Empieza la semana como terminó. Mal, muy mal. Desde Japón hasta EEUU, pasando por Europa, ha caído una sombra que todo lo oscurece. Con el Nikkei japonés viajando en el tiempo para tocar mínimos de 25 años, y tras la catástrofe generalizada en Asia, con la cancelación en la cotización de la bolsa de Bangkok incluida, el Ibex 35 ha llegado a rozar el 7.700. La crisis financiera internacional se ha vuelto catastrófica en octubre. Afecta a la economía real y ya nadie me llama loco o agorero cuando digo que es imposible predecir la evolución y la duración de esta situación o que lo peor aun está por llegar.
Sin anunciar el fin del mundo si debemos aceptar que la situación es inédita, desconocida para todos, que nada tiene que ver con lo vivido antes y que los sistemas de control y seguridad de la economía global están fallando. Seguir con el discurso de que los mercados se recuperarán automáticamente, que la crisis limpiará y con ella todo será mejor, que la vida volverá a ser igual tarde o temprano, es suicida. Nadie nos puede garantizar que ahora tenemos las herramientas que nos salvarán de nada. Hace dos siglos así lo creyeron, hace ochenta años también. Tras el crack del 29 los economísticos fueron los encargados de diseñar las bases de nuestro sistema financiero actual, las reglas de la economía contemporánea. Lo hicieron para definir elementos de seguridad ante alguna situación como la actual. ¿Quién puede asegurar que esos métodos son infalibles? ¿No lo fueron en otras ocasiones cuando todo parecía controlado? ¿Por qué nadie es capaz de prever correctamente lo que va a pasar en dos semanas? ¿Por qué todas las instituciones públicas y privadas, excepto la LEAP, se han estado equivocando durante estos últimos años de un modo tan evidente? ¿Por qué seguimos o siguen creyendo en ellas? ¿Por qué será que no me sacan de mi intranquilidad las cumbres previstas entre mandatarios en los próximos días? ¿Alguien ha pensado en lo jodido que debe estar todo para que esos dirigentes del mundo hayan decidido escenificar una especie de reunión intergaláctica a fin de salvar el planeta de un agresor sin cara y sin sombra? Perdonen pero me entra la risa, aquella que viene justo antes de que empieces a llorar. La foto que encabeza este post es para reir o llorar. Todos los mandatarios buscando su posición para una foto, perdidos, ridículos e incapaces de saber resolver algo tan simple. Metáforas gráficas.
Fuente: Blog del economista Marc Vidal
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