8/12/08

Navidad en crisis, por Ana Muñoz Álvarez

Se perfilan unas navidades que romperán con el acostumbrado despilfarro de las sociedades consumistas. Serán fechas difíciles para los verdaderos afectados por la crisis.

Estas navidades serán unas fechas difíciles para muchas familias. Recortes de plantilla en las grandes empresas, familias que no pueden pagar sus hipotecas y créditos, inmigrantes que ya no pueden enviar remesas a sus parientes, pequeños empresarios que tienen que cerrar sus comercios o sus empresas… Tan sólo en España las cifras de desempleo han llegado ya a los tres millones de personas y con unas perspectivas de aumento en los próximos meses. Sin embargo, los causantes de esta crisis siguen con su ritmo de vida.

“Más de 900 euros se gastará en promedio cada familia española estas navidades”, dicen los periódicos. Polvorones, mazapanes, juguetes para los más pequeños… Cifras que quedan muy lejos para miles de personas que se han visto afectadas por la crisis o que viven bajo el umbral de la pobreza. Tan sólo en España, más de un millón y medio de personas viven en infraviviendas, según el último informe de la organización Cáritas.

Las navidades de 2008 serán unas fiestas en crisis, según dicen los estudios. Las familias reducirán los gastos en estas fechas de gran consumo y evitarán el despilfarro propio de la Navidad. Habrá menos regalos y tan sólo se harán a la familia. Tampoco se saldrá tanto a cenar o al teatro. Aunque los más pequeños tendrán los regalos de los Reyes Magos garantizados. Videojuegos y videoconsolas son los regalos que más piden los niños en Navidad.

Las Administraciones y las ciudades de todo el mundo también se apretarán el cinturón. Ciudades con menos luces y menos engalanadas darán la bienvenida al nuevo año, que se espera también difícil.

Las televisiones y los anuncios nos bombardean ya todos los días con los miles de productos para las próximas fiestas: árbol de Navidad, belenes, adornos para la mesa navideña, pavos, corderos, gambas, pescados… y regalos, perfumes, corbatas, juguetes, la Barbie, la Wii… Y, sobre todo, personas sonrientes y felices. Muy felices por poder comer un buen plato el día de Navidad, tener regalos debajo del árbol o comer un trozo de turrón en familia con un gran fuego de chimenea. Una réplica idílica de un Primer Mundo irresponsable, con una sociedad egoísta que sólo se acuerda de aquellos que no lo pasan tan bien cuando salen en las noticias.

Ningún juez ha pedido responsabilidades a los grandes magnates financieros o las grandes fortunas especulativas del mundo. ¿Se ha pedido la dimisión de los presidentes de los bancos? ¿Y los promotores de vivienda? Mientras, el dinero de los todos va a las arcas de la gran banca en un plan de rescate que aún no da resultados y que no llega a la gente.

Los agentes sociales piden que ese dinero llegue a las familias y las empresas vulnerables, pero los bancos no se atreven a abrir la puerta de los préstamos. Periodistas y expertos en economía explican que los bancos aún no han tocado fondo y que necesitan ese dinero para el futuro. Nadie todavía conoce ni puede prever la magnitud de los agujeros de los bancos.

Y en este mundo de consumo y de crisis, de grandes cifras y de derroche, nos olvidamos de los más vulnerables y excluidos. Hoy, más de 1.200 millones de personas pasan hambre y su situación se ha visto agravada con la actual crisis alimentaria. Millones de personas no tienen acceso a la educación y a la salud. Miles de niños son explotados en trabajos que nadie quiere por un plato de arroz. Las enseñanzas de aquel rabino, Jesús de Nazareth, que nació en Belén un 25 de diciembre, dan luz al mundo que nos rodeo. Hoy más que nunca necesitamos del verdadero espíritu de la Navidad: compartir con el que no tiene. El espíritu de la solidaridad.

Ana Muñoz Álvarez es periodista
Fuente: Centro de Colaboraciones Solidarias

Viñeta: El Roto

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