El laicismo no es consustancialmente antirreligioso ni anticlerical ni antieclesial sino que defiende la diferenciación de esferas políticas, religiosas o jurídicas. Y defiende el universalismo ético no ese relativismo ético que hay quien utiliza como argumento aunque sea tan débil".
Esa fue una de las ideas de la clarificadora conferencia que, sobre laicismo y religión pública, dio ayer en el Club FARO el sociólogo Rafael Díaz-Salazar, tras ser presentado por Amada Traba, profesora de Sociología de la Universidad de Vigo. El conferenciante comenzó por una idea básica: "En el primer decenio del siglo XXI nos encontramos ante un hecho impensable para la cultura del positivismo que marcó al siglo anterior: la repolitización de la religión. Frente al pronóstico de la extinción de la fe religiosa, los análisis sociológicos detectan nuevas formas de religión pública".
Explicó cómo eso estaba ocurriendo en estados Unidos con los neocons, pero también en Italia, España o Polonia, así como en países de tradición islámica como Irán, Turquía o Afganistán. Sin embargó, matizó diferencias. "Hay una religión pública que surge con fuerza presidida por el fundamentalismo e integrismo pero hay también movimientos religiosos de liberalización y globalización alternativa (ecobudismo, hinduismo gandhiano, feminismo islámico, judaísmo pacifista, cristianismo republicano...) que no quieren imponer verdad alguna sino que proponen un debate moral como forma de resolver conflictos entre ética y leyes, sea con el aborto, la eutanasia... Son movimientos que generan iniciativas ciudadanas a la sociedad civil y la enriquecen".
La tolerancia
La democracia es consustancialmente laica. Esa fue otra de las afirmaciones que asentó Díaz-Salazar en su charla. "Y es que -añadió- la democracia no es sólo pluralismo político sino que protege el pluralismo cultural y el moral. La base cultural de la democracia es la tolerancia, que es algo básicamente antifundamentalista, y por tanto nunca se basa en una única ideología o religión. Las leyes tienen una especificidad y el orden jurídico es distinto del orden moral y del orden religioso, aunque se basan en la ética constitucional".
Mucha gente habla del laicismo pero mucha no conoce el alcance de su significado. "Es un movimiento social -dijo-, cultural y teórico que surge históricamente ante la opresión que viven las minorías religiosas y filosóficas frente a la existencia de órdenes teocráticos e hierocráticos".
Habló de tres tipos de laicismo, el religioso, el excluyente (profundamente antirreligioso) y el inclusivo, que incorpora a la vida pública y leyes planteamientos de instituciones con universos simbólicos distintos del suyo.
¿Es pública o privada la religión? A esa pregunta respondió que lo primero porque es inmenso el número de personas que se identifican con ella y muy grande su implantación mundial pero también porque crea identidades, mentalidades y comportamientos, forma parte de la sociedad civil y desde ella emite demandas con iguales derechos que otras comunidades. Lo que hay que "distinguir es si esas demandas son obstáculos para la democracia, como los integrismos, o la refuerzan porque no pretenden imponer su verdad".
En relación con esto el sociólogo dijo que el Papa actual tiene un proyecto claramente político para Europa que halla en los obispos españoles sus más fieles seguidores. "La batalla está siendo fuerte en España pero aún más en Italia -dijo-, donde propuestas de ley como la de matrimonios gays son anatematizadas".
¿Cuál es el desafío para el futuro? Para Díaz-Salazar "ir más allá del fundamentalismo religioso y del laicismo excluyente, porque ambos se retroalimentan negándose cualquier derecho. No basta con tener estado laico para tener una sociedad laica. El ideal moral laicista no consiste en contener a la Iglesia sino producir moral cívica, ética personal, virtudes públicas. Ese es su gran reto".
Sobre la política, las creencias, las ideas y las leyes
"Hoy en día -dijo- nos encontramos con un fuerte conflicto entre laicismo y fundamentalismo religioso. Éste último pretende que las leyes obedezcan a la verdad tal como es definida por la autoridad jerárquica de las instituciones religiosas. El Papa Benedicto es un hombre muy inteligente, de alta erudición, con grandes conocimientos de Derecho. Tiene una construcción ideológica (él la llama teológica) centrada en la verdad y en la misión que tiene la Iglesia de revelarla y de invocarla ante los políticos para que la incluyan en sus leyes o no la contradigan. Cuando no lo hacen se utiliza, por ejemplo, la objeción de conciencia".
De la bondad del pluralismo moral
Diferenció Díaz-Salazar formas públicas de la religión. "Weber -dijo- distinguía entre religiones extramundanas e intramundanas. Las intramundanas tienen un componente ético de transformación social, de creación de un orden social afín a unos valores". Habló, no obstante, de la afinidad entre laicismo y religiones de liberación refiriéndose a esos laicismos "inclusivos" que reconocen las aportaciones positivas de las religiones. "También hay religiones que llamamos "de liberación", como el ecobudismo, hinduismo gandhiano ... que reconocen la soberanía del Estado, la autonomía de la política, la bondad del pluralismo moral y la libertad de conciencia con fundamento ético".
Esas religiones de liberación, que proponen el debate moral como forma de resolver conflictos, ofrecen según el sociólogo el mensaje religioso como propuesta de sentido a la existencia, "como una posibilidad, no como necesidad o imposición".
Fuente: El Faro de Vigo
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