se formó desde que fuera constituida por los «padres fundadores». Es una sociedad profundamente individualista, consecuencia directa del tipo de capitalismo que fue implantado allí. La exaltación del individualismo adquirió forma de credo en un monumento delante del majestuoso Rockfeller Center en Nueva York, en el cual se puede leer el acto de fe de John D. Rockfeller Jr: «Creo en el supremo valor del individuo y en su derecho a la vida, a la libertad y a perseguir su felicidad».
En un fino análisis contenido en su clásico libro La democracia en América (1835), el magistrado francés Charles de Tocqueville (1805-1859) señaló al individualismo como la marca registrada de la nueva sociedad naciente. El individualismo se mantuvo triunfante, pero tuvo que aceptar límites debido a la conquista de los derechos sociales de los trabajadores y especialmente al surgimiento del socialismo, que contraponía otro credo, el de los valores sociales. Pero con el derrocamiento del socialismo estatal, el individualismo volvió a tener vía libre bajo el presidente Reagan hasta el punto de imponerse en todo el mundo en forma de neoliberalismo político.
Contra Barack Obama, que intenta un proyecto con claras connotaciones sociales, como salud para todos los estadounidenses y medidas colectivas para limitar la emisión de gases de efecto invernadero, el individualismo resurge con furor. Le acusan de socialista y de comunista y, en facebook, en internet, hasta no se excluye su eventual asesinato si llegara a suprimir los planes individuales de salud. Y eso que su plan de salud no es tan radical, pues, tributario todavía del individualismo tradicional, excluye de él a todos los emigrantes, que son millones.
La palabra «nosotros» es una de las más desprestigiadas de la sociedad estadounidense. Lo denuncia el respetado columnista del New York Times, Thomas L. Friedman en un excelente artículo: «Nuestros líderes, hasta el presidente, no consiguen pronunciar la palabra ‘nosotros’ sin que les produzca risa. No hay más ‘nosotros’ en la política estadounidense, en una época en que ‘nosotros’ tenemos enormes problemas -la recesión, el sistema de salud, los cambios climáticos y las guerras en Irak y en Afganistán- con los que sólo vamos poder lidiar si la palabra ‘nosotros’ tiene una connotación colectiva» (JB 01/10/09).
Sucede que, por falta de un contrato social mundial, Estados Unidos se presenta como la potencia dominante, que prácticamente decide los destinos de la humanidad. Su arraigado individualismo proyectado al mundo se muestra absolutamente inadecuado para señalar un rumbo al ‘nosotros’ humano. Ese individualismo no tiene ya futuro.
Se hace cada vez más urgente un gobierno global que sustituya el unilateralismo monocéntrico. O desplazamos el eje del ‘yo’ (mi economía, mi fuerza militar, mi futuro) hacia ‘nosotros’ (nuestro sistema de producción nuestra política y nuestro futuro común) o difícilmente evitaremos una tragedia, no sólo individual sino colectiva. Independientemente de ser socialistas o no, lo social y lo planetario deben orientar el destino común de la humanidad.
Pero, ¿por qué ese individualismo tan arraigado? Porque está fundado en un dato real del proceso evolutivo y antropogénico, pero asumido de forma reduccionista. Los cosmólogos nos aseguran que hay dos tendencias en todos los seres, especialmente en los seres vivos: la de auto-afirmación (yo) y la de integración en un todo mayor (nosotros). Por la autoafirmación cada ser defiende su existencia; si no, desaparece. Pero por otro lado, nunca está sólo, está siempre enredado en un tejido de relaciones que lo integra y le facilita la supervivencia.
Las dos tendencias coexisten, juntas construyen cada ser y sustentan la biodiversidad. Excluyendo una de ellas surgen patologías. El ‘yo’ sin el ‘nosotros’ lleva al individualismo y al capitalismo como su expresión económica. El ‘nosotros’ sin el ‘yo’ desemboca en el socialismo estatal y en el colectivismo económico. El equilibrio entre el ‘yo’ y el ‘nosotros’ se encuentra en la democracia participativa que articula ambos polos. Ella acoge al individuo (yo) y lo ve siempre insertado en una sociedad mayor (nosotros), como ciudadano.
