11/4/07

Conferencia de Leonardo Boff en la Universidad de Costa Rica

Para mí es un honor dictar esta conferencia en el contexto de la apertura de los cursos de Estudios Generales de esta Universidad. Conozco muchas universidades en el mundo, sea en Oriente, sea en Occidente, pero en ninguna de ellas he sentido tanta consistencia y coherencia como con los Estudios Generales de esta Universidad. En abril empezaré un semestre como profesor visitante en Estudios Generales de la Universidad de Munich donde estudié, pero son clases puntuales por un semestre. Aquí es algo permanente y continuo que tiene como consecuencia crear una visión humanista del mundo, una perspectiva muy importante de la realidad porque va a significar un nivel más alto de la población en su condición ciudadana, su cuota de la historia que aquí se hace, los retos que vienen de la realidad. Quiero reconocer este esfuerzo que hace la Universidad de Costa Rica.

El tema es “Las humanidades hoy en América Latina”. Voy a tratar de alargar el tema, porque hoy América Latina es una pequeña provincia del gran complejo sistema de La Tierra. Y como todos sabemos, hoy la sociedad mundial está en el ojo de una inmensa crisis de civilización, una crisis de sentido y de falta de rumbo histórico. No sabemos hacia dónde vamos y somos entregados a un sistema económico que absorbió lo político y que hace de todo mercancía: desde el sexo hasta la Santísima Trinidad, con todo se puede ganar dinero. Y todo eso se rige por la competencia y no por la cooperación. Por eso hay tantos millones y millones de marginados y de excluidos.

Yo veo dos pensadores trascendentales que nos ayudan a entender este momento histórico que son Max Weber y Frederick Nietzsche, que han intuido la raíz de la crisis que sufrimos, pero que empezó mucho antes. Max Weber mostró que la sociedad moderna se construye sobre el pensamiento funcionalista, sobre la burocracia, sobre la secularización que ha producido el desencantamiento del mundo. Vivimos desencantados: desencantados con el mundo, desencantados con la política, desencantados con nuestras personalidades políticas, desencantados con Bush, desencantados incluso con Lula y no en último lugar, desencantados con Ronaldinho y Ronaldo, que nos han avergonzado en el último Campeonato Mundial. Vivimos en la era del desencanto y ¿cómo reencantar a la humanidad?

Nietzsche nos trae otro elemento que es la muerte de Dios. No es que Dios murió, porque un Dios que muere no es Dios. Es que nosotros hemos matado a Dios, nos dice Nietzsche. ¿Qué significa esto? Que Dios no tiene relevancia social, no se construye cohesión alrededor de la idea de trascendencia de Dios. Y por eso vivimos en el desamparo existencial. Ese anuncio de Nietzsche que Dios murió tiene consecuencias graves porque ha creado una desaparición del horizonte utópico de la humanidad. Por millares de años, la humanidad encontraba en las religiones una referencia trascendente, la razón para estar juntos, para crear una comunidad y la cohesión social. Ahora eso ya no funciona. Eso no significa que impera el ateísmo, porque lo que se opone a la religión no es el ateísmo. Lo que se opone a la religión es la ruptura, la falta de un lazo que ligue y religue todas las cosas. Y hoy vivimos colectivamente rotos desde dentro y desamparados.

Es en ese contexto hay que entender la gravedad de la crisis actual, que tiene un agravante muy importante, porque hasta hoy se decía, vamos al encuentro de una gran crisis civilizacional, crisis del sistema de la vida, crisis del sistema de La Tierra.

Un hecho importantísimo que para mí significa una ruptura en la conciencia colectiva de la humanidad. En los primeros días de febrero de este año en París, cuando el Panel Intergubernamental de los Cambios Climáticos que involucra a más de 2000 científicos de la ONU, nos ha dado los datos reales de la situación de La Tierra. Que estamos ya dentro de un cambio irrefrenable de La Tierra, que La Tierra va a calentarse entre 1,8 hasta 4 y en algunos sitios 6,4 grados Celsius y que eso va a significar en los próximos 30 o 40 años inmensas devastaciones en el sistema de la vida. Millones de personas pueden desaparecer.

Según James Lovelock, el formulador de la Teoría Gaia de La Tierra como súper organismo vivo que acaba de lanzar el libro La venganza de Gaia, hasta el año 2050 o 2060 -tal vez sea exagerado, pero tiene autoridad para decirlo- puede desaparecer cerca del 80% de la humanidad. Y cuando ha estado en Brasil en octubre dijo: Brasil que ha tenido el privilegio de tener tanto sol, será su desgracia, prácticamente contará con dos tercios del país inhabitables por exceso de calor y habrá una sabanización acelerada porque la Amazonia no aguanta esos niveles de calentamiento.

Esta realidad nos hace pensar. No basta solamente, como sugiere el documento de esos científicos, adaptarse a la nueva realidad, ni es suficiente aminorar los efectos dañinos del calentamiento global, sino que hay que ir a algo más profundo: hay que refundar el sentido de la vida, hay que recrear una nueva espiritualidad, es decir, un nuevo sentido más amplio de nuestro pasar por este mundo, de nuestra coexistencia como seres humanos, para hacer que la Tierra, la humanidad, puedan, sigan teniendo futuro.

A la desesperación y al desencantamiento yo creo que hay que contrarrestarlos con motivos que nos hagan descubrir razones para seguir viviendo, con cambios, con adaptaciones, pero desde un nuevo paradigma de civilización.

La cuestión de fondo es, ¿cómo salir de esta crisis?

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