10/4/07

¿Por qué resurge el nacionalcatolicismo?, por Antonio Duato

Esta Semana Santa se han publicado dos significativos artículos que apuntan a lo mismo: la vuelta por parte de la Iglesia Católica a la ideología del nacionalcatolicismo.

El primero se titula Pervivencia del nacional-catolicismo. Lo publicó el jueves Ahmed Lahori en la sección Opinión de Webislam . Describe desde la distancia de un musulmán esta ideología, distinguiéndola bien del fascismo y nazismo, en principio más laicas, que hoy vuelve en España (y en Polonia) de la mano algunos movimientos católicos y políticos como el PP o los gemelos polacos. Acaba diciendo que el nacional-catolicismo no es el cristianismo. “O más bien: tiene tanto que ver como al-Qaeda con el islam”.

El segundo es de un conocido historiador, Santos Juliá y lo publicaba ayer el suplemento Domingo de El País, con el título Nostalgias del Estado Católico. Analiza cómo funcionó el Estado franquista y cómo coincide este modelo con lo que muchos obispos están hoy proclamando. “Si estos obispos volvieran a ganar, ya sabemos lo que nos esperaría: otra vez la esencia católica de España y vuelta a un Estado que legisla sometido a la ley natural rectamente interpretada por la jerarquía católica a la luz de la divina revelación. Ya lo hemos vivido”.

Por otra parte, el último número de 21rs, una magnífica revista que ha irrumpido con fuerza en nuestro panorama eclesial y de la que esperamos mucho, publica en su último número los resultados de una encuesta hecha por el por el profesor de la Complutense Luis Fernando Vílchez: Radiografía del clero diocesano español. El retrato que sale es el de un clero moderado, de centro derecha, pero la opinión que comparte el 61% sobre el gobierno de Zapatero es que es “anticlerical y laicista”. Sería interesante comparar esta encuesta con la que se hizo hace treinta y cinco años a todo el clero para preparar la Asamblea Conjunta. Me da la impresión que hoy la mayoría del clero estaría más a favor de aprobar la firma reacción contra el anticlericalismo que nos llevó a la guerra que lo que aprobaron en 1972: “La Iglesia no supo ser instrumento de reconciliación en un momento en que nuestro pueblo estaba dividido”. El hecho de que los mayores sean más progresistas en política que los más jóvenes (al contrario de lo que pasaba entonces) refuerza este cambio hacia una subconsciente añoranza de nacionalcatolicismo.

Estamos viviendo un momento grave de crispación. Parece que todo vale para conseguir el poder. Lo decía el jueves pasado Ignacio Muro , en un artículo -Leninismo de derechas, liberalismo de izquierdas- que ya reseñamos y que nadie debe perderse. Hace pensar mucho y da claves para entender por qué los obispos se están viendo arrastrados a posiciones estratégicas propias del leninismo, es decir, a acentuar los contrastes para escalar el poder. La verdad es que ya cada vez son menos los obispos que piden calma, estudio de los problemas a partir de la realidad, diálogo entre las partes, reconciliación de las dos Españas.

Mis dos preguntas en este momento son:

1. ¿En qué análisis de la realidad actual de España –progreso de la secularización y anticlericalismo en la sociedad española y causas verdaderas que lo provocan, escala real de valores en la sociedad y referentes de los mismos, etcétera– basan los obispos sus estrategias pastorales? ¿O es que más que sobre un ver y juzgar basan su acción sobre eslóganes y voluntarismos?

2. ¿Qué posibilidad de resultado benéfico para la fe y la iglesia de Jesús podría tener el cambio de gobierno, ya que parece que para muchos esa llamada al voto contra el promotor de tantos desastres en España es la única propuesta pastoral que saben hacer? ¿Qué se resolvería si en las “Idus de mayo” se impone el “voto católico”? ¿Abrogarían los otros la ley del aborto? ¿Darían más dinero a la Iglesia o conseguirían que tuviera más fruto las clases de religión en la escuela pública que nadie ha suprimido? Ni siquiera creo que cambiasen el código civil respecto al matrimonio. Hay movimientos de la sociedad tan profundos que ningún gobierno puede cambiar, ni siquiera recurriendo al golpe de estado y a la guerra civil, mientras permanezcan las causas reales subyacentes. ¿Cuándo se van a enterar? ¿Cuándo van a plantear una incidencia en la sociedad y la cultura realista, que en todo caso tendría que ir a las causas profundas, a los valores de dignidad e igualdad de todas las personas y a la promoción de creyentes críticos y comprometidos con la realidad?

Entre tanto, porque el ambiente de crispación puede ir in crescendo y ocasionar graves conflictos, yo suscribo este documento de un grupo de españoles que está circulando estos días por Internet y al que invito a sumarse tanto a creyentes como no creyentes: MANIFIESTO PARA SUPERAR LA CRISPACIÓN.

Fuente: Atrio

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