Hoy necesitamos una hiperdemocracia que valore cada ser y a cada persona y garantice la sostenibilidad de lo colectivo que es la geosociedad naciente.
Fuente: Koinonia
Leonardo Boff es teólogo, filósofo y escritor, más información en Wikipedia
Imagen: Revista Fusión
Este paradigma que plantea Leonardo Boff en este articulo tiene una solución fácil de la que Leonardo no se ha percatado.
ResponderEliminarEl “yo” y “nosotros”, o en términos más teológicos, del “yo” y el “Yo”, el “yo” y “El Reino de los Cielos en el Interior”, el “yo” y “El Cristo en el niño al que diste de beber” es la relación esencial que cada ser humano mantiene en su intimidad durante toda su vida. La relación de tu pequeña historia con la Vida tal como Es.
Durante cada día en la vida de un día conviven dos cosas. Lo que esta ocurriendo, “el nosotros” ese milagro que llamamos vida, palpitando momento a momento; y la historia de una vida, ese cúmulo de sensaciones, percepciones, memorias y asociaciones con las que nos contamos a nosotros mismos la historia de lo que somos. Una historia única que nadie conoce, solo “yo”. Nadie comparte y a nadie le importa pues cada uno de los “yo” esta focalizado en la suya y además proyectándola en los demás para así intentar confirmarla en una supuesta realidad sobre la que queremos acoplar esa única y desconocida fantasía que llamamos “la historia de nuestra vida”, “yo”.
Cada día relacionamos esta “historia de una vida” el “yo” con Dios. Con la Consciencia, con la Vida, con lo que Es.
Nacemos a la vida de un día al despertar y morimos a la vida de ese día al ir a dormir. Como si cada día re-encarnara la vida interior que le da continuidad, cada mañana nos enfrentamos al único día en el que estamos viviendo.
Es el día que tenemos para vivir. Ayer ya lo vivimos, mañana aún no sabemos si lo viviremos en realidad. Es el único día de nuestra vida y lo relacionamos con la “historia de una vida” que como una fantasía única llevamos dentro y no dejamos de contarnos y de procurar afirmar en las cosas que percibimos.
Por eso la única relación del ser humano es la de su “yo” con el “Yo”.
No es a través de la política que esto ocurre, sin embargo la sociedad mejora cuando los individuos mejoran. Luego, esta unión entre el “yo” y el “nosotros” se produce en la intimidad del “yo” y cuando este se une al “Yo” entonces su entorno se hace mejor, se “Diviniza” de alguna manera y como las ondas de un estanque se expande por toda la sociedad.
Por eso no son acciones políticas lo que cambiaran la tendencia actual, sino acciones individuales las que cambiaran el “nosotros”.
Aprender a meditar es lo mejor que se puede hacer. Yo enseño esa disciplina.
Estimado Ramón, gracias por tu magnífico comentario, comenzando por el final, estoy de acuerdo contigo en que aprender a meditar es lo que mejor que se puede hacer, lo digo por una experiencia de años meditando,
ResponderEliminarpor otro lado, y entrando en el tema que planteas, efectivamente esa relación entre el yo y el nosotros mediante la democracia participativa que propone Boff necesita para su viabilidad de unos ciudadanos conscientes, de unos ciudadanos que ya han realizado esa unión entre el yo y el nosotros en su interior,
en este modesto blog no nos cansamos de repetir que el cambio necesario e imprescindible es el cambio de conciencia, una nueva visión de la vida, un nuevo paradigma, si los ciudadanos no cambiamos nuestra forma de vivir los políticos no cambiarán por falta de votantes y los empresarios tampoco por falta de consumidores alternativos, la sociedad tiene en sus manos el cambio, y el cambio, como bien dices, es la suma de muchos cambios individuales,
antes de terminar, felicidades por promover la meditación en tu blog, es una labor importante,
un abrazo cordial de Cristóbal
Leonardo Boff es uno de los grandes y, por supuesto, uno de tus favoritos.
ResponderEliminarUn saludo cordial, Cristobal y gracias por tu labor incansable en pro de una nueva conciencia personal y colectiva.
Abrazos desde un blog hermano.