12/10/07

En Busca del Alma Española


España no es una realidad fácil de aprehender: primero, porque para su tamaño es increíblemente diversa; segundo, porque lo que el mundo ha conocido desde hace quinientos años no es su alma sino su sombra. Sin embargo, incluso en esa sombra asúrica que extendió por el mundo la Inquisición, ha habido siempre una nobleza que ni sus enemigos pudieron negar así como una sinceridad obsesiva en su servicio al ideal divino que aquélla se había representado. España es un país de Kshatrias que heredó de Oriente su ideal de guerra santa, a través del Islam; y ello, tomado en su desnudez esencial, es lo que la hace profundamente atractiva.

A lo largo de este número monográfico, se verá el desarrollo argumental que nos llevó a dos importantes conclusiones sobre el alma española, pero quisiéramos aquí anticipar ambas y, puesto que CHIRU Papers es el espacio editorial de un instituto para investigaciones en el terreno de la unidad humana, desarrollar la que más directamente concierne a sus fundamentales preocupaciones. Nuestra primera conclusión es que España se deja definir en su esencialidad como Fuerza al servicio de un Ideal Trascendente; nuestra segunda conclusión, más interesante quizás desde el punto de vista de la unidad humana, es que España es un peculiar e importante laboratorio histórico en el que durante siglos se ha experimentado cómo reconciliar el factor diversidad con el factor aparentemente opuesto de la unidad.

Dejando aparte su cuestión imperial, España, como experimento histórico de la diversidad en la unidad, no ha debido enfrentar el tipo de problemas a gran escala que han afectado y afectan todavía a países monumentales como Rusia y la India. Su escala es otra, más reducida, más intensa, más concentrada, pero brutalmente marcada por lo que alguno de nuestros historiadores ha llamado el individualismo absoluto del carácter español. Constituyendo el extremo del occidente europeo, España ha sido un lugar de encuentro del Este y el Oeste, gracias a la pronta llegada de los fenicios primero y a la invasión musulmana después. Con la incursión del Islam a principios del siglo VIII, su original diversidad racial -de la que podían apreciarse entonces las cuatro grandes líneas de íberos, celtas, godos y latinos- no sólo se vio aumentada por la incorporación de nuevos elementos raciales -árabes, beréberes, judíos, así como otros del vasto imperio musulmán- sino que se vio complicada por tres nuevas dimensiones de la diversidad: la espiritual, representada por el encuentro en tierra española de las tres grandes religiones monoteístas; la nacional, debida a la fragmentación causada en la unidad visigótica por el fulminante empuje musulmán; y la convivencia de Oriente y Occidente en un mismo espacio geográfico durante ocho ininterrumpidos siglos.

En gran medida, la diversidad racial acabó por resolverse, cuando no se apoyaba también en la diversidad espiritual, mediante la creación de un nuevo tipo biológico humano que unía en su sangre, en mayor o menor grado, genes íberos, celtas, germanos, semitas y, sobre todo, latinos. Por su parte, la polaridad Oriente-Occidente se resolvió con la creación de un interesante tipo psicológico que reúne, fundidos a veces, otras en conflicto y contradicción, elementos fundamentales de cada uno de los dos polos: misticismo y realismo, tradicionalismo y voluntad innovadora, caudillismo e individualismo, idealismo y pragmatismo... Pero quedaron, como dos grandes retos en el camino de la manifestación del alma española, los temas de la diversidad espiritual y de la diversidad nacional: el primero se frustró; el segundo todavía no está resuelto pero, dados los instrumentos en acción, puede decirse que se halla en una de las mejores vías posibles.

España, a finales del siglo XV, traicionó de forma definitiva las grandes intuiciones que había tenido de sí misma durante la edad media y, en lugar de poner sus energías al servicio de la síntesis espiritual apuntada por el encuentro de las tres religiones monoteístas en la Península, siguió de un modo ciego y asesino los caminos del dios de Roma. En esa empresa, que duró todo el siglo XVI y que presidieron los Austrias mayores, Carlos I y Felipe II, se agotó. Las mejores de sus energías vitales saltaron a América reencarnando el espíritu conquistador y civilizador que había traído a los musulmanes de Oriente a Europa ocho siglos atrás; lo mejor de sus energías espirituales dio un salto aun más temerario y se lanzó a la conquista del velado continente de la Realidad Última. Como ocurriera en la India centurias atrás con el budismo y sus epígonos acosmistas, el vasto movimiento místico español del XVI y XVII, tanto en su vertiente ortodoxa como heterodoxa, supuso un poderoso drenaje de la vida nacional. La España del XVII y del XVIII es un país exhausto e inerte, un enorme cuerpo imperial que empieza a descomponerse y fragmentarse. De esta inercia, España no dará señales de despertar hasta la conquista napoleónica; pero entonces lo hará de un modo tan desunido, tan atomizado, que todas sus fuerzas progresivas se entregaran durante más de un siglo a luchas partidistas haciéndose incapaces de recuperar el país para la modernidad y salvarlo de su retraso histórico. La dictadura del general Franco sirvió a la función evolutiva de aunar por fin aquellas fuerzas de progreso en una lucha secreta y común, que duró cuarenta años. De la dictadura, España emergió a este fin de siglo deslumbrada por los engañosos brillos europeos y dando la espalda a sus antiguas intuiciones: estas décadas de envidiable prosperidad económica y de soñada libertad son, pues, su triste paseo por el Vacío.

La Era de las Grandes Intuiciones, la Era de la Intolerancia, la Era de la Inercia, la Era del Individualismo y la Era del Vacío son los ciclos históricos que, según nuestra visión, parcelan el devenir de nuestro pueblo.


Fuente: Auroville. Introducción al Monográfico publicado por Auroville International España y CIRHU Papers

2 comentarios:

  1. Lady Read, esto es sólo la introducción, el libro completo es mucho más interesante, más adelante quiero publicar más extractos del libro,

    saludos de Cristóbal

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