13/4/07

Espíritu Naciente, por Michael Nagler


En el folklore espiritual de la India hay una imagen recurrente de la Madre Tierra, que se encontraba incapaz de soportar los sufrimientos causados por los seres humanos, y que por lo tanto fue a ver al Señor Vishnu para rogarle alivio. Esta imagen fue invocada años atrás por Ammachi, una de los más populares maestras espirituales vivientes de la India, cuando advirtió que el abuso de la Tierra por parte de las economías modernas llevaría pronto a un contragolpe si no aprendíamos a vivir sensiblemente — es decir, con liviandad — sobre el planeta que nos dio a luz.

Luego llegó Katrina. En cada nivel — desde el calentamiento global que probablemente incrementó la severidad del huracán, pasando por la devastación ecológica causada por la inundación y el escandaloso abandono de los pobres de la ciudad, hasta la severidad del diluvio — éste es un desastre causado por el hombre. Y no el último. Bill McKibben ahora advierte que “New Orleans... se asemeja en mucho al planeta que habitaremos por el resto de nuestras vidas.” No puedes culparlo por este pesimismo; la gente que parece intoxicada con su propia necedad imprudente ha desencadenado una devastadora bola de codicia y violencia en contra del milagroso sistema de soporte vital que es nuestra Tierra, causando ya un daño en cada nivel, desde nuestro ADN hasta el clima.

Como la mayoría de los mitos, la historia de la Madre Tierra yendo a pedirle ayuda a Vishnu contiene una sabiduría que puede ser traducida a términos modernos: cuando las cosas se ponen tan mal, dice la historia, sólo la energía espiritual puede salvarnos. Existe evidencia de que muchos de nosotros nos sentimos así.

En Julio de 2005, el rabino Tikkun Michael Lerner, junto conmigo y muchos otros, nos convocamos en una reunión de más de 1,200 participantes para una Conferencia sobre Activismo Espiritual. El número hubiera sido mayor, pero tuvimos que cerrar la inscripción dos semanas antes porque habíamos completado el espacio asignado.

El entusiasmo no es difícil de comprender. En parte se debió a una reacción instintiva al secuestro del Cristianismo por parte de la Derecha Religiosa para apoyar políticas que están, de hecho, condenadas por la sabiduría tradicional de todas las culturas — no es la primera vez que esto le ha sucedido a esta religión, por demás aceptable. Como dijo el pastor Evangélico Jim Wallis, editor de la revista Sojourners y un destacado orador en la Conferencia sobre Activismo Espiritual, “Cuando están robando tu fe, te defiendes.”

Pero hay una razón más profunda y positiva, que consiste en la creciente esperanza de que el “activismo espiritual” pudiera ser justo el ingrediente faltante, el pararrayos, para galvanizar al movimiento progresista y ayudarlo a cambiar radicalmente las cosas.


¿Qué es el activismo espiritual?

El activismo espiritual surge de la conciencia de la interconexión — para algunos, de la unidad — de toda la vida. Esta conciencia puede tener poco que ver con tu afiliación religiosa formal.

Un poderoso ejemplo es la TPNI, siglas en inglés de “Intervención No-violenta de Terceras Partes”, en el cual los voluntarios ingresan en los conflictos para intervenir entre las partes, incluso al grado de interponerse ellos mismos en persona, si es necesario. Allí encontrarás grupos explícitamente basados en la fe, como los Equipos Pacificadores Cristianos, Fe y Resistencia de Michigan, y los Equipos de Paz Musulmán recientemente formados en Irak, trabajando junto a grupos seculares tales como las venerables Brigadas Internacionales de la Paz. Pero todos ellos están haciendo lo mismo, una tarea muy espiritual: están arriesgando sus vidas por los “extraños.”

Muchas personas a lo largo de un amplio espectro de creencias políticas y religiosas han sido conmovidas por una experiencia de interconexión; un Marine estadounidense que estaba distribuyendo comida a las víctimas del tsunami en Banda Aceh dijo, “He estado sirviendo a mi país por 34 años, y nunca había recibido tanto de este trabajo como lo que estoy recibiendo hoy.”

Cuando el movimiento progresista aprenda cómo sincronizarse con el poder de esta visión, ten cuidado. Porque el activismo espiritual tiende, entre otras cosas, a unificar allí donde las afiliaciones religiosas dividen, ofreciendo así una “salida del atolladero” en los debates actuales, frecuentemente estériles, entre “Izquierda” y “Derecha.”


Un centenar de flores en búsqueda de un jardín

De hecho, la mayoría de los progresistas ya están actuando desde una percepción de que la vida es un todo interconectado. Observa por ejemplo los proyectos existentes para lograr una economía más justa. La gente que trabaja en micro-préstamos, comercio justo, y esfuerzos parecidos, lo hace desde una profunda intuición de solidaridad con sus semejantes.

Más aún, aquellos que están envueltos en experimentos de vida sencilla, comunidades intencionales, monedas locales y sistemas de trueque, no sólo están re-distribuyendo la riqueza, sino también redefiniéndola. En vez de definir su riqueza personal en términos de lo que poseen, están calculando su riqueza por la calidad de sus relaciones y por sus experiencias significativas. Todos ellos son activistas espirituales en el sentido recién definido, y así también lo son aquellos trabajando en proyectos progresistas en muchas otras áreas.

¿Por qué su energía colectiva no está prevaleciendo?
Porque, me parece, todavía carecemos de un marco (al decir de mi colega, George Lakoff) con el cual abrazar todos estos proyectos y darles significado y coherencia. Pero no creo que estemos lejos de encontrar uno.

