Un cortometraje impactante, galardonado con varios premios internacionales, de apenas cinco minutos, suficientes para mostrar una metáfora de en qué nos hemos convertido las sociedades ricas del llamado primer mundo, la estética por encima de la ética.
Más información sobre el cortometraje en su web
Visto en el blog Ganas de escribir
El precio del "éxito" se paga demasiado alto a veces. Esta mujer no podrá con su conciencia por el resto de su vida. No obstante, la encumbrarán. La prensa sabrá sacarle provecho a su retirada diciendo que su "humanidad" y "humildad" no le permitieron subir a recibir su premio, así que el éxito lo tendrá asegurado por partida doble. Ah, y curro por el resto de su pobre vida.
ResponderEliminarHola Fata, tu comentario me ha recordado el caso del fotógrafo Kevin Carter, que hizo la famosa foto de una pequeña niña sudanesa famélica tras la cual se encontraba un buitre al acecho. Recibió el premio Pulitzer en 1994, y al recibir el galardón dijo: “Es la foto más importante de mi carrera pero no estoy orgulloso de ella, no quiero ni verla, la odio. Todavía estoy arrepentido de no haber ayudado a la niña”. En abril de ese mismo año se suicidó. Aunque no está clara la relación causa-efecto, sin duda influyó,
ResponderEliminargracias por pasarte por aquí, y felicidades por tu magnífico blog,
un abrazo de Cristóbal
y la criatura vietnamita llorando en medio del final de la guerra en su pais, se recuerdan de esa foto? vergonzoso
ResponderEliminarLamentablemente hay un componente de morbo importante en este tipo de fotos. Por eso triunfan. Si pusieran a un niño africano feliz, nadie se lo creería o nadie lo miraría (y desde luego no ganaría ningún premio, je). Lo mismo pasa con algunos poetas: cuanto más se joden y más enfermos están, pues más éxito tienen, aunque se suiciden (como Carter). Es lo que yo llamo el síndrome del malditismo.
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