12/6/07

La elección en los EE.UU., la fe y la política, por Jung Mo Sung


La elección para presidente de los Estados Unidos va a realizarse el 2008, pero las disputas por las candidaturas de los partidos demócrata y republicano ya están a pleno vapor. Una de las cosas que me impresionó en los debates en la TV, que acontecieron en los últimos días entre los postulantes de cada partido fue la íntima relación entre fe-religión y política. Los candidatos se proclamaron personas de fe y afirmaron que Dios tiene un lugar especial en sus vidas en el nivel personal y también como políticos. Algunos llegaron a asumir explícitamente que solamente Jesús es el salvador y que los principios morales que deberían guiar a los Estados Unidos y al mundo son los revelados por Dios en la Biblia.

¿Hay algún problema en esa íntima relación entre fe-religión y la política? Está claro que a quienes no les gusta la política norte-americana la tendencia es criticar lo que sería una "manipulación" de la religión con fines políticos. Algunos, incluso, podrían decir que la arrogancia del gobierno y de la elite de los Estados Unidos con relación al resto del mundo tiene su base en esta pretensión de representar la voluntad de Dios en el mundo de hoy. Pero, la relación entre fe y política no es tan sencilla.

No podemos olvidar que buena parte de los cristianos que asumen la causa de los pobres justifica esa opción en nombre de la relación necesaria entre la fe y la política. Fue en nombre de esa fe que muchos cristianos ingresaron en la lucha política en el intento de construir una sociedad más justa y humana. Por eso, pienso que necesitamos siempre revisar con cuidado esa relación entre fe y política.

En primer lugar, necesitamos recordar dos nociones de política. En un sentido más amplio, la política se refiere al "bien común", bien de la colectividad. En ese sentido, la fe cristiana y también de otras religiones nos impele a buscarnos ese bien común y, de esa manera, preocuparnos de la política. No en tanto, en Estados democráticos (por lo menos con elecciones libres), la administración de ese bien-común o el gobierno de las cosas públicas son hechas a través de gobiernos elegidos periódicamente a través del sistema de partidos políticos. En ese ámbito, la palabra política significa la disputa por el poder del Estado a través de partidos políticos. La confusión entre estos dos sentidos puede llevar a personas y grupos a identificar la búsqueda del bien-común (la política en el sentido más amplio) a un determinado partido político (o a una determinada alianza de partidos) y, así, creer que hacer política (en el sentido del bien-común) solamente es posible con una determinación o opción política (en el sentido de partido político). Personas con otras opciones partidarias estarían, de esa forma, automáticamente en el listado de personas que están en contra del bien-común o contra los intereses de la mayoría. El problema es más grave cuando esa confusión lleva a algunos a juzgar la calidad de la fe de otras personas por su opción político partidaria.

Otra importante cuestión es la comprensión de lo que es la fe y la religión en esa relación entre fe y política. Si las personas -como algunos candidatos en los Estados Unidos y otros líderes políticos y religiosos- creen que su religión tiene la verdad absoluta sobre la voluntad de Dios, es natural que ellas se sientan en el derecho y en la obligación de proponer y hasta incluso imponer esas verdades y valores morales para su país y para todo el mundo (si tuvieran poder para eso). Pues, el bien verdadero (el remedio para todos los males) haría bien mismo en contra de la voluntad del "enfermo". Esa tentación de sentirse "dueño de la verdad" no es privilegio de la "derecha", sino de todas las personas y grupos que creen que hay un único camino verdadero para realizar el bien-común y defender los verdaderos intereses de la mayoría en contra de una minoría tachada de egoísta, explotadora o mal intencionada.

El problema de esa concepción de religión es que entra en contradicción con ella misma. Tener una fe religiosa es asumir que existe un Dios que es más grande que el ser humano y que, por ello, está por arriba de la capacidad humana de comprender todo su misterio. Es por eso que en la religión se habla de la fe y no de la certeza absoluta empíricamente probada (noción que hasta los científicos están abandonando. Si tengo fe no puede pretender tener certeza sobre la voluntad de Dios en el mundo y sobre el mejor camino para el bien-común. Quien tiene certeza no necesita tener fe.

Asumir que se vive de fe (sea religiosa o sencillamente antropológica) es reconocer que vivimos de apuesta, que no tenemos capacidad para conocer toda la verdad y todo el bien, mucho menos de practicarlos plenamente. Es asumir que necesitamos dialogar y trabajar con otras personas, grupos y pueblos para criticarnos y mejorarnos mutuamente.

Es por eso esencial para el mundo de hoy una buena relación entre la fe y la política. Una correcta comprensión de esa relación nos puede ayudar a defender algunos de los pilares principales de una sociedad más justa y humana. Uno de ellos es el derecho y la libertad de expresar públicamente opiniones sobre el camino para construir y el que se entiende sobre bien-común, aunque haya divergencia con las opiniones dominantes. Otro es el derecho a organizarse socialmente o en partidos políticos para actuar democráticamente en el ámbito de la sociedad civil o del Estado. Libertad de opinión (que incluye también la libertad de prensa) y la democracia son dos mecanismos institucionales fundamentales para preservar los derechos de las minorías o de los subalternos, de los que son y/o piensan diferente a los grupos dominantes.

Una buena reflexión sobre la fe y política nos ayuda en la crítica a la pretensión y a la arrogancia de la elite económica y política estadounidense, como en nuestra autocrítica para que no pasemos a reproducir los errores que criticamos a los demás.


El autor, Jung Mo Sung, es profesor de postgrado en Ciencias de la Religión de la Universidad Metodista de San Pablo y autor de Sementes de esperança: a fé em un mundo em crise

Fuente: Adital

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