Si lees el clásico de Gandhi “Satyagraha en Sudáfrica”, encontrarás un comentario engañosamente simple desde el mismo principio de su carrera político-espiritual en 1894: “La cuestión del mejoramiento interno fue también tomada en cuenta.”

En otras palabras, aún cuando él estaba movilizando a sus compatriotas Indios para resistir la explotación sufrida por parte del gobierno eurocéntrico de Natal, él vio que había un trabajo constructivo para ser hecho dentro de su misma comunidad. Así nació el célebre “Proyecto Constructivo”, que instruyó y brindó poder a su lucha durante los 30 años que le tomó doblegar a los británicos.


Imagina que se hace realidad

Una Red de Progresistas Espirituales se originó por la conferencia de Julio, con capítulos en dos docenas de ciudades y grupos de jóvenes, profesionales, y miembros de los partidos Demócratas y Verde formando comisiones electorales.

La Red está además desarrollando una campaña para identificar y etiquetar los productos que son sanos para la gente y para el planeta, producidos de forma ética. Y un grupo se está formando para contrarrestar el “Frenesí Consumista”, especialmente cerca de los días festivos.

Ahora imagina que fuéramos a tomar el siguiente paso. Imagina si, en vez de decir, “Saquen a las tropas y a las corporaciones de Irak ahora”, fuéramos a decir, “Saquen a las tropas de Irak en X meses o enfrentarán desobediencia civil masiva.” En otras palabras, imagínalo haciéndose realidad.

Visualízate gastando esos meses intermedios en un intenso entrenamiento para la desobediencia civil, incluyendo el contacto con partes neutrales—o incluso hostiles—para explicar nuestra alternativa.

Y ahora imagina que en verdad estamos realizando esa alternativa, que construimos una vida sustentable con relaciones espirituales entre nosotros mismos y el mundo, basadas en el contacto con nuestra más profunda individualidad; una economía justa; seguridad alimentaria; justicia restaurativa; una saludable base imponible que obtenga recursos de aquellos que pueden enfrentarlo; experimentos “fuera del sistema” tales como intercambios sin dinero; medios descentralizados y verdaderas comunidades; micro-préstamos y bancos comunitarios; agricultura sostenida por la comunidad; desmilitarización; descomercialización — todos los proyectos informados desde las páginas de esta revista.

Estaríamos haciendo nada más ni nada menos que recreando el famoso movimiento de Gandhi. Combinaríamos el “Proyecto Constructivo” — para él, edificación de aldeas, empresas familiares, fortalecimiento del rol de la mujer y los otros 15 proyectos siempre presentes detrás de las acciones obstructivas llevadas a cabo cuando la ocasión lo demandaba — con Satyagraha, o acción obstructiva definitiva. Visto bajo esta luz, un ambientalista salvando los bosques y un activista “cruzando la línea” en la Escuela de las Américas en Fort Benning ya son parte del mismo movimiento. Ha llegado el momento de ser conscientes de esto. El conocimiento de la interconexión de nuestro trabajo, tiene poder.

Pero algo más debe suceder si vamos a capturar la energía espiritual que deseamos y mantener estos dos modos de acción en equilibrio. Aquellos envueltos en ambos trabajos, obstructivo y constructivo, necesitan mejores enlaces con los practicantes abiertamente espirituales entre nosotros. Esto incluye a la gente de la Confraternidad Budista de Paz, quienes han estado trabajando activamente en prisiones y en contra de la pena de muerte desde que el grupo fue fundado por Thich Nhat Hanh en 1978; los jóvenes del más reciente “nuevo monacato” — suburbanitas evangélicos que, inspirados por estudiantes de la Eastern University que se unieron a 40 familias sin hogar que estaban siendo expulsadas de una iglesia en 1996, han comenzado a formar comunidades intencionales para contrarrestar el materialismo, viviendo ellos mismos con los más necesitados; incluso los meditadores en sus cuartos — o en sus ashrams, o en sus sanghas, o en sus retiros de “plegarias de silencio”, en pleno desierto. Deberíamos comprender ahora que aún cuando no están involucradas en ninguna acción aparente, estas personas están cambiando al mundo, al menos ayudando a mantener nuestro activismo no-violento y relevante a nuestras acciones constructivas.

Ya estamos, en cierta manera, muy cerca de este tipo de movimiento. Sólo necesitamos estar más coordinados, incluso (es difícil decirlo) organizados, para que podamos no sólo sobrepasar nuestra desconfianza mutua, sino también decidir juntos cuándo tomar parte del “Proyecto Constructivo”, cuándo invocar la desobediencia civil, y cuándo empeñarnos en ambos modos.

En el tipo de movimiento espiritual progresista que parece estamos buscando a tientas, estaríamos “unidos desde el corazón” no sólo por nuestro sentido de un propósito en común, no sólo por la visión general que seríamos capaces de articular, sino también por nuestro compromiso con una nueva visión espiritual (que también podríamos articular) de lo que significa estar vivo y ser humano sobre este planeta.

Es este el movimiento el cual — en palabras de Arundhati Roy — casi podemos oír respirando en el activismo espiritual que intenta nacer a nuestro alrededor.
Creo que podemos hacerlo funcionar.

No es que pudiéramos permitirnos fracasar.


Michael Nagler es el autor de Search for a Nonviolent Future (“La Búsqueda de un Futuro No-violento”), Inner Ocean (“Océano Interior”), y Our Spiritual Crisis (“Nuestra Crisis Espiritual”).


Fuente: YesMagazine

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