8/4/07

De la Teología a la Mística de la Liberación, por Luis Troyano


Carta a Jon Sobrino, y para quien me lea, por uno de "los pobres de la tierra".

Tengo 59 años, soy un obrero industrial español, en mi juventud formé parte de “La Iglesia de los Pobres”, era militante de la Juventud Obrera Católica, por lo tanto creyente.

Como Alfonso Carlos Comín, era fiel a la revolución proletaria tipo marxista-leninista y a la espiritualidad, según la entendía entonces. Una incongruencia, se mire como se mire, aunque entonces lo tratábamos de soslayar. No pasé de ser un “rojillo” “filocomunista”. O era “filocomunista” o era “filocristiano”. Sí, no obstante a mi “tibieza” revolucionaria, yo también lo digo. También corrí delante de los “grises”, cuando estos disolvían las manifestaciones antifranquistas en las que participé, en la Barcelona donde naciste, Jon. No pude “lucir” ningún “verdugón” de las porras policiales, porque corría más que ellos… Con la misma fuerza con que creía entonces que la solución para el pobre, era “la toma del poder político por la clase obrera”, creo hoy junto a Noam Chomsky, por ejemplo, en algo que podríamos definir como Socialismo Libertario o Anarquismo de Mercado o Anarquismo Mutualista.
Quizá otro día explique más mi actual orientación revolucionaria en lo político, pues odría servir a algunos como “guía de ruta para navegantes”.

Respecto a mi evolución en lo espiritual, hace muchos años que también efectué “un giro copernicano”. Dejó de interesarme la parte exotérica del cristianismo y si acaso me interesa su parte esotérica, esa parte “semillero de herejes”. Es decir, pasó a interesarme gente como el Maestro Eckhart, las beguinas y begardos de la Hermandad del Libre Espíritu, Miguel de Molinos con su “Quietismo”, los “Dexados” etcétera. Y –¿por qué no?– también Teresa de Ávila o Juan de la Cruz, que aunque cayeron del lado de los ortodoxos también merecieron la atención de la inquisición.
Sobre todo me interesé por el Zen, me interesa aún y creo que me interesará hasta que muera.

“Me creerás si te digo que más que Roma, o la historia, me preocupa y me anima lo que piense la cocinera: si ha visto en nosotros gente de bien”. dijiste en una ocasión. Creo que te interesa saber opiniones sobre “otra Iglesia posible”. Esto me ha animado a escribirte, deseo comunicarte cómo lo veo, desde la óptica del “librepensamiento”. Pero antes permíteme que este “cocinero”, este osado ignorante, este “pobrecito hablador” te comunique su parecer en torno a la Teología de la Liberación. “En torno”, pues desconozco completamente tu teología redentora del pobre. Aunque lo que resulta evidente y es de dominio publico, es que mezcláis el Jesús de la religión con la pugna del pobre por conquistar su dignidad y su pan cotidiano. Respeto, aprecio y agradezco, tu labor en pro de los pobres de la tierra, entre los que me cuento, aunque quiero hacer una crítica –constructiva– que te resultará dura. Quiero transmitirte mi verdad desnuda, no sé de diplomacias.

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