Inversión pública es lo que España precisa. Y no populismo y demagogia.
Copiado al parecer de propuestas similares de Sarkozy y CiU, el contrato para inmigrantes propuesto por Rajoy es una burocratada. Pretende presentar a ese señor como un político "duro con la inmigración", pero sobre todo evidencia su alma de registrador de la propiedad ("caballero, vuelva usted mañana; le faltan la fe de vida, un certificado de buena conducta y las pólizas").
La puesta en marcha de tal medida sólo traería más papeleo, con las correspondientes colas, cabreos y pérdidas de tiempo (y el tiempo es dinero) para los sufridos inmigrantes y la sobrecargada Administración española.
Perogrullada
Vamos a ver, eso de que los inmigrantes tienen que cumplir las leyes es una perogrullada. Todo aquel que vive en España –español, trabajador inmigrante, turista, veraneante o jubilado extranjero- tiene que hacerlo, faltaría más. Y si no lo hace, pues se le multa, detiene, procesa, juzga, condena y hasta encarcela.
¿Qué costumbre?
Lo siguiente, lo de que los inmigrantes tienen que seguir las costumbres españolas, es una estupidez. ¿Qué costumbres? ¿La siesta? ¿La paella del domingo? ¿Las procesiones de Semana Santa? ¿El cava y coca de la nit de San Joan? ¿El trasnochar? ¿La misa en las fiestas patronales? ¿De qué carajo habla Rajoy?
¿Y nosotros?
Y los españoles, ¿estamos obligados a seguir las costumbres españolas? ¿Tengo yo que ir a los toros? ¿Debe acompañarme mi novia con una espléndida mantilla? ¿Es la minifalda en los toros una costumbre española como cantaba Manolo Escobar?
Islamofobia
Pretende aclararlo Rajoy atizando la islamofobia. Dice que lo que propugna es que el almuédano no despierte a los vecinos a las cinco de la madrugada con su llamada a la oración. No puedo estar más de acuerdo: ni el almuédano ni la señora del tercero cantando coplas españolísimas. Pero eso lo único que requiere son normas municipales contra el ruido.
Un país ruidoso
Por cierto, este es un país ruidosísimo. Ocupamos los primeros lugares en todas las encuestas mundiales sobre ese asunto. La cosa tiene que ver mucho más con los coches, las obras y el cachondeo que con los almuédanos.
Falta una política sobre integración
Pero, en fin, Rajoy pone el tema de la integración de los inmigrantes sobre la mesa, y sí, es un tema importante. Acuciado por el estruendo político y mediático de la llegada de cayucos a Canarias y los intentos de salto de las vallas de Ceuta y Melilla, el Gobierno de Zapatero ha puesto el acento en el control de la llegada de inmigrantes. Con resultados positivos, por cierto. Pero no ha desarrollado, o no le han dejado desarrollar, una muy necesaria política, que debería ser de Estado, sobre la integración de los inmigrantes en los derechos y deberes de la ciudadanía.
Propuestas
Si nos ponemos a hablar de esto, cabe decir que no es mala idea que las administraciones (estatal, autonómica y municipal) elaboren un gran programa para facilitar a los recién llegados información sobre los principios y valores constitucionales y sobre las leyes de España. He dicho "información" y eso requiere medios. Por ejemplo, dar cursillos en todas las escuelas públicas (que hasta podrían ser obligatorios, no lo discuto) durante los fines de semana. Gratuitos, por supuesto.
Radio y televisión
Campañas publicitarias institucionales en radio y televisión ayudarían también a facilitar esa información.
Aprender la lengua
Buena cosa sería asimismo ayudarles a un rápido conocimiento de las lenguas de España. Para eso también podrían usarse las escuelas públicas durante los fines de semana.
Y, además, se crea empleo
Si se fijan, estaríamos creando empleo para miles de españoles al mismo tiempo.
Más Estado
Por supuesto, eso precisa dinero, dinero público. Y aquí entramos en materia sustanciosa. La integración de los inmigrantes, señores neocon, requiere más Estado, no menos Estado.
La financiación, pública
Y es que también se necesita dinero público, y bastante, para abordar una mejora significativa de nuestras redes de sanidad y educación públicas. En cantidad y en calidad. Nuestra población está aumentando en vez de disminuir, y ello es una buena noticia. Pero la intendencia, como diría el general De Gaulle, no sigue. Al contrario, se reduce el peso de la sanidad y educación públicas en muchos ayuntamientos y comunidades gobernadas por los neocon. Y eso hace que los sectores populares autóctonos se quejen de los ambulatorios y las aulas desbordados por extranjeros, lo que constituye un peligroso germen de xenofobia.
Lo antes posible
En sí mismas, esas quejas son razonables y deben ser atendidas antes de que sea demasiado tarde para todo.
Utilizar el superávit
Afortunadamente, tenemos superávit presupuestario y la expectativa de que, tras las actuales tormentas procedentes de Estados Unidos, nuestra economía recupere un pulso vigoroso. Ahora bien, hay que evitar frivolidades a la hora de proponer rebajas de impuestos. Comparados con Europa, nuestra presión fiscal no es tan alta (de hecho es baja) y nuestro gasto social es más bien raquítico. Así que prudencia.
Los ocho años del PP
Una penúltima observación sobre seguridad ciudadana. Más habitantes en España debería implicar más policías, jueces y funcionarios de prisiones, amén de más comisarías, juzgados y cárceles. Las leyes existen; también existe, sin necesidad de contratitos, la obligación de que todos, nacionales o extranjeros, las respeten; lo que falta son medios para aplicarlas, señor Rajoy. Y durante los ocho años de gobierno del PP lo que ocurrió es que esos medios, en vez de aumentar, disminuyeron.
Menos populismo y demagogia
Inversión pública es lo que España precisa para integrar a los inmigrantes. No más colas y papeleos. Ni tampoco populismo y demagogia.
Javier Valenzuela es periodista y escritor. Ha sido corresponsal de El País en Beirut, Rabat, París y Washington y director adjunto de ese periódico, así como Director General de Información Internacional de la Presidencia del Gobierno entre 2004 y 2006
Blog de Javier Valenzuela
Fuente: ElPlural.com